Una tarde cualquiera. Un parque infantil cualquiera. Tu hijo juega con sus juguetes en la arena. Otro niño pequeño se acerca y quiere coger alguno de los que no está usando. El tuyo protesta, llora o se lo quita directamente de las manos. ¿Qué hacemos como padres o madres? La respuesta más obvia es decirle a tu hijo o hija: “Déjaselo, hay que compartir”. Pero, según algunos expertos en crianza o psicología infantil, la situación es mucho más compleja. ¿Están preparados para comprender lo que significa compartir? Esa es una de las preguntas clave.
“Obviamente, como personas que tenemos el valor de la solidaridad, a todos nos nace decir que hay que compartir. Lo que pasa es que lo que no nos nace es dejar que nos roben”. Son palabras de Armando Bastida, enfermero pediátrico y autor de libros y conferencias sobre crianza. Para ejemplificarlo, lo traslada a la vida adulta: “Yo bajo del hotel y veo que otro hombre tiene su desayuno preparado. Se lo cojo y lo llevo a mi mesa. El hombre me dirá que ese desayuno es suyo. Yo puedo tirar de todo el repertorio: hay que compartir, mitad para ti y para mí, etcétera, pero a la otra persona le va a parecer mal, más encima si no te conoce”.
“En los parques este es un conflicto esencial en ciertas edades”, asegura por su parte Marta Martínez, psicóloga y autora de la web “Educación respetuosa”. Para esta profesional, “obligar a compartir es un acto de poca empatía” con tu propio hijo. “Si tu hijo está bien, no hay problema, pero si se queja y está llorando, es otra cuestión. Nuestros niños o niñas siempre salen perdiendo si les decimos que dejen sus juguetes. Si tu hijo dice que no, lo tienes que recuperar. Si permites que se lo quiten, sale perdiendo. Y cuando tu niño le quite a otro el juguete, y éste último llore, se lo vas a devolver. No puedes enseñar que a ti te puedan quitar juguetes y tú no puedes quitar a nadie”, expresa Bastida.
¿Qué hacer entonces? No es sencillo decirle a otro adulto que no le dejas los juguetes a su hijo. “Evidentemente si lo haces vas a recibir miradas. Si tienes confianza con las madres que están al lado se lo puedes explicar, si no, aguantar esa crítica”, afirma Martínez. “Lo lógico que deberíamos hacer los padres o madres es respetar, si no se lo quiere dejar, hay que recuperarlo”, insiste Bastida.
Silvia Guijarro es maestra de Educación Primaria y Educadora de Disciplina Positiva para familias. Escribe en el blog “Criar con sentido común” y aporta algunas herramientas concretas para afrontar estas situaciones. Si el niño que quiere el juguete es mayor y puede comprender, podemos explicar que el nuestro es muy pequeño y aún no está preparado para compartir.
Si los dos son pequeños, algunas ideas son: “explicar que es su juguete favorito (o uno de ellos) y no le gusta compartirlo; preguntar a nuestro hijo si quiere dejarle otro juguete distinto, siempre sin forzar; preguntarles a los dos si les gustaría intercambiarse algún juguete por un rato, igualmente sin obligar; preguntarle al dueño del juguete si le gustaría que jugaran los dos juntos con su juguete, en caso de que sea posible; ofrecerles la alternativa de jugar juntos a algún juego sin usar el juguete en cuestión”.
“Si los dos están centrados en el juguete y no conseguimos redirigir la situación hacia ninguna solución respetuosa, tendremos que asumir que el dueño del juguete tiene derecho a decidir y validar las emociones de ambos para ayudarlos a pasar el mal rato”, apunta.
¿Y cómo aprenden entonces a compartir? “Algún día, un niño se acercará, no robará el juguete, se pondrá ahí al lado y estará expectante. Ahí tú puedes participar y decirle que el niño está al lado, que no tiene ningún juguete y qué si le dejamos algún juguete”, ejemplifica Bastida. Además, añade que hay estudios científicos y evidencias que reflejan que cuando tú les dejas a ellos, al final ellos lo hacen. “Sin tú enseñarles a compartir, ellos lo acaban haciendo. Lo que los niños no soportan es que se arranquen las cosas de las manos”, comenta.
Por su parte, Martínez comenta que hay que ser consciente de que habrá momentos en los que tu hijo no quiera compartir y pueda ser válida esa actitud. “Porque realmente en la vida adulta a veces no queremos compartir. Hay muchas variables a la hora de tomar la decisión de compartir o no. Entonces, hay que jugar ahí entre el fomentar por un lado esa solidaridad y respetar sin imponer”, señala. Los límites, afirma esta psicóloga, son importantes. Sobre todo, de cara al futuro. “Si yo te obligo a compartir siempre, hasta qué punto luego el niño o niña siente su poder personal para decir lo que no quiere. La sumisión tiene luego esas derivadas, con niños que no saben poner sus límites personales a ciertas cosas”.
¿Y qué pasa cuando los juguetes son comunes? Las situaciones son diferentes en espacios como ludotecas y, sobre todo, en las escuelas infantiles. “Uno de los aspectos indispensables para trabajar con niños y niñas es el valor de compartir”, señala María Montero, educadora en una escuela infantil pública del Ayuntamiento de Madrid. Según su experiencia, a los niños también hay que mostrarles que no todos podemos conseguir lo que queremos, a veces hay que esperar, hay que dialogar e incluso muchas veces no se conseguirá nunca.
“Siempre partimos de que de 0 a 3 están en la etapa egocentrista, están formándose y aprendiendo quién son ellos. Si a un adulto le cuesta compartir, a ellos mucho más. Según van creciendo lo que intentamos es que aprendan desde el diálogo y el respeto hacia el otro. Si uno de ellos tiene un juguete y llega otro y se lo coge, es injusto. Nosotros les decimos, por ejemplo: mira David, lo tiene Lucía, le puedes pedir el juguete con la palabra y usarlo los dos o cuando ella deje de usarlo, lo coges tú”, explica Montero.
En la escuela infantil en la que trabaja esta educadora, la premisa es no quitar nunca los juguetes sino intentar que la situación se gestione desde ese diálogo. Y ese aprendizaje, señala, es válido también para los parques y el resto de espacios infantiles.