Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.
La rueda
Suelen quedar muy pronto en los aparcamientos al aire libre de las entradas de la ciudad. En invierno, cuando amanece tarde, son unas siluetas apenas perceptibles entre la niebla que esperan a que llegue un coche y subirse a él. La imagen puede pertenecer al reclutamiento para trabajo del campo. Pero ellas, porque son mayoritariamente mujeres, son temporeras de la educación y a esta cita madrugadora le llaman “La Rueda”. Cada día de la semana es una la que lleva el coche y así comparten gastos y se hacen compañía mientras van a su puesto de trabajo a varias decenas de kilómetros de su casa.
Las temporeras de la educación suponen prácticamente la mitad de la plantilla de la enseñanza pública, al menos en Navarra. Se suelen estrenar en La Rueda recién salidas de la facultad y, en el mejor de los casos, logran bajarse de ella cumplidos los cuarenta. Tampoco pueden coger mucho cariño a sus compañeras de coche porque cambian cada curso de destino. Y eso que durante gran parte del año, las compañeras de coche son su principal vida social; desde enero a tope con las oposiciones de junio.
El curso para ellas comienza en verano con la asignación de plaza. Hacen una larga lista con sus preferencias y el baremo entre la nota de las oposiciones pasadas y los méritos acumulados es el que acaba decidiendo. Hasta hace poco les citaban un día en el Departamento de Educación e iban pasando por orden de lista para elegir entre lo que quedase. Ahora una aplicación informática hace ese trabajo y un mensaje en el móvil con el destino para ese curso hace las veces de los cantores colegiales del sorteo de lotería.
Luego, en septiembre, La Rueda les lleva a la localidad en la que les ha tocado ejercer. Quienes dan clase en castellano empiezan en pueblos del sur, en la Ribera del Ebro, a más de una hora de Pamplona y con un alto porcentaje de alumnado con dificultades de adaptación. En el caso de las que ejercen en euskera, les lleva al norte, con algo menos de kilómetros pero por carreteras a las que el mal tiempo del invierno convierten en riesgo añadido. Pueblos donde La Rueda trae a las tres cuartas partes de la plantilla docente y en los que es una utopía que tu hermano pequeño tenga tu misma profesora cuando llegue a tu curso.
Carrera universitaria, máster, hasta doctorados y seguir estudiando cada año soñando en que, éste sí, llegue la plaza fija. Cuando llega la plaza, no acaba el periplo. Las vacantes vuelven a estar lejos de casa y, aunque ya no hay que pasar examen en junio, hay que seguir sumando méritos para poder optar a una plaza más cerca de casa y en la que echar raíces.
También hay otra vía para echar raíces en una aula: el sector privado. Euskadi y Navarra lideran el ranking nacional de presencia de la educación privada pagada con fondos públicos. La concertada supone un 48 por ciento de la red en Euskadi y casi el 35 de la de Navarra, donde incluso se financian con fondos públicos colegios del Opus Dei que educan de manera segregada a niños y niñas. El peso del sector privado tiene que ver con la arraigada presencia de órdenes religiosas en la zona a la que se añade la red de ikastolas. Centros que surgieron como movimiento cooperativo para la enseñanza en euskera en los estertores del franquismo y que se han mantenido con carácter privado y financiación pública pese a que la educación en euskera ya se garantiza en la red pública. Red privada con manos libres para seleccionar su personal con su criterio propio, ya sea habilidades docentes, cercanía personal o ideológica o comunión religiosa. Sin baremo, ni lista, ni ningún tipo de criterio objetivo fijado desde la administración que financia sus sueldos.
Confluencia de intereses entre ikastolas y centros religiosos que han mantenido durante décadas una capacidad efectiva para seleccionar su alumnado camuflada en un baremo que daba puntos si alguno de los progenitores había estudiado en el centro y en cuotas presuntamente voluntarias para espantar a quienes menos recursos tienen. Status quo en el que los dos partidos que han dirigido la educación en Navarra los últimos 30 años, UPN y Geroa Bai, confluyen. Ahora, para obligar vía enmienda parlamentaria al actual departamento de Educación socialista a equiparar condiciones laborales del profesorado de la red privada con los de la pública. Beneficios para todos, La Rueda sólo para la pública.
Suelen quedar muy pronto en los aparcamientos al aire libre de las entradas de la ciudad. En invierno, cuando amanece tarde, son unas siluetas apenas perceptibles entre la niebla que esperan a que llegue un coche y subirse a él. La imagen puede pertenecer al reclutamiento para trabajo del campo. Pero ellas, porque son mayoritariamente mujeres, son temporeras de la educación y a esta cita madrugadora le llaman “La Rueda”. Cada día de la semana es una la que lleva el coche y así comparten gastos y se hacen compañía mientras van a su puesto de trabajo a varias decenas de kilómetros de su casa.
Las temporeras de la educación suponen prácticamente la mitad de la plantilla de la enseñanza pública, al menos en Navarra. Se suelen estrenar en La Rueda recién salidas de la facultad y, en el mejor de los casos, logran bajarse de ella cumplidos los cuarenta. Tampoco pueden coger mucho cariño a sus compañeras de coche porque cambian cada curso de destino. Y eso que durante gran parte del año, las compañeras de coche son su principal vida social; desde enero a tope con las oposiciones de junio.