La historia de la esposa de Lot es una de esas parábolas bíblicas que, a pesar de su moralina machista, han terminado formando parte de nuestra cultura popular. En este caso nos viene al pelo para explicar lo que viene aconteciendo en el socialismo murciano en los últimos tiempos, que no es poco.
En mayo de 2019 el PP perdió sus primeras elecciones en Murcia desde 1995. Después de escucharle a Inés Arrimadas aquello de “24 años del PP son muchos” en campaña electoral, algunos pensaron que el cambio en la Región sería coser y cantar. Los planes de los arquitectos eran magníficos sobre el plano, pero no contaban con la resistencia del material autóctono, más basto que el esparto.
Pasadas las elecciones la cabra tiró al monte y Ciudadanos a los brazos del PP. Como no tenían bastante después de la fallida investidura los socialistas pusieron la otra mejilla, la de la moción de censura. Se llevaron otro guantazo.
Que Ciudadanos dejara caer al PP e hiciera honor a todo ese rollo de la regeneración democrática. Esa ha sido la quimera perseguida por una parte de la izquierda durante los últimos cinco años. El cambio tranquilo, sin ruido, con el visto bueno de la CEOE y la CROEM y hasta de las multinacionales del agronegocio. Un recambio, vamos.
Para esta operación había que cortejar a Ciudadanos y a los que crearon el invento naranja, los dueños de todo esto, esos que mandan sin presentarse a las elecciones. Si había que aprobar una ley del Mar Menor descafeinada para seguir blanqueando los nitratos de la agroindustria, se aprobaba. Si había que tragar con todas las propuestas de la CROEM para la llamada Reactivación Económica y Social, se tragaba. El Gorguel, las macrogranjas, no tocar los impuestos a los ricos…to’ p’alante.
Dicen que a toro pasado todo el mundo acierta, pero por aquí ya han pasado muchos toros. En 2017, con Pedro Antonio Sánchez abriendo todos los telediarios por sus corruptelas, el Ciudadanos de Miguel Sánchez, que ahora se lava las manos, prefirió investir a un presidente nini como López Miras a pactar con el PSRM. Después de las elecciones de abril de 2019, Rivera no quiso ni oír hablar de un acuerdo con Sánchez. Tras las autonómicas de mayo, Ciudadanos apuntaló al PP en todas las comunidades donde no obtuvo mayoría absoluta e incluso allí donde perdió las elecciones, como en Murcia. La muleta.
Una y otra vez el sueño acababa convertido en pesadilla, pero muchos en la izquierdita dócil seguían empeñados en buscar El Dorado. Errejón y Urralburu se fueron de Podemos por pura ambición, pero con esa excusa. “Podemos ya no es la herramienta del cambio” (véase recambio). Si fuera por ellos hoy gobernarían PSOE y Ciudadanos. ¿Hubiera subido el salario mínimo? ¿Se habrían blindado las pensiones? ¿Se habría intervenido el mercado eléctrico para bajar la factura? Los electores, que tienen más sentido común que muchos profesores universitarios, tenían claro que no y no picaron ese anzuelo.
Iván Redondo y Conesa han sido los últimos en jugársela a esa carta y han terminado perdiendo hasta la camisa. Esta vez la dirección oficial de Ciudadanos dio su visto bueno. La dirección en la sombra, los ya citados dueños de todo esto, tenían sin embargo otros planes, además de muchos altos cargos para repartir. Hoy vemos a los tránsfugas en una Consejería, mañana en algún Consejo de Administración. Tienen la vida resuelta. En esta Región donde todos nos conocemos, es difícil pensar que la operación para salvar la moción de censura haya podido hacerse sin el apoyo de esos poderes fácticos.
No quieren a Podemos ni en pintura, pero tampoco al PSOE. Después de 26 años de gobiernos del PP en los que se han acostumbrado a hacer y deshacer y a quitar y poner leyes y consejeros, no aceptan ningún cambio que pueda poner en riesgo ni un 0’1% de sus beneficios. La democracia en esta Región termina donde empiezan sus privilegios.
Otra Región es posible, pero sin ellos. Atrás queda Sodoma. La Región de Murcia líder en altos cargos robavacunas y en todos los índices de precariedad laboral y pobreza. A la cola en número de profesores, sanitarios y ayudas COVID a nuestros trabajadores y pymes. Una Región con más de diez mil millones de euros de deuda, que sigue perdonándole impuestos a los más ricos y al sector del juego. La Murcia del Mar Menor muerto, enterrado en nitratos por las multinacionales de la agroexportación y de un Noroeste asediado por el señor de los cerdos y sus macrogranjas. No hay componenda que valga. Esta Región debe ser levantada de nuevo sobre otros cimientos.
Señores dirigentes socialistas: “No miren detrás de sí ni se detengan en ningún lugar de la llanura”. Y sobre todo, no miren más a la derecha. La catástrofe son ellos, bajo cualquiera de sus tres marcas: azul, verde o naranja. Los que ayer defendían pactar con Ciudadanos para echar al PP, mañana defenderán pactar con el PP para frenar a Vox. El que no se conforma es porque no quiere. Un ataque de nostalgia, la mirada que se vuelve atrás y entonces, ¡zas!, acaba uno como la mujer de Lot, convertido en una columna de sal.