Con el acuerdo de la moción de censura para aupar a EH Bildu a la alcaldía de Pamplona, el Partido Socialista de Navarra (PSN) culmina un camino que le ha costado en el pasado su peor resultado electoral e incluso la dimisión de dos secretarios generales. De formar parte de un Gobierno de la derecha navarra representada por UPN, los socialistas han pasado a conformar un gabinete con nacionalistas vascos (Geroa Bai) y, en último término, a hacer alcalde a un miembro de EH Bildu a través de una moción de censura contra los regionalistas. Una travesía, cuyo germen se sitúa en el conocido como el 'agostazo' de 2007, no exenta de dificultades y que ha sido liderada por el tándem que conforman la hoy presidenta de Navarra, María Chivite, y el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, ambos originarios de la misma comarca del sur de la comunidad foral.
Y es que el PSN siempre se ha encontrado con dificultades a la hora de tratar de acercarse al nacionalismo vasco -o vasquismo navarro- para conformar una mayoría alternativa a la derecha regionalista de UPN. De hecho, la evolución histórica de este partido constituido en junio de 1982 como una escisión del Partido Socialista de Euskadi oscila en función de sus relaciones con UPN o los nacionalistas.
Aunque cuando el PSN dependía de Euskadi llegó a ocupar la alcaldía de Pamplona en 1979 con el apoyo de HB y pese a que en un breve período en 1995 hubo una coalición de los socialistas con EA, partido ahora integrado en EH Bildu, y con el CDN, absorbido por UPN, en la etapa moderna el primer intento de acercamiento de los socialistas a los nacionalistas resultó fallido. Fue en agosto de 2007, cuando la dirección federal del partido encabezada por José Luis Rodríguez Zapatero y José Blanco frenó hasta en dos ocasiones el acuerdo que la delegación navarra había alcanzado con Nafarroa Bai (marca del PNV con EA y Aralar) e Izquierda Unida para destronar a UPN, ante la campaña de la derecha que les acusaba de “vender” la comunidad foral. El resultado fue que el regionalista Miguel Sanz logró la presidencia de Navarra -o más bien siguió en ella tras acabar con la coalición con EA y CDN en 1996- y que el secretario general del PSN, Fernando Puras, dimitió y dejó la política.
Al 'agostazo', como se conocen esos hechos, le siguieron años de colaboración de los socialistas con UPN, llegando incluso a formar parte del Gobierno de Yolanda Barcina en 2011. Pero aquella coalición acabó de forma abrupta cuando Barcina expulsó a Roberto Jiménez (vicepresidente) y el resto de consejeros socialistas de su Ejecutivo en 2012. Con todo, los socialistas no se atrevieron a plantear una moción de censura contra UPN.
Sí lo intentaron dos años más tarde, en 2014, y de nuevo se encontraron con la cerrazón de Ferraz. El propio Jiménez, quien había sido vicepresidente de Barcina, trató de desalojarla del Palacio de Navarra para convocar unas nuevas elecciones por un presunto caso de corrupción de la consejera de Economía Lourdes Goicoechea, pero Alfredo Pérez Rubalcaba paralizó la maniobra porque para ello se necesitaba el apoyo de los parlamentarios de EH Bildu, encabezados por un dirigente de EA que luego lideró una corriente crítica con Sortu, Maiorga Ramírez. Jiménez dimitió como secretario general de los socialistas navarros por los malos resultados en las elecciones europeas de ese año, si bien posteriormente reconoció que trató de dimitir tras el veto de la dirección nacional del PSOE a la moción de censura.
Chivite y los Gobiernos de progreso
En octubre de 2014 se puso al frente del PSN María Chivite tras unas apretadas primarias. Llegó arropada por Santos Cerdán, quien en el pasado había abanderado la discusión interna en el partido por normalizar las relaciones políticas con la izquierda abertzale y explorar acuerdos con los nacionalistas ante la tesitura de que la alternativa era perpetuar a la derecha en el poder. Juntos acordaron un viraje en la línea del partido: se terminaban los años de colaboración con UPN y empezaba un nuevo tiempo para los socialistas navarros. Los comienzos no fueron sencillos y en las elecciones de 2015 el PSN alcanzó su cota más baja de apoyo del electorado en su historia. Los socialistas no apoyaron al Gobierno de Uxue Barkos, una coalición de Geroa Bai, EH Bildu y Podemos, ni tampoco al de Joseba Asiron (EH Bildu) en Pamplona.
Pero en 2019 las tornas cambiaron. Pese a que Navarra Suma (confluencia de UPN, PP y Ciudadanos) ganó los comicios, no logró la mayoría absoluta necesaria para recuperar el Gobierno de Navarra. El PSN tenía ante sí la posibilidad de liderar un Gobierno progresista con Geroa Bai y Podemos de socios minoritarios. Los fantasmas de un nuevo 'agostazo' sobrevolaron Navarra aquellos días, pero finalmente Chivite, echándole un pulso a la historia reciente y a Ferraz, que no veía con buenos ojos nada que tuviera que ver con la ayuda -ni siquiera por omisión- de EH Bildu, fue investida presidenta sin romper el veto que ella misma había fijado de no hablar ni negociar un acuerdo de Gobierno con la izquierda abertzale. De hecho, los socialistas se negaron a investir a Asiron en Pamplona y dejaron la alcaldía en manos de la lista más votada, Navarra Suma.
Durante los primeros cuatro años al frente del Palacio de Navarra, Chivite no levantó su veto a EH Bildu, que no formó parte del Ejecutivo foral. De hecho, es poco conocido que con Barkos había dos consejeros abertzales -una de ellas en una cartera tan relevante como Interior- y que salieron con el PSN. Eso sí, la coalición independentista sí fue socio recurrente para alcanzar mayorías en pactos como los cuatro presupuestos de la legislatura. Tampoco cruzaron esa línea el pasado mes de agosto, cuando de nuevo Chivite necesitó de la abstención de la izquierda abertzale para ser reelegida presidenta: no facilitaron entonces que EH Bildu recuperase Pamplona, que quedó de nuevo en manos de UPN con Cristina Ibarrola.
Pero esta semana los socialistas han decidido dar un paso más en la normalización de las relaciones con EH Bildu y han pactado una moción de censura que desalojará a la derecha de Pamplona. Es la primera vez que el PSOE apoya una candidatura de la izquierda abertzale para gobernar y se culmina así un viaje político que ha llevado a Navarra a tres legislaturas consecutivas sin Gobiernos de la derecha. En el caso de la comunidad autónoma vasca, el PSE-EE ha manifestado que no se plantea en ningún caso hacer lehendakari a un candidato de EH Bildu. Es más, los socialistas han participado en operaciones con el PNV y apoyadas para el PP en Vitoria, Durango o Gipuzkoa para evitar que gobernasen candidatos soberanistas.