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Lorca, la ciudad de España con más casos de COVID-19 en las dos últimas semanas: “Los padres se llevan a sus hijos al bar porque no hay colegio”

Una vecina de Lorca, de pie en la acera

Erena Calvo / Santiago Cabrera Catanesi / Wendy Dávila

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Una semana y media después de que el Gobierno de la Región de Murcia confinase el casco urbano de Lorca y a sus 60.000 vecinos –el 70% de su población–, el municipio sigue tratando de contener la propagación del virus ante unas cifras que no son, por el momento, nada halagüeñas. La localidad se sitúa a la cabeza en índice de contagios entre las poblaciones con más de 50.000 habitantes de toda España: son 988 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, por encima de otras como Fuenlabrada (969) o Lucena (958).

Desde el Gobierno regional señalan que aún es pronto para apreciar los efectos de las restricciones, impuestas desde el pasado 14 de septiembre en el casco urbano de Lorca, porque “los expertos dicen que hay que esperar dos semanas”. A sabiendas de que la situación es preocupante, el alcalde de esta localidad de algo más de 90.000 habitantes, Diego José Mateos, ha pedido “un poquito de paciencia” y ha reclamado a los vecinos “compromiso social” para detener la curva en la localidad. “Cada ciudadano tiene en su mano unas tijeras para cortar la cadena de contagios respetando la distancia de seguridad, usando la mascarilla y extremando la higiene”, ha insistido.

El comité de seguimiento de la COVID-19 en la Región evaluará la situación epidemiológica del municipio, donde han fallecido seis personas en los últimos nueve días. Será el próximo lunes cuando las autoridades, que no descartan aplicar más restricciones, decidan “si se mantienen o se modifican las condiciones actuales”, similares a las de la fase 1 de la desescalada, pero flexibilizada: para acceder a la zona de restricciones es necesario una suerte de salvoconducto o un permiso de trabajo, los comercios tienen un aforo restringido al 50% y las terrazas al 75%, pero permanecen abiertas.

Por las calles del centro de Lorca se observa una preocupante normalidad. La única prueba de que el casco urbano se encuentra en fase 1 flexibilizada son los controles policiales en la periferia, donde se requiere aleatoriamente el justificante que acredite la necesidad del desplazamiento.

Desde la Consejería de Salud señalan que el factor de mayor incidencia en la localidad está siendo el “incumplimiento de las medidas de seguridad”. El consejero Manuel Villegas ha repetido en varias ruedas de prensa la importancia de que los ciudadanos cumplan con el distanciamiento social, las medidas de higiene y los criterios sanitarios para guardar cuarentena. En una de sus últimas intervenciones ha recomendado a todos los habitantes de la Región –con una incidencia de 396,55 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días– realizar un “mes de disciplina social” para que la curva se estabilice.

“No todos los lorquinos nos hemos echado a la calle de fiesta. Lo que noto es que hay desmotivación”, defiende Concepción, que considera que “está todo más controlado” que durante la época de vacaciones, cuando vio casos puntuales de relajación en el cumplimiento de las medidas sanitarias. Precisamente, la jefa de Epidemiología de la Región de Murcia, María Dolores Chirlaque, explicó a este medio a finales de agosto que la movilidad vacacional, en general, estaba siendo una aliada para la expansión del virus.

A esta movilidad, Lorca suma los brotes del ocio nocturno y la propagación del virus en las empresas agroalimentarias de la zona. Porque este municipio, al igual que Totana –la otra zona de Murcia que volvió a ser confinada este verano–, vive del campo, con una elevada población migrante que trabaja en condiciones de precariedad, con una alta temporalidad y salarios bajos.

Bares abiertos, colegios cerrados

Madiha regenta un locutorio y durante las últimas semanas muchas personas han acudido a su local para enviar a las mutuas los informes sanitarios que confirman sus positivos por COVID-19. Algunos clientes le han contado que muchos compañeros de trabajo –en su mayoría temporeros– están ingresados en el hospital. “Estoy asustada porque estoy embarazada de siete meses y tengo bajas las defensas”, cuenta. Su marido es camionero y su hija de 10 años no va al colegio porque en Lorca se implantó, junto a otros cuatro municipios, la vuelta al cole telemática. “Se mete en una cabina y estudia allí” cuenta Madiha, a quien le preocupa que su hija “vuelva al colegio, aunque ella se muere de ganas”.

Alex tiene 19 años, vive en Lorca y siente que la COVID-19 le ha trastocado la vida. “Iba a entrenamientos de fútbol y quedaba con mis amigos y ahora no salgo de casa” cuenta. Su madre, Rosa, se muestra preocupada porque percibe relajación de algunos vecinos, pese al alto número de contagios en el municipio. “Veo a muchos padres que se llevan a sus hijos a los bares porque los colegios están cerrados”, añade. Ella tiene cinco hijos y ninguno sale de casa a no ser que sea necesario. “Unos nos cuidamos y otros no, he visto a gente que no guarda las distancias y ni siquiera lleva mascarilla”, lamenta.

La Policía Local de Lorca ha interpuesto casi 400 denuncias durante la primera semana de fase 1 flexibilizada por incumplir las normas sanitarias. José Luis Ruiz, el concejal de Seguridad del municipio, ha explicado que de las 391 denuncias interpuestas, 194 se produjeron durante el pasado fin de semana. El pasado viernes, la Policía Local tuvo que desplegar un dispositivo especial para disolver un botellón con 30 participantes, la mayoría de ellos menores, en una zona de monte próxima al polígono de Serrata.

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