La progresiva degradación medioambiental del estado del Mar Menor no solo está teniendo consecuencias devastadoras a nivel ecológico, implica también consecuencias económicas que comienzan a manifestarse de forma tajante. Desde 2015 hasta finales de 2021 el retorno de la inversión en vivienda ha disminuido en un 43% con respecto a zonas vecinas similares como el sur de Alicante, donde los inmuebles son de una calidad similar a las del norte del Mar Menor.
Así lo explica el estudio 'Impacto de la materialización del riesgo climático y deterioro ecológico en el precio de la vivienda del Mar Menor' publicado por la revista Nature, una de las revistas científicas más prestigiosas a nivel mundial. Este deterioro ambiental supone una pérdida de riqueza habitacional elevada a 4.800 millones de euros, el equivalente a unas diez veces las ganancias del cambio de cultivo de secano a regadío.
El significativo deterioro ambiental de la laguna de agua salada más grande de Europa se debe principalmente a la entrada excesiva de nutrientes externos con origen en la contaminación de diversas fuentes. Está demostrado que fenómenos con origen en el cambio climático como el aumento de las lluvias extremas o las inundaciones provocan más escorrentía de nutrientes en los cuerpos del agua, lo que deriva en una masiva proliferación de algas nocivas con unos efectos devastadores sobre la vida acuática provocados por la hipoxia, es decir, bajos niveles de oxígeno en las aguas superficiales.
Intervención humana
Sin embargo, no son los fenómenos derivados del cambio climático los que mayor presión ejercen sobre la laguna de agua salada más grande de Europa, sino los provocados por la intervención humana, principalmente a través de la agricultura -cuyas estimaciones la responsabilizan en un 85% del aporte total de nutrientes a la laguna-, y el turismo, señala el informe.
La expansión descontrolada en toda la cuenca del sector agrícola y de la industria alimentaria, especialmente desde la conversión de la agricultura de secano a la de regadío (más de un 80 % del área total) “ha sido la principal causa de degradación del ecosistema del Mar Menor”.
Por otro lado, el inicio del desarrollo urbano-turístico de la zona a partir de la década de 1960 -continúa el informe-, centrado especialmente en el litoral, trajo consigo una de las primeras presiones de vertido de aguas residuales urbanas que históricamente afectaba a la calidad de agua de la laguna, principalmente durante los meses de verano.
De forma paralela a estas primeras etapas de deterioro medioambiental, y lejos de atajar el problema, el sector turístico ha demandado el desarrollo de numerosas y diversas infraestructuras, como carreteras, diques, puertos, malecones y proyectos de regeneración de playas. El crecimiento paulatino de este desarrollo urbanístico supone, a día de hoy, el 15% del total del daño medioambiental al Mar Menor como consecuencia de la intervención humana.
Sumado a los daños del cambio climático y de la actividad humana, el estudio realizado por la revista Nature sugiere que la devaluación económica de los inmuebles de la zona del Mar Menor es debido también a la falta de previsión financiera, y es que los activos de la albufera del Mediterráneo no tuvieron en cuenta la posibilidad y las consecuencias de los riesgos relacionados con el clima en la laguna. Tan solo una vez materializados y expuestos a la vista pública, los activos sensibles al clima ajustan sus precios.
Una degradación medioambiental consecuencia del cambio climático y de una intervención humana irresponsable, que deriva en la devaluación de las viviendas situadas en el Mar Menor del 43%, unas pérdidas de más de 4.000 millones de euros en tan solo seis años con respecto a las zonas colindantes.