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“Lo mejor es que Koxka se venda ya, que no se pierda el tiempo. Queremos trabajar cuanto antes”

Koxka afronta una semana clave para resolver su futuro. La empresa de mobiliario industrial de frío, radicada desde hace casi medio siglo en el polígono pamplonés de Landaben, conocerá a finales de este mes si la juez da, por fin, luz verde al concurso de acreedores o bien concede un mes extra a los propietarios, el fondo de capital riesgo estadounidense AIAC. Desde el Comité de Empresa esperan que opte por la primera opción: la segunda supondría prácticamente perder el verano y, con él, posibles clientes. Porque los representantes sindicales de Comisiones Obreras creen que Koxka no está congelada. Que hay futuro, si un comprador (y lo hay, aseguran) está dispuesto a dárselo. Se calcula que, de esa decisión, dependen en torno a 600 familias.

“Esta empresa podría ser viable con un inversor industrial. Lo mejor es que nos vendan ya, que no se siga perdiendo el tiempo. Lo que queremos es trabajar cuanto antes”. Así se expresan los integrantes del Comité Javier Elizari, Javier Mendoza y David Erice. Juntos rozan los 70 años de experiencia en la empresa. Y por eso, porque conocen la firma, su especialización, sus posibles clientes y, ahora mismo lo que es más importante, los compradores interesados, creen que Koxka (con 280 trabajadores) y Kobol, en Peralta (con alrededor de 55), pueden salir adelante. Pese a todo. Porque si la propia presidenta del Gobierno de Navarra, Yolanda Barcina, se refiere a Koxka como un caso complicado, eso justifica por qué esta firma, cuyas cámaras de frío pueden verse en supermercados como El Corte Inglés, Alcampo, Carrefour o Eroski, se ha convertido en uno de los símbolos de la crisis en la Comunidad foral.

Porque la historia de Koxka, contada por sus trabajadores, es el de unas promesas incumplidas, una innovación aletargada y una globalización mal entendida. Ahora, al buscar porqués de la situación, los trabajadores se remontan al año 2000, cuando la familia guipuzcoana propietaria de la empresa la vendió a la firma Hussmnn por, según recuerda Mendoza, “21.000 millones de pesetas”. Un año después, otra sigla, los americanos IR, compraría Hussmnn y, al final, entre los errores de diseño, la lucha de poderes entre empresas y la pérdida de oportunidades de ganar clientes, acabaría apostando más por otras empresas en lugar de por Koxka. Y la puntilla llegó en 2009 con la crisis económica. Si se construyen menos casas, hay menos supermercados, y la demanda cayó. De las 18.000 máquinas producidas en años como 2004, 2005 o 2006 (incluso se llegó a las 25.000), en 2009 se rondaron las 9.000. Así, además del cierre de otras dos plantas en España, en Navarra se planteó el primer ERE de extinción con decenas de despidos.

A los americanos, cuenta Erice, parece que les “dejó de interesar” la compañía. Y vendieron la empresa. O prácticamente “la regalaron”, a quien quiso asumir su deuda. Ahí apareció AIAC, un fondo de capital riesgo. “Y la clave es que ellos ponen el dinero y quieren rentabilidad a toda costa”, apunta. Así que decidieron apretar a los proveedores para reducir sus márgenes, ampliaron la deuda, optaron en diciembre de 2013 por pedir una reducción del 40% del sueldo a los trabajadores (primero rechazada y en enero aprobada, pero con una reducción que finalmente se quedó, en conjunto, en entre un 25 y un 30%) y, en marzo, se llegó a un punto de inflexión. Se habló de que las nóminas no iban a ser abonadas y, el día 28, a las 09.00 horas, los trabajadores encerraron a los jefes en sus despachos a la espera de explicaciones. La Policía Foral acudió a la fábrica para escoltar su salida.

El pre-concurso

Este goteo de ventas y compras, presiones y exigencias, impagos y sueldos exagerados en la directiva acabó, en abril, con la presentación de un pre-concurso de acreedores. Y esa es la situación actual, con una deuda acumulada que, según apuntan estos trabajadores, ha llegado a alrededor de 25 millones de euros en cuatro años. La empresa tenía tres meses, y uno extra, para aprobar un plan de viabilidad, que implica al Gobierno de Navarra, los acreedores, los bancos, los accionistas y a los trabajadores, que de nuevo tendrían que reducirse el salario otro 15%. Pero los trabajadores, que incluso barajaron formar una sociedad laboral (como una cooperativa) para gestionar la empresa, dijeron no.

Y, entre tanto, se plantó el ERE de suspensión que dejó a Koxka inactiva. Este 30 de junio se cumplen los primeros tres meses del pre-concurso, la puerta que permitiría subastar la empresa y que el nuevo comprador reinicie la actividad. De ahí que, desde el Comité, valoren que cada día sin plantear la venta de la empresa es un cliente perdido: “Un mes más nos puede matar”, sentencia Mendoza. Por ello, esperan que la Justicia ponga punto final al periplo de AIAC en Navarra, una opción complicada porque la empresa cumple las exigencias legales para alargar el proceso hasta el 31 de julio. El día 30, por tanto, se presenta como una nueva fecha clave para el futuro de la compañía. Y, por ello, desde el Comité quieren convocar una manifestación desde la vieja estación de autobuses hasta el Juzgado de lo Mercantil que evidencie el malestar de la plantilla. Llega el momento de decidir si Koxka está viva. Al menos sus trabajadores así lo creen.