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Profesionales sanitarios insisten en que las urgencias rurales son un “caos”

“La situación de las urgencias rurales es un caos que afecta a la calidad del servicio”. Luis Mendo, médico de urgencias rurales con 14 años de experiencia, ha cambiado Cadreita por Tudela, y asegura que no es el único profesional que ha decidido trasladarse a la zona urbana. Insiste en que el cambio promovido por el Gobierno Foral en las urgencias rurales ha empeorado las condiciones de los sustitutos, ha precarizado el trabajo y ha sobrecargado la atención durante las mañanas y las Urgencias. Y, por ello, insiste en que los problemas en la atención rural, que generaron un intenso enfrentamiento entre la consejera navarra de Salud, Marta Vera, y la oposición, siguen sin solucionarse, a pesar de que ya parezcan un problema aparcado y dejado para la próxima legislatura.

Mendo, además de participar en la plataforma Ribera en defensa de la salud pública, es uno de los socios fundadores de la asociación Saruna, que en la actualidad agrupa a unos 40 profesionales sanitarios, entre Medicina y Enfermería, vinculados a la zona rural. La entidad, creada finalmente este pasado mes de marzo, ha surgido como una reacción al decreto (que modifica al existente en 2008) impulsado por Vera quien, finalmente, logró sacar adelante un plan de trabajo con el apoyo de UGT, CCOO, SATSE y Afapna (aunque este último se descolgó del acuerdo).

Las urgencias rurales, además de generar polémica entre los grupos parlamentarios (acusaron a Vera de haber incumplido el mandato de la Cámara, al no presentar un plan sobre atención primaria y las modalidades de atención continuada y urgente, sino que únicamente logró un acuerdo con una parte de los sindicatos), también generó tensiones sindicales. CCOO, por ejemplo, defendió que a través del acuerdo de finales de 2013 se logró limitar las guardias y consolidar doce puestos de trabajo. Eso sí, las centrales coinciden en la “precariedad” con que se realizan contratos en la atención rural.

A este respecto, el Sindicato Médico realizó una encuesta que, según los resultados detallados en diciembre de 2014, reveló el descontento de los y las profesionales. Un total de 150 respondieron a estas preguntas, y el 88% consideró que el acuerdo no había mejorado la atención rural y el 67%, incluso, que había empeorado su calidad de vida. Hablaban de más días de trabajo, pero menos horas, menos ingresos y más desplazamientos. En concreto, criticaron que ha llegado a haber jornadas de 26 horas, cambios repentino de horarios y falta de sustituciones que se solventa con más horas de trabajo para la plantilla. La vicepresidenta extrahospitalaria del sindicato, Rosa Alás, aseguró entonces que estas deficiencias afectan, sobre todo, al personal eventual, que a menudo no las denuncia.

Un decálogo de mejoras

Mendo, por su parte, habla de un “caos” organizativo y una situación “desesperada”. Por ello, Saruna, con motivo de la celebración este lunes del día de la atención primaria, ha elaborado un decálogo de mejoras para mejorar el servicio. El colectivo pide, entre otras cuestiones, que se vuelvan a las condiciones de 2008, que se derogue el decreto actual, que no se cierren puntos de atención, que se cuide la dotación de vehículos, ropa y material técnico; que se estudien las necesidades de personal y se mejoren las condiciones del personal sustituto con “contratos estables”, y que, en definitiva, se considere a la atención primaria como la “puerta de entrada y salida del sistema sanitario”.

En este último sentido, la Asociación por la Defensa de la Salud Pública de Navarra ya criticó recientemente la saturación de esta área del Servicio Navarro de Salud, descuidada a pesar de que invertir en ella permite, por ejemplo, descongestionar las Urgencias. Y, en definitiva, se ahorra. Desde Saruna insisten en que en la atención primaria resulta esencial el “seguimiento y la continuidad” y, por tanto, requiere más estabilidad, por lo que ahora buscan la interlocución con los partidos para que, ante las próximas elecciones forales, se comprometan en actuar en una materia de la que ahora apenas se habla pero cuyas consecuencias, aseguran, están siendo “nefastas”.