La explosión de contagios de COVID-19 en el mes de diciembre, que ha dejado los registros de incidencia acumulada más altos de España y de toda la pandemia en la comunidad foral, ha puesto en jaque a la actividad productiva del tejido empresarial que no ha tenido posibilidad de recurrir al teletrabajo. Según datos oficiales del Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra, en el último mes del año se registraron un total de 18.330 incapacidades temporales (IT) relaciones con el Sars-Cov-2. De estas, una inmensa mayoría -17.631- fueron por contagio directo mientras que el resto correspondió a contactos estrechos sin vacunar.
La cifra oficial del mes de diciembre se aproxima a las 20.000 bajas estimadas por Mutua Navarra, y supone superar en un 470% la media mensual de 3.200 bajas registrada en 2021. En concreto, el pasado año se tramitaron un total de 53.572 incapacidades temporales por esta causa. Cabe recordar que el procedimiento para lograr la baja por COVID-19 cambiará a partir del próximo martes en la comunidad foral. Así, ya no será suficiente con comunicar el resultado del autotest realizado en casa, ya que será el Servicio Navarro de Salud (Osasunbidea) el que deberá validar con una segunda prueba el diagnóstico positivo. El objetivo de este cambio, según explicó este viernes el Gobierno de Navarra, es “compatibilizar la agilidad de procesos que recargan tanto al sistema sanitario como al entorno socieconómico en un contexto de alta incidencia, con las máximas garantías desde todas las partes implicadas”.
Para tramitar este ingente volumen de bajas laborales, el departamento de Salud está barajando incluso la posibilidad de recurrir a médicos jubilados ante la sobrecarga asistencial soportada por la atención primaria. Y es que el personal de enfermería, que está tanto detrás del teléfono gestionando estas incidencias como en primera línea, también se está viendo directamente afectado por los contagios. De hecho, la mayoría de las 390 bajas registradas actualmente por sanitarios positivos corresponden a este personal y al de auxiliar de enfermería. La semana pasada las ausencias por este motivo entre los sanitarios alcanzaron un máximo de 460.
Con el comienzo del año y el retorno a la actividad productiva a la vuelta de las fiestas, la Confederación de Empresarios de Navarra (CEN) ha señalado la “gran inquietud” existente entre los empresarios afectados por la ausencia de sus trabajadores. Se trata de una circunstancia, señalan desde la entidad, “que repercute negativamente en las empresas tanto en su organización interna como en su productividad, sobre todo en aquellas que requieren de una mayor presencialidad de los trabajadores y en el sector de servicios”. Tal es el caso también de la hostelería, el turismo, la actividad industrial y agroganadera.
Hostelería, industria y sector primario, los más afectados
Algunas grandes factorías se anticiparon a la repercusión de la oleada de contagios con planes de contingencia, como la de Volkswagen en la planta de Landaben (Pamplona). Según señala el presidente del comité de empresa, Alfredo Morales (UGT), en el peor de los escenarios la planta preveía un volumen de hasta 700 bajas diarias por el impacto de la COVID-19. La dirección ha llegado a contemplar una merma en la producción de entre un 75% y 50% por este motivo. La realidad ha sido que esta plantilla, conformada por más de 4.600 trabajadores y con cerca de 350 ausencias diarias normalmente, ha retomado su actividad el lunes 10 de enero con cerca de 500 bajas. De estas, una de cada cinco ha sido por contagios, entorno al centenar. Esta cifra, explica Morales, ha sido cubierta con 80 contrataciones adicionales contempladas en el plan de contingencia, que han permitido mantener la producción de vehículos al 100%. “No hemos perdido ni un coche de producción, los talleres están ocupados en todos los puestos. Sí es cierto que con dificultades, pero estamos sacando todos los vehículos”, reconoce.
Las pequeñas y medianas empresas del sector industrial son las que más trabas están encontrando para atajar este problema. Así lo indica Marisol Vicente, secretaria de Política Sindical, Social e Igualdad de UGT Navarra. “Dependiendo del volumen de la empresa y de sus recursos es más fácil paliar esas dificultades. En una empresa pequeña de cinco trabajadores, en los que tres o cuatro están de baja, repercute mucho más”, explica. No obstante, reconoce que se trata de un problema generalizado y que para los diferentes sectores, de mantenerse, “puede llegar a ser alarmante en un momento determinado”. “Había una previsión tras las navidades que se fue plasmando. Pero lejos de normalizar la situación, las bajas están aumentando y se está agravando respecto a una semana atrás”, apunta.
“Hay empresas que trabajan a tres turnos y se han planteado trabajar a dos por la falta de personal, porque la plantilla no puede funcionar con esas bajas”, señala a elDiario.es Alfredo Sanz, secretario de Acción Sindical de CCOO Navarra, quien precisamente permanece en cuarentena por ser positivo en COVID-19. El caso de Sanz es el más habitual entre quienes deciden teletrabajar, siempre que lo permitan los síntomas más leves de la enfermedad y mientras duran los 7 días de baja. En no pocos casos los empleados piden continuar con su actividad desde casa y no solicitan siquiera la baja. No obstante, señala, son los ámbitos donde esta opción no es posible los que más van sufrir las consecuencias de la sexta ola. “Es cierto que hay gente en el paro para contratar, pero hay sectores muy profesionalizados donde una persona, de un día para otro, no puede hacer ese trabajo. Las bajas de 7 días implican contratos cortos que son un hándicap para las empresas”, señala.
La hostelería también requiere de una mínima especialización que dificulta a los pequeños y medianos empresarios recurrir a contratos de sustitución. Así lo indica el portavoz de la Asociación Navarra de la Pequeña Empresa de Hostelería (ANAPEH), Juan Carlos Oroz, quien reconoce que hay negocios familiares que tienen “muy mermadas sus plantillas y se las están viendo y deseando para cubrir esas bajas”. No obstante, matiza que la incidencia en este sector no es mayor que en el resto de los ámbitos productivos. “La dificultad está en que, de repente, una persona que está normal tiene un poco de tos, se hace un test y es positivo. Por la tarde te llama y te dice que no va a trabajar al día siguiente. Para nosotros es complicado, porque es un puesto de mínima especialización y no puedes contratar a cualquiera sin experiencia”, lamenta.
Donde tampoco es posible recurrir al teletrabajo es en el sector de la agricultura y la ganadería, donde el impacto de la sexta ola también está afectando “de una manera dura y fuerte”, según reconoce Josu Almendáriz, responsable de relaciones laborales del sindicato agrario EHNE en Navarra. “Mucha gente está contagiada y está seis o siete días en casa. En algunos casos, a nivel administrativo llegan las notificaciones tarde y eso dificulta gestionar este tipo de bajas”, apunta. No obstante, señala que a la organización no ha llegado ningún caso de asociados que hayan tenido que parar la instalación o su actividad, al tampoco aglutinar los meses de invierno el mayor volumen de trabajo para este sector.