En el año 2022, la Agencia Española de Protección de Datos obligó a un abuelo a retirar las fotos de su nieto que había colgado en redes sociales, tras una reclamación de la madre del niño. Unos años antes, en 2020, un padre tuvo que retirar de sus redes sociales las fotos de su hija después de una demanda por parte de su expareja. Y aunque todavía no haya casos en España, en Estados Unidos ya son varios los casos de hijos e hijas de influencers que, al cumplir la mayoría de edad, han demandado a sus padres por haber expuesto su infancia a través de redes sociales. La justicia les está dando la razón.
Compartir fotos y vídeos de menores en redes sociales es una práctica habitual que se conoce como sharenting, un anglicismo compuesto de los términos share (compartir) y parenting (crianza). Es una práctica cuestionada por parte de los expertos, que apuntan a problemas de seguridad y de protección del derecho a la intimidad de la infancia. Esto puede generar conflictos dentro de las familias, en el caso de que algunos de los adultos responsables estén de acuerdo con compartir esas fotos y vídeos y otros no.
La abogada Carla Vall publicó hace unos días un vídeo en sus redes sociales explicando las implicaciones legales del sharenting. Vall asegura que el problema en estos casos es que “falta perspectiva de infancia entre padres y madres”. Para ella, este tipo de conflictos podrían evitarse: “La duda se resuelve respondiendo a la sencilla pregunta de: ‘¿Qué beneficio tiene esto para el menor?’ Si la respuesta es ninguno, debería solventarse con la no publicación de imágenes”, afirma.
Coincide con ella la divulgadora Natalia Díaz —también conocida como Medianoche—, que es activista contra el sharenting. “Mostrar la vida diaria de nuestros hijos en redes sociales no es necesario para ellos, tampoco es beneficioso ni educativo. Entonces ¿por qué exponerlos a riesgos innecesarios?”, se pregunta Díaz. Desde su punto de vista, “las redes sociales son un lugar peligroso para los menores”, de ahí que invite a respetar su “derecho a la intimidad”.
Legislación y jurisprudencia
Carla Vall recuerda que ya existe legislación para proteger a los menores en el entorno online, aunque no siempre se cumpla: “La LOPIVI, la Ley integral de protección a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, sí prevé una serie de medidas de protección y sensibilización destinadas a proteger a los menores de edad. Pero el problema, más allá del sharenting, es cómo tratamos a los niños: si son cosas o sujetos de derechos que merecen ser respetados. Las familias necesitan entender que están haciendo algo que solamente reporta beneficios a los adultos y no a los niños”, explica.
Por su trabajo de divulgación en contra de la exposición de menores, Natalia Díaz está en contacto diario con familias que han reflexionado sobre este tema. De momento no le consta ninguna denuncia por parte de hijos e hijas a sus padres, pero sí entre otros miembros de la familia. “En España todavía no hay casos de denuncias de hijos a padres por sharenting, al contrario que en otros países como Estados Unidos, donde nos llevan años de ventaja. Sí hay casos de parejas que se han denunciado entre ellos para eliminar las fotos de los hijos de las redes, algunos de ellos en parejas de famosos que lo han contado”, expone Díaz. Argumenta que, en caso de que haya conflictos judiciales, “la justicia debería posicionarse siempre a favor de la víctima”: “Cualquier persona que haya sido expuesta durante su infancia en redes sociales debería poder aplicar el derecho al olvido y solicitar la eliminación de todas sus imágenes e información privada en Internet”, explica la experta.
La abogada Carla Vall, que también ha tenido contacto con familias en situaciones parecidas, cree que la solución pasa por explicar a la gente las implicaciones que el sharenting puede llegar a tener: “Hace falta más pedagogía y conciencia de lo que son las redes sociales, los riesgos que entraña subir fotos de niños y niñas desnudos en actividades rutinarias como hacer sus necesidades, bañarse, ir a la playa… Hay muchos padres y madres que piensan que son momentos graciosos, pero cuando ves centenares de fotos iguales juntas, te das cuenta que la mirada es otra muy distinta. También hay que concienciar a los familiares que, de forma privada, pueden recibir esas fotos y que tampoco deben colgarlas en redes o pasarlas a terceros”, explica Vall. Añade que la jurisprudencia se está posicionando a favor de los menores: “En caso de que no haya acuerdo entre padre y madre, lo que se hace es que no se puedan colgar estas fotografías. Es primordial que el interés superior del menor sea el centro del proceso”, concluye.