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El síndrome de Siracusa

Es de sobra conocida la incorporación de intelectuales, politólogos, filósofos, escritores, profesores universitarios, etcétera. a Podemos, el movimiento encabezado por Pablo Iglesias. En todos ellos anida la crítica al sistema parlamentario actual, a sus miserias y pobredumbres, y sobre todo la necesidad de impulsar un cambio, de regenerar la democracia.

No es la primera vez que la 'intelligentsia' da un paso al frente y se ofrece a liderar un movimiento político de estas características. Platón ya lo intentó después de que la democracia ateniense, y su demagogia, acabaran con su maestro, Sócrates, mediante cicuta. Decidió entonces viajar a Siracusa a intentar reproducir en Dionisio el Joven el modelo de rey-filósofo. La experiencia le costó dar con sus huesos en la cárcel, ser vendido como esclavo y estar a punto de ser pasado por las armas. Pero sobrevivió.

 

Ya avisó Carlos V a su hijo Felipe en sus Instrucciones Secretas de lo que se iba a encontrar cuando accediera al poder: la relación estrecha entre economía y guerra, la importancia del clientelismo político, el problema de la corrupción y la lucha de facciones en el poder del Estado, consejeros que se aprovechan a la sombra del poder… El sistema político posee valores y aspectos de organización eternos. Es un universo donde no siempre se impone la sabiduría frente a la necedad, la honradez frente a la indignidad, los inocentes sobre los culpables. Incluso en las democracias actuales.

Cuenta el anecdotario que finalizada la Segunda Guerra Mundial, de regreso a su cátedra, Martín Heidegger, estigmatizado por su apoyo al nazismo, pasó cabizbajo ante sus colegas que le murmuraron: “¿De regreso de Siracusa, Herr Professor?”. Esperemos que cuando vuelvan a sus puestos, acabada su experiencia política, puedan hacerlo con la cabeza bien alta. No va a ser fácil.

Es de sobra conocida la incorporación de intelectuales, politólogos, filósofos, escritores, profesores universitarios, etcétera. a Podemos, el movimiento encabezado por Pablo Iglesias. En todos ellos anida la crítica al sistema parlamentario actual, a sus miserias y pobredumbres, y sobre todo la necesidad de impulsar un cambio, de regenerar la democracia.

No es la primera vez que la 'intelligentsia' da un paso al frente y se ofrece a liderar un movimiento político de estas características. Platón ya lo intentó después de que la democracia ateniense, y su demagogia, acabaran con su maestro, Sócrates, mediante cicuta. Decidió entonces viajar a Siracusa a intentar reproducir en Dionisio el Joven el modelo de rey-filósofo. La experiencia le costó dar con sus huesos en la cárcel, ser vendido como esclavo y estar a punto de ser pasado por las armas. Pero sobrevivió.