Cada vez es menos habitual nacer en fin de semana o festivo. En 1975 había casi las mismas posibilidades de venir al mundo en lunes, jueves o sábado, pero hoy en día dar a luz en sábado o domingo es un 21% menos probable que cualquier otro día, según el análisis realizado por elDiario.es de los microdatos del Instituto Nacional de Estadística de todos los nacimientos desde 1975 y que incluyen el día exacto en el que se produjo cada uno.
Con los festivos pasa lo mismo: los nacimientos durante las fiestas navideñas en la última década (24, 25 y 31 de diciembre y el 1 y 6 de enero) fueron un 19% menos que la media del resto del año. En los 80, era un 12%. Esta es una de las consecuencias de que cada vez haya más partos programados en España, ya sea mediante cesárea o inducción, una tendencia que preocupa desde hace tiempo y que, según sanitarios y asociaciones, responde a varios factores y en muchas ocasiones exceden a los motivos puramente médicos.
El parto es un proceso fisiológico que el cuerpo inicia de forma espontánea tras el embarazo, y es así como ocurre habitualmente. Sin embargo, hay un porcentaje de los alumbramientos que se programan, bien sea mediante cesárea o inducción. El hecho de que cada vez menos bebés nazcan en festivo es producto de que cada vez más nacimientos se producen así. Y al ser planificados, se colocan en los días laborables. El por qué de este aumento en las últimas décadas es un fenómeno que responde “a diversos factores” y “es una realidad compleja”, dice Juan Luis Delgado, coordinador de la Sección de Medicina Perinatal de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) y redactor del protocolo de baja intervención del organismo en 2013. Sin embargo, la preocupación por las elevadas tasas de estos procedimientos lleva tiempo encima de la mesa, coinciden las voces expertas consultadas.
Sobre inducciones no hay datos públicos recientes, pero sí sobre cesáreas. En España, uno de cada cuatro menores nace por esta vía (el 26%), un porcentaje que no ha dejado de escalar en las últimas décadas y que excede, por mucho, las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha colocado la línea roja en el 15%. No sabemos cuántas de las cesáreas se hacen de forma sobrevenida por vía de urgencia y cuántas son programadas, pero el siguiente gráfico muestra cómo la posibilidad de que se haga en fin de semana cae mucho respecto al resto de días. Es decir, debido a las programaciones, los miércoles un 27,7% de los nacimientos son mediante cesárea, frente al 20,1% de los sábados.
En el siguiente gráfico, lo vemos año a año desde 2007: entre semana (los puntos azules) hay más cesáreas y más nacimientos y los fines de semana (puntos naranjas), es al revés. Además, se ve cómo los días entre semana con menor porcentaje de cesáreas y nacimientos son todos festivos.
Y la correlación es tremenda, año a año: a mayor porcentaje de cesáreas, más nacimientos. El siguiente gráfico muestra todos los días desde 2007 hasta la actualidad comparando el número de nacimientos con el % de cesáreas. Se ve como los sábados y domingos (en naranja) son los días con menos nacimientos y menos cesáreas (más partos naturales). Además se ve que cómo los días entre semana con menos porcentaje de cesáreas son todos festivos.
No obstante, la tasa de cesáreas no es igual en todos los puntos de nuestro país. Si analizamos más en detalle, las diferencias entre provincias son enormes. Un ejemplo: nacer por cesárea en los hospitales públicos de Álava tiene un 13% de posibilidades, mientras que en los de Cáceres sube al 29%. Lo mismo ocurre al comparar la sanidad pública y privada: entre 2000 y 2016, un 22% de alumbramientos en la primera se hicieron por cesárea, una tasa que sube hasta el 36% en los centros privados.
“Influimos con decisiones que no siempre son médicas”
¿Quiere decir esto que en algunos sitios y hospitales las mujeres presentan más complicaciones? Las razones van más allá de lo médico, a pesar de que la cesárea es indicada cuando hay algún problema que la hace más segura para el bebé y la madre que el parto vaginal. Ya hace algunos años, el Ministerio de Sanidad apuntó a que las cifras “pueden vincularse más a estilos de práctica clínica que a trastornos en los pacientes”. “Es indudable que hacemos más cesáreas de las estrictamente necesarias. Es algo que no debería ser así y que depende de los equipos médicos, que influimos con decisiones que no siempre son médicas. Los hay más proclives a unas formas de solución del embarazo que a otras”, señala Ezequiel Pérez Campos, jefe de servicio desde hace 25 años de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Requena (Valencia).
Lo explica en la práctica Belén Santacruz, jefa de servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Torrejón (Madrid): “Hay centros que quizás somos más pro intentar un parto vaginal que otros. En algunos hay equipos formados para intentar el parto natural cuando los niños vienen de nalgas, por ejemplo, y otros no y acaban en cesárea. O en los hospitales públicos normalmente en un segundo embarazo se apuesta por parto vaginal, aunque haya tenido su anterior hijo por cesárea, y en otros directamente se repite”. Esta es una de las cesáreas que se ha ido estableciendo como intervención casi automática, a pesar de que la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) señala que el parto vaginal está indicado en “casi todas las mujeres” aunque hayan pasado una cesárea previa.
En este sentido, los sanitarios coinciden en que el tamaño, el tipo de hospital y los recursos con los que cuentan también influyen. “Para los partos de nalgas el protocolo indica que necesitas dos obstetras, pero hay hospitales o centros pequeños en los que solo hay uno”, ejemplifica Pérez Campos. Esto también condiciona el hecho de que este tipo de intervenciones se concentren en fin de semana, añaden. Según Santacruz, “es habitual que, al igual que ocurre con cualquier otra cirugía no urgente, se programen cuando el hospital tiene más recursos y no solo cuando está el personal mínimo para atender urgencias”. En los grandes, hay más posibilidades de que en no laborable haya suficiente plantilla.
Casi nadie nace el 25 de diciembre
El siguiente gráfico muestra cuántas personas nacieron en cada día de todos los años desde 1975 en comparación con la media de ese año en concreto. Como se ve, es mucho menos probable nacer en sábado o domingo (los cuadrados de la derecha en el calendario), que en día laboral.
Sucede de manera similar con los festivos. ¿Cuáles son los días en los que han nacido menos personas en los últimos 40 años? Los puntos rojos en el calendario son el 1 de enero, 6 de enero, 15 de agosto, 1 de noviembre, 24, 25 y 31 de diciembre. Todos festivos nacionales. El caso más extremo se da en el día de Navidad, el 25 de diciembre, donde solo han nacen una media de 967 niños al año. Es el día con menos probabilidades de nacer de todo el calendario anual en España. En el lado contrario está la segunda mitad de septiembre, cuando suelen nacer más de 1.300 niños al día.
Ezequiel Pérez Campos, jefe de servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Requena, señala otro factor que incide en esta tendencia y vincula las cifras con “cierta comodidad y miedo” que se ha acabado instalando. “Los partos siempre son peligrosos, hay dos vidas en juego y siempre es delicado. Parece a veces que si se corta por lo sano, por así decirlo, ya no se puede complicar. Pero es una idea equivocada. Estos procedimientos tienen que ser un recurso, nunca una forma ideal de acabar una gestación porque además entrañan sus riesgos y eso no se puede obviar”. De hecho, en su declaración sobre las tasas de cesáreas, que califica de “preocupantes”, la OMS alerta de que están asociadas, como cualquier otra cirugía, “a riesgos a corto y largo plazo que pueden afectar a la salud de la mujer, del neonato y de embarazos futuros”.
Tendencia a la medicalización
La antropóloga Virginia Murialdo hizo su tesis sobre la cultura del parto respetado y ahora es activista en la Asociación El Parto es Nuestro. Cree que “hay una tendencia a prevenir y medicalizar, más bien por comodidad del hospital o del personal médico, y sobre todo en los centros privados, para que el parto suceda en el momento que logísticamente conviene más”. Desde la SEGO, Delgado confirma que “esto suele ocurrir en hospitales privados y por conveniencia de cualquiera de las partes indicadas en el parto. Bien para encajar turnos de personal, para facilitar una mejor planificación del centro, o porque la madre solicita que se le programe”. Benita Martínez, presidenta de la Federación de Asociaciones de Matronas de España, apunta también a otro factor. “Normalmente cuando una mujer va a una privada quiere que su ginecólogo le atienda todo el embarazo y también el parto. Eso hace que muchas veces se tenga que programar para estar”.
El protocolo de la SEGO sobre inducciones determina que no se haga si no hay causa médica porque favorece el incremento en las tasas de cesáreas y el “intervencionismo absurdo” en mujeres que hubieran parido de manera espontánea, explica Delgado. La Sociedad mantiene vigente que a partir de la semana 41 la incidencia de muerte perinatal aumenta y que llevar el embarazo más allá supone un riesgo“. Es en estos casos en los que debe provocarse el parto. ”Se ajustan las pruebas para controlar su bienestar y el del feto, pero no se le impone nada, nuestro techo es de 42 semanas“, añade Delgado. Pero cree que lo mejor es atender a las características y necesidades de cada paciente. El problema, dice, es que ”ningún hospital está obligado a nivel legal a cumplir los protocolos que elaboramos y no hay mecanismos de auditoría“. Hay hospitales que se adhieren, pero otros que no.
Murialdo explica que “cada centro establece sus propios procedimientos”, como por ejemplo, cuánto se debe esperar para inducir el parto o bajo qué condiciones se ha de practicar una cesárea. “Es elaborado por una comisión con el jefe de unidad y los responsables pertinentes del centro en ese momento”, añade. No hay consenso. Los hospitales con pautas de baja intervención, dice, han hecho un esfuerzo por actualizarse, pero otros no. De hecho, la variabilidad, al menos en cuanto a las cesáreas, no solo se da entre la privada y la pública. Un ejemplo es lo que ocurre en Madrid, donde en 2018 dos hospitales similares que atienden casos “de alta complejidad” registraron tasas de cesáreas muy dispares: un 18% en el Gregorio Marañón y diez puntos más en La Paz. Beatriz Martínez opina que se trata de una “realidad multifactorial”, pero habla directamente de las “políticas de cesáreas e inducciones” de cada comunidad, provincia y centro sanitario.
Pero hay otras variables que contribuye, en parte, a las tasas de inducciones y cesáreas: en los últimos años han ido aumentando la cantidad de indicaciones médicas, entre otras cosas, debido al retraso de la edad de maternidad, lo que se acompaña “de más patología obstétrica”, afirma Pérez Campos. Cada vez hay más mujeres embarazadas mayores de 40 años y la edad media a la que las mujeres en 2008 en España tenían su primer hijo se situaba en los 29,30 años, una cifra que, una década después, en 2018 alcanzó los 31, según el INE. Es un hecho que los riesgos se incrementan con la edad y hay mayor incidencia de diabetes, hipertensión o desprendimiento prematuro de placenta. El jefe de servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Requena apunta también al incremento de embarazos de gemelos, que suelen acabar en cesárea, como otra de las causas.
Siguiendo con los datos, al analizar la tendencia por comunidades, en casi todas se ha producido una pronunciada caída desde 1975, aunque hay ligeras subidas y bajadas todos los años. En Catalunya, Galicia, Castilla-La Mancha o la Comunitat Valenciana, la curva de nacimientos en sábado o domingo es claramente descendente. En otras, como Euskadi o Canarias, hay cierta estabilidad. Y también hay comunidades como La Rioja en las que el número de alumbramientos en fin de semana descendió hasta el año 2010 y a partir de ahí comenzó a escalar.
En el siguiente mapa podemos ver que la diferencia entre nacer en sábado o domingo y entre semana es mucho más amplia en algunas provincias que en otras. Valencia, Castellón, Segovia y A Coruña son aquellas en las que es menos viable dar a luz en fin de semana. En la primera, por ejemplo, la probabilidad se reduce hasta un 22,7% respecto a un día normal. Por el contrario, Gipuzkoa, Valladolid y Teruel son las tres provincias que registran el porcentaje más bajo, que no llega al 16%.
Partos a la carta
Todas las voces consultadas hablan también de otro fenómeno añadido que se ha incrementado en los últimos años. Los partos programados a petición de las propias mujeres. Pensar que la cesárea es más segura o mejor opción, evitar la espera o incluso que su pareja pueda planificar cuestiones laborales para estar son algunos de los motivos que desgranan las expertas. Desde la Federación Estatal de Asociaciones de Matronas, Benita Martínez explica que “esto ocurre en las clínicas privadas porque es donde su deseo pesa más y está por encima. Al final muchas mujeres han acabado creyéndose que es más seguro, cuando no es verdad”.
“Hay pacientes que lo solicitan. En la pública no se hace, aunque es verdad que cuando las mujeres lo piden, hay que escuchar y analizar porque puede haber detrás una patología, un miedo patológico, por ejemplo”, añade la jefa de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Torrejón. Con todo, es algo “que se hace cada vez más, pero que es muy controvertido. Es un debate abierto”. “En la privada es algo más común porque es un acuerdo entre la mujer y el obstetra, que normalmente le ha llevado todo el embarazo. Y existe más laxitud a la hora de tomar la decisión”, apunta Pérez Campos.
Información para decidir
En España, el Ministerio de Sanidad recoge en el ‘Plan de Parto y Nacimiento’ que estas intervenciones han de estar sujetas a una “causa justificada y contar con el consentimiento de la madre”, conforme a la Ley de Autonomía del Paciente. Murialdo mantiene que no se cumple y que se siguen priorizando la comodidad, las ganancias económicas y los estereotipos de género en salud reproductiva que limitan la competencia de las mujeres para adoptar decisiones. Explica que hay autores que hablan de una “demanda inducida” del parto programado en el ámbito privado y “concluyen que los médicos brindan un cuidado excesivo porque así sostienen las finanzas del hospital”.
“La clave está en los saberes expertos que legitiman a un profesional a recomendar según qué prácticas”, afirma la experta en parto respetado, “la legitimidad que socialmente se le ha otorgado a esos saberes expertos hace que las mujeres confíen en el criterio médico que se expone para justificar esa intervención, pero carecen de información y de capacidad de decisión. Aquellas mujeres que deciden informarse por su cuenta y llegan a tomar una decisión por sí mismas pueden ser sometidas a presiones e incluso ser amenazadas con emitir una orden judicial que las obligue, tal y como le ha ocurrido a mujeres que han venido a El Parto es Nuestro”. Esas actitudes, dice, reflejan una estigmatización de las capacidades de decisión de las mujeres.