“Los casos más graves de violencia de género no llegan al Juzgado”. Las declaraciones de la magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Pamplona, Ana Llorca, invitan a la reflexión. ¿Qué falla para que no se detecten esos casos? ¿Por qué no llegan a la denuncia? ¿Qué lleva a una víctima a no acudir a la Justicia? Desde la asociación pro derechos de la mujer maltratada, Aprodemm, con sede en el municipio navarro de Burlada, explican que cada caso es complejo, porque “se trata de denunciar a una pareja, con la que compartías un proyecto de vida y unos hijos en común” y que, por estas y otras razones, en el momento de denunciar, muchas de las atendidas por la asociación (en menos de ocho años, han sido 629) deciden no hacerlo. De hecho, le ocurre a “una gran mayoría”.
Así lo describe Sagrario Mateo, la presidenta de esta entidad sin ánimo de lucro, creada en enero de 2006 por un grupo de siete mujeres maltratadas. Desde el colectivo imparten cursos sobre defensa personal o autoestima, hacen acompañamientos a juicio y ofrecen consejos básicos para detectar a un maltratador (también hay chicos entre los atendidos, pero la mayoría, en un 97% de los casos, son chicas); en cualquier caso, todo el proceso, al final, depende de la decisión personal de la mujer maltratada. Ella decide si denuncia y, “cuando les dicen que van a buscar a su pareja o su expareja, que les van a esposar y llevar a un calabozo, muchas se echan atrás. A menudo porque dicen que es el padre de sus hijos”.
Mateo describe, de esta forma, la dureza de estos casos, que a menudo “ponen la piel de gallina”, porque “hay mucho animal suelto”. ¿Por qué no se denuncian? Además de los hijos, está el vínculo emocional, el “miedo”, el desgaste psicológico y el hecho de que muchas mujeres, con la ruptura de la pareja, consideran que ya han pasado página. También hay una especie de efecto negativo si ven que otras compañeras han denunciado y no han ganado sus juicios. Es la preocupación a que no les crean, a que no haya pruebas demostrables y, a veces, incluso a volver a ver al agresor.
El tema económico, en principio, no debería ser una de estas razones, porque, según explica Mateo, estos procesos son gratuitos y, además, las mujeres maltratadas cuentan con diversas ayudas económicas en Navarra para, por ejemplo, abonar los gastos de comedor de los hijos o acceder a una vivienda de protección oficial. En cualquier caso, Mateo también considera que, entre las medidas pendientes, está aumentar la cuantía de estas ayudas económicas y reducir el tiempo desde la denuncia al juicio, que puede llegar a los 18 o 24 meses. Aunque ese tiempo, asegura, también puede servir para que la víctima gane confianza.
Un modelo machista que pervive
Preguntada sobre si, en general, los recursos disponibles en la Comunidad Foral resultan adecuados, Mateo hace una valoración positiva. Y coincide con la magistrada Llorca en que, dado que en Navarra se abren diligencias con un parte médico pese a que la afectada no quiera denunciar, eso se refleja en un aumento de las renuncias. Porque, según los datos del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género anunciados hace una semana, en Navarra se retiran el 30,23% de las denuncias, cifra que sitúa a la comunidad a la cabeza de todo el Estado. La presidenta de Aprodemm se pregunta, por otro lado, cuántos de estos maltratos se han dado con el silencio cómplice del vecindario que se escandaliza con los datos pero no informa (e informar no es denunciar, precisa) a la Policía de las peleas, que calla porque no quiere meterse donde no le llaman.
En cuanto a si la asociación ha detectado un descenso en el número de consultas, la presidenta lo descarta. Tampoco ve un perfil claro entre las atendidas, aunque sí se dan más casos de mujeres con un nivel socioeconómico medio-alto que al revés, y con edades que van de “los 15 a los 78 años. Hay de todo”. Para Mateo, datos como estos ponen en evidencia que los modelos machistas aún perviven: “Pese a que las mujeres cada día están más preparadas, cada vez tienen más información y sí que detectan conductas de maltratador y abandonan antes a esas parejas, aún hay esa idea del amor romántico, de que si no está celoso es que no me quiere”. Por ello, cree que aún queda mucha labor educativa, para que las mujeres “no solo estén preparadas intelectualmente, sino también emocionalmente”.