“¿Las críticas? Es evidente que desde la oposición lo que vamos a tener siempre son críticas. Que no hayan gustado algunas decisiones parece lógico y razonable, me preocuparía lo contrario”. Uxue Barkos ha valorado de esta forma, nada más ser elegida presidenta de Navarra, los últimos debates surgidos en torno a su gabinete. No obstante, la dirigente también ha insistido en que algunas de esas críticas han resultado “inadmisibles”.
Lo cierto es que no ha habido que esperar 100 días para que el gabinete Barkos encare sus primeros frentes abiertos. Ya antes de su constitución se ha cuestionado que la cabeza de lista de Geroa Bai incluyera a EH Bildu en las negociaciones del cambio, que lograra un acuerdo programático en el que se apuesta (entre muchas cuestiones, porque 74 folios y más de 600 proyectos dan para mucho) por potenciar las relaciones entre Navarra y Euskadi, y que aceptara la propuesta de EH Bildu al nombrar a María José Beaumont como futura consejera de Interior. A cada paso, un tema cuestionado. Y, algunos de ellos, también por parte de las fuerzas que participan en esas negociaciones del cambio. ¿Cuáles han sido los principales? Aquí un repaso a algunas de las cuestiones que marcan el arranque del nuevo Gobierno de Navarra.
La cuestión identitaria
El acuerdo programático, logrado antes de sanfermines pero firmado la semana pasada por Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra, es la base del llamado gobierno del cambio, y hace hincapié sobre todo en la materia social. UPN ha cuestionado, también tras el discurso de investidura de Barkos, su falta de realismo, que incluya proyectos ya activados y que frene otros clave (el Plan de Aprendizaje en Inglés, con una moratoria de al menos un año, es un ejemplo), pero las principales críticas se han centrado en la cuestión identitaria. La formación regionalista basó su campaña en advertir del peligro de perder la identidad de Navarra, en lo que se llamó el discurso del miedo, y lo cierto es que el acuerdo programático hace muchas referencias a la necesidad de retomar relaciones con el País Vasco. Quienes lo firman han insistido en que se trata de una apuesta por la normalidad, y que por ello se propone derogar la actual Ley de Símbolos, avanzar en la Ley del Euskera o, como ha dicho la propia Barkos, dejar de dar la espalda al País Vasco. Este debate, insistente durante las negociaciones a cuatro, promete marcar toda la legislatura durante la que Geroa Bai ha repetido una máxima: la necesidad de gobernar ahora sin revanchismos. Fuerzas como UPN, PSN (que se ha abstenido en la investidura de Barkos, pero ha cuestionado su apuesta por la “euskaldunización”) y PPN lo han puesto en duda.
La inclusión de EH Bildu
Los 26 escaños que suman las cuatro fuerzas que han firmado el acuerdo programático garantizaban la mayoría absoluta para investir a Barkos como presidenta; sin embargo, la candidata de Geroa Bai insistió en que su apuesta era llegar al apoyo de 33 votos y, por tanto, incluir al PSN. El grupo socialista ha optado, sin embargo, por la abstención, una puerta abierta que han criticado UPN y PPN pero que también impide dar un mayor respaldo inicial al cambio en la institución.
La razón principal del PSN para no entrar en esas conversaciones ha sido que en ellas ha participado EH Bildu. Barkos, en cambio, siempre ha defendido que no se puede obviar a una formación que las urnas han convertido en la tercera más votada en Navarra. Las críticas socialistas se centraron en la condena de la violencia; y en las negociaciones a cuatro del acuerdo programático, EH Bildu finalmente planteó una serie de propuestas entre las que se incluía una condena a todo tipo de violencia que se produzca, “incluida la de ETA”. Unas palabras similares son las que se incluyen en el programa del nuevo Gobierno Foral.
La última palabra de Barkos
Barkos puso sobre la mesa las condiciones a las otras tres fuerzas para negociar su gabinete, e insistió en que no quería un gobierno con cuotas de partidos (UPN ha asegurado que sí lo es), por lo que esperaba que los partidos propusieran nombres expertos en sus áreas, sin cargos dentro de las formaciones y que no ocuparan escaño en el Parlamento. Lo llamativo es que también se reservó el visto bueno final a esas personas en caso de que no hubiera acuerdo. I-E mostró sus dudas, EH Bildu consideró que el modelo era presidencialista y, finalmente, ha sido Podemos el que ha hecho referencia a este tema para explicar por qué no propuso nombres para componer el gobierno. De esta forma, el partido del círculo es el único de los cuatro que se ha quedado al margen de las propuestas del ejecutivo. El exdirigente de Podemos, Juan Carlos Monedero, por cierto, ya defendió que el hábitat más adecuado de la formación para lograr un cambio de políticas era el Parlamento.
El peso político del gabinete
Y, vinculado al tema anterior, están las dudas por la presencia de Manu Ayerdi en el ejecutivo, y como vicepresidente económico. En este caso, políticos vinculados a Aralar y Bildu han mostrado a través de las redes sociales sus dudas por la presencia de una persona de claro peso político como Ayerdi, que hasta ahora es presidente del PNV en Navarra, cargo al que tendrá renunciar siguiendo las condiciones de la propia Barkos. Con todo, el presidente de la Confederación de Empresarios de Navarra, José Antonio Sarría, ya ha valorado públicamente a Ayerdi como una persona muy capacitada para el puesto.
Las dudas, por tanto, se centran más en su papel como mano derecha de Barkos en el ejecutivo y afianzando el peso de Geroa Bai en el nuevo gabinete. La semana pasada, por ejemplo, también trascendió que la nueva presidenta de Navarra sí descartó que el cabeza de lista de EH Bildu, Adolfo Araiz, fuera consejero de Administración Local, cargo para el que finalmente se aceptó otra propuesta de Bildu (Isabel Elizalde) pero no a uno de sus referentes.
La consejera propuesta por Bildu en Interior
La principal polémica que ha surgido tras el anuncio de las consejeras y consejeros, en cualquier caso, ha sido el nombramiento de María José Beaumont como consejera de Presidencia, Función Pública, Interior y Justicia. La abogada, conocida por su labor en la Coordinadora de Itoiz (contraria al embalse), fue una de las dos propuestas de EH Bildu aceptadas por Barkos. Y el hecho de que una personas sugerida por la coalición se haga cargo, entre otras funciones, de la Policía Foral, ha levantado ampollas en partidos como UPN y PPN, pero también de forma nacional. Incluso, a través de un artículo de El Mundo que citaba fuentes policiales, se ha asegurado que la Policía y la Guardia Civil limitarían sus colaboraciones con la Policía Foral. Barkos ha desmentido esta posibilidad.
En cualquier caso, desde Geroa Bai han repetido siempre el mismo mensaje: que Beaumont no ha participado en ninguna formación política, que tiene una trayectoria destacable como abogada y que responderá de su labor ante la propia Barkos y no ante EH Bildu. Esta ha sido la principal crítica a la que Barkos ha hecho referencia en su discurso de investidura, a pesar de que la semana pasada llegó a asegurar que, si esta era la principal pega a su nuevo gabinete, era para estar de enhorabuena. Es la última entrega tras dos meses intensos de felicitaciones, pactos y críticas que, en cualquier caso, aún no parecen cerradas.