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El polvorín de Ciudadanos en Murcia que allanó la continuidad del PP en el poder

Ciudadanos se ha despedazado en Murcia. No ha aguantado la presión de la moción de censura que registraron con el PSOE para tumbar el Gobierno del PP en la Comunidad, y en menos de 48 horas tres diputados naranjas se han pasado de facto a las filas populares. Los tres tránsfugas ya han encontrado acomodo en el Gobierno regional: Isabel Franco continuará como vicepresidenta del Gobierno regional, mientras Valle Miguélez y Francisco Álvarez entrarán como consejeros de Empresa y Empleo, respectivamente. El presidente murciano, Fernando López Miras, hizo los nombramientos este viernes.

La implosión de Cs sorprende menos si se analiza en distancias cortas: la pugna entre Isabel Franco –también consejera de Mujer, Igualdad, LGTBI y Política Social– con la actual coordinadora regional y candidata a presidenta en la moción de censura, Ana Martínez Vidal, era insostenible. Ciudadanos decidió cortar de forma sutil con Franco después de que la justicia viera indicios de fraude en las primarias que la llevaron a ser candidata a la presidencia de la Región el 26 de mayo de 2019. Unas pesquisas que siguen adelante y que continúan estrechando el cerco en torno a su persona, la principal beneficiada.

Cara visible de Ciudadanos en Murcia al principio, Franco pasó a ser ninguneada por sus compañeros y, paulatinamente, desplazada del todo. El deterioro de la relación con su partido fue visible cuando la coordinadora autonómica de Ciudadanos y candidata a la presidencia murciana tras la moción de censura, Ana Martínez Vidal, se hizo con el liderazgo en la Región el pasado septiembre, y la dejó fuera de los cargos orgánicos.

El diputado naranja Francisco Álvarez, el segundo tránsfuga, conforma junto con Franco el sector conocido como 'el clan de Alcantarilla', por la localidad murciana de la que ambos proceden. Antiguo responsable comercial de la cárnica el Pozo, Álvarez introdujo en el partido a Franco, quien siempre ha estado vinculada a la comunicación, y “enseguida se hicieron con el control orgánico”, apunta una fuente cercana a Ciudadanos. Ambos forman una 'pareja política' dentro del grupo parlamentario de Ciudadanos y era indudable que si la vicepresidenta optaba por hacerse tránsfuga, Álvarez la seguiría. “Álvarez y Franco le tienen un odio absoluto a Martínez Vidal porque los barrió del partido”, añaden fuentes cercanas.

Miguélez, la “gran sorpresa”

La “gran sorpresa”, incluso para sus propias filas, ha sido que Valle Miguélez se haya convertido en la tercera tránsfuga, movimiento indispensable para que la moción de censura no salga adelante (ya que Podemos había manifestado su apoyo con los dos diputados con los que cuenta en la Asamblea Regional que hubieran podido compensar la fuga, más previsible, de Franco y Álvarez). Miguélez, para más inri, era la presidenta de la comisión de investigación creada en la Asamblea Regional para indagar en el escándalo de la vacunación contra la COVID-19 por el que tuvo que dimitir el exconsejero murciano de Salud, Manuel Villegas. También había formado parte de las negociaciones con el PSOE para la moción de censura.

La diputada naranja, a pesar de haber sido la responsable de configurar la lista de Ciudadanos para la Asamblea cuando era secretaria de Organización, también había perdido peso político en el partido en favor de Martínez Vidal. Ambas llegaron a la formación de la mano de Fran Hervías, antiguo secretario de organización de Ciudadanos y hombre fuerte de Rivera relegado ahora a senador por Andalucía. Fuentes parlamentarias consideran a Miguélez una política muy neoliberal, contraria a la subida de impuestos y del sector más conservador del partido. Antes de dedicarse a la política, la tránsfuga era administrativa.

“Tendremos que decidir entre corrupción o dignidad, dignidad que, para algunos diputados, sí tiene un precio y es de 76.000 euros brutos anuales y un chófer en la puerta de su casa”, afirmó este viernes en una comparecencia Ana Martínez Vidal. Martínez Vidal también reprochó a los diputados su actitud en un tuit: “El Grupo Parlamentario de Ciudadanos decidió unánimemente presentar la moción de censura ante la corrupción del PP. Estamos asistiendo a un ataque e intento de compra y corrupción de un PP más viejo que nunca. Ánimo y confianza en nuestro equipo”.

El 20 de diciembre del año pasado, nombrada ya Vidal líder, dos miembros de la dirección nacional de Ciudadanos que encabeza Inés Arrimadas se desplazaron a la capital murciana para arropar a la nueva dirección: el vicesecretario general, Carlos Cuadrado, y el vicesecretario adjunto, José María Espejo-Saavedra. De paso, intentaron forzar la dimisión Franco con el objetivo de que Vidal asumiera el cargo de vicepresidenta a través de una reestructuración del equipo de Gobierno pactada con el PP. Una petición que rechazó, a menos que la dirección regional expresara su deseo de que se fuera públicamente.

Franco no era la única persona descontenta con la dirección del partido. El pasado 20 de febrero, Beatriz Ballesteros, ya exconsejera de Transparencia, dimitió denunciando sentirse “desencantada” y “sin apoyos”. Una noticia que dejó a la vicepresidenta visiblemente afectada, según testigos del momento. Mientras tanto, Vidal asignó esa cartera a su mano derecha, José Gabriel Sánchez Torregrosa, tras haber asegurado que quería sustituir a los actuales consejeros de Ciudadanos por militantes “con ADN cien por cien” del partido.

Enfrentamiento por la asignación presupuestaria

En plena vorágine por sacar adelante los presupuestos negociados entre PP y Ciudadanos hace solo un mes, Franco remitió una dura carta contra Vidal reprochándole que su Consejería de Mujer, Igualdad, LGTBI, Familias y Política Social solo iba a percibir un aumento del 7%, menor a la media de la subida registrada en el resto de partidas, en torno al 12%.

De hecho, la propia cartera de Vidal, la de empresa –labor a la que sumaba la portavocía del Ejecutivo de López Miras–, tenía programado aumentar su liquidez en un 140%. La coordinadora de Ciudadanos respondió a su excompañera con otra misiva asegurando que las asignaciones aún estaban por cerrarse, y remarcaba que Política Social estaría entre las que más aumentaría su presupuesto. “Quedo a tu entera disposición para mantener personalmente, cuando quieras, una reunión en la que podamos aclarar todas las cuestiones que te preocupan”, señalaba. Unas cuentas anuales que se han convertido ahora en papel mojado y una moción de censura que, por lo que parece, también.