Una mujer da a luz a su primera hija en un hospital en alguna parte del mundo. Nada especialmente sorprendente, salvo para quien lo vive. Pero la cosa cambia cuando eres una de las pocas primeras ministras que gobiernan hoy en día en el mundo. Ha sucedido con Jacinda Ardern, la primera ministra de Nueva Zelanda, que parió este jueves a su hija y se convirtió así en la primera líder mundial en dar a luz en el ejercicio de su cargo en los últimos treinta años. La imagen de ella con su bebé en brazos y su pareja al lado es, además de la estampa de una nueva familia, una foto que rompe con el estereotipo de poder: trajes, corbatas, edificios oficiales sustituidos por la ternura, el hospital, la vulnerabilidad del posparto.
Según los últimos datos de la ONU, solo 17 mujeres ejercen la máxima responsabilidad política en sus países, es decir, son jefas de estado o de gobierno. Es el caso de Alemania, Croacia, Nepal o Estonia. Algunas tienen familia, pero ninguna había dado a luz estando en el cargo. La última en hacerlo fue Benazir Bhutto, la primera ministra de Pakistán, en 1990. Vistos los números, las probabilidades de visibilizar un embarazo, un parto o una reciente maternidad en un puesto de máxima responsabilidad política, disminuyen.
“Que la imagen sorprenda o pueda llegar a chocar tiene mucho que ver con el estereotipo de género que tenemos. El poder se ve como algo ligado al hombre, tanto en política como en economía. Y cuando es una mujer tenemos más interiorizado un prototipo como Merkel o Thatcher, sin hijos o sin cargas familiares aparentes”, dice Teresa Jurado, socióloga y experta en en políticas sociales comparadas, familia y género.
Ese choque, además de con lo inusual de la imagen, tiene que ver con lo que sugiere culturalmente la maternidad: “Las mujeres tienen dos mandatos: el de ser buena madre y el de ser una profesional impecable y muy productiva. Cuando vemos a una profesional que es madre seguramente pensemos, ¿cómo lo hará? Y seguramente mucha gente piense que o será mala madre o será una mala primera ministra o externalizará el cuidado. Nadie pensará en si su pareja es corresponsable o en si tiene un buen equipo o en si es buena delegando y organizando su trabajo”, apunta Jurado.
Ardern ya comunicó durante su embarazo cómo sería su organización una vez diera a luz. Ella cogería un permiso de seis semanas, mientras que su pareja se convertiría es un 'stay-at home dad', es decir, se dedicará al cuidado de su hija. Durante esas dos semanas, Ardern será sustituida por su viceprimer ministro, con el que asegura tener “una gran relación” que hará que el equipo funcione.
Chacón, Santamaría, Díaz, Colau
En España, la figura de una política relevante embarazada ya no es nueva. En 2008, la entonces ministra de Defensa, Carme Chacón, rompía los esquemas pasando revista a las tropas con una barriga de siete meses. Después, Soraya Sáenz de Santamaría llegaba a la vicepresidencia con la maternidad recién estrenada, Susana Díaz comunicaba su embarazo y daba a luz durante su mandato como presidenta de Andalucía, y Ada Colau hacía lo propio como alcaldesa de Barcelona.
Precisamente Ada Colau cree que el hecho de que Ardern haya sido la primera líder mundial en dar a luz en el cargo en treinta años es una señala clara del “machismo que atraviesa toda la sociedad”. “No es normal que en pleno siglo XXI sea excepción que haya mujeres ocupando lugares de máxima decisión política y que además sean madres. Las mujeres tienen que tener la opción de combinar su profesión, la que sea, con la decisión de ser o no madres, de hacer uno, cuatro, seis meses de baja... lo importante es que sea una opción libre, sin renuncias ni imposiciones por el hecho de ser mujer”, afirma.
Colau se muestra convencida de que de que política “no tiene futuro si no es conciliable con la vida”. Para eso, añade, hay que cambiar la forma de hacer política, algo que no solo beneficiará a las mujeres, “también ganarán los hombres”. Reorganización de los tiempos de trabajo para “ganar tiempo a los cuidados y los afectos” y dejar de entender la conciliación como algo solo de mujeres, dice, es esencial para lograr una “sociedad mujeres y hombres más libres y felices”.
Para la presidenta de la Fundación Mujeres, Marisa Soleto, las imágenes descritas de políticas de primer nivel embarazadas hablar de una “casi normalidad” en España. “Que aún hablemos de esto tiene que ver con los procesos de discriminación y dificultad de acceso a los más altos cargos. La maternidad es la gran causa de discriminación y vivimos en una cultura que ha separado radicalmente poder y maternidad, por eso aún sorprende”, dice.
Por eso, prosigue Soleto, seguir acumulando ejemplos servirá para reforzar la normalidad y caminar hacia una sociedad donde la maternidad sea “perfectamente compatible” con las responsabilidades pública: “Eso es una democracia sana, una expresión de igualdad en el sentido de que la maternidad no constituye un elemento de discriminación”.