El Gobierno cuatripartito de Navarra perdería la mayoría parlamentaria obtenida en 2015, según la macroencuesta preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). La suma de las cuatro fuerzas que sostienen el ejecutivo de Uxue Barkos pasaría de los 26 escaños actuales a entre 21 y 25, por lo que el actual pacto entre izquierdas y nacionalistas no sería suficiente. La campaña que hoy comienza será fundamental para movilizar a los indecisos, que podrían resultar decisivos.
Según el CIS, dos de las fuerzas que sostienen el actual Gobierno, EH Bildu e Izquierda-Ezkerra podrían perder ambas un escaño o mantener los actuales, 8 y 2 respectivamente. Para Geroa Bai, la fuerza que ostenta la presidencia actualmente, el sondeo pronostica que podría tener un caída mayor, de hasta dos escaños, aunque también podría mantener los nueve representantes conseguidos en 2015. Al que el CIS pronostica una caída más segura es a Podemos, que perdería uno de sus actuales 7 asientos.
Esta tendencia a la baja de todas las formaciones del Gobierno alimenta principalmente al PSN, que se dispara hasta los 11 o 12 escaños, su mejor marca desde 2007. Mientras, la coalición de derechas Navarra Suma se queda entre los 16 y 17 escaños: continúa siendo la primera fuerza, pero mantendría los mismos asientos en el Parlamento que la suma de UPN y PP en 2015.
Con las mínimas cotas poder en décadas, UPN ha optado por coaligarse con PP y Ciudadanos para el actual ciclo electoral. La Comunidad foral es la única en la que las derechas concurren unidas, bajo la marca Navarra Suma, en la que Unión del Pueblo Navarro -que volverá a ser a buen seguro el partido más votado- ha aglutinado a PP y Ciudadanos, para evitar la dispersión del voto. El pasado 28 de abril Navarra Suma consiguió dos diputados para el Congreso, los mismos que el PSN, y con 20.000 votos menos que en los anteriores comicios generales, a los que UPN y PP también acudieron unidos.
Sin embargo, la concurrencia de Vox, que cuenta con firmes posibilidades de entrar en el Parlamento de Navarra -la barrera es el 3% del voto-, complica la formación de gobierno a los de Javier Esparza, que ven lejos los 26 escaños necesarios si no cambian mucho las cosas en el PSN, y no parece que María Chivite tenga ninguna intención de apoyarle: lo ha negado en reiteradas ocasiones.
El PSN, decisivo
En el otro lado del arco parlamentario, la presidenta Uxue Barkos afronta una campaña difícil, marcada por la crisis interna de Podemos, que se revela como el eslabón más débil, y probablemente deje al cuatripartito que sustenta su gobierno sin la mayoría necesaria de 26, tal y como pronostica el CIS.
Y en este punto muerto se reivindican los socialistas. El PSN aprovecha el tirón electoral del efecto Sánchez, y María Chivite sabe que pese a que las encuestas la colocan como segunda fuerza tras Navarra Suma -y, quizá, según otros sondeos, tras Geroa Bai- sus votos serán imprescindibles para la gobernabilidad. Las generales fueron bien: adelantó a Podemos, recuperó la segunda posición en el ránking de partidos y vuelve a ser referencia en la izquierda. Por eso evita situar la confrontación en el eje nacionalismo vasco-nacionalismo español y prioriza un gobierno progresista, porque sabe que si las negociaciones entre PSOE y Podemos avanzan en Madrid abonan la posibilidad de conformar un entente progresista también en Navarra, al que además podrían sumarse Geroa Bai e Izquierda Ezkerra. Su veto a cualquier entendimiento con EH Bildu y su hoy por hoy empate técnico con Geroa Bai -aunque el CIS le otorgue ventaja- son cuestiones que azuzan el interés en una campaña en la que el gobierno ‘del cambio’ de Uxue Barkos se juega su continuidad.
Mención aparte merecen las municipales. En Pamplona, la ciudad más grande gestionada por EH Bildu, la coalición Navarra Suma sí tiene posibilidades reales de arrebatar la Alcaldía a Joseba Asiron. Enrique Maya (UPN) aprovechará a buen seguro la desunión de las izquierdas.