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Pasar el confinamiento con hijos adolescentes: relajar límites, permitir el espacio propio y descubrirles

Adolescentes confinados: el dilema de las reglas y la flexibilidad

David Noriega

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El anuncio del decreto de alarma que obliga al confinamiento supuso, hace ya más de un mes, un quebradero de cabeza añadido para muchas familias con hijos e hijas adolescentes. En una etapa en la que los jóvenes comienzan a fraguar su propia identidad y la necesidad de autoafirmación lleva a tensionar las relaciones con sus adultos de referencia, encerrarse en casa con sus padres y trasladar ciertas normas al aislamiento se antojaba una tarea complicada. Cuatro semanas después, muchos se han sorprendido para bien.

“Cuando les dije que no podían salir, se lo tomaron fatal”, explica Maite, que tiene dos hijas de 15 y 18 años. “Ahora estoy un poco sorprendida por cómo van las cosas, mejor de lo que yo pensaba”, reconoce. “Sobre todo con la mayor, los primeros tres días fueron muy mal. Era una cosa que no concebía, ¿por qué iba a tener que estar en casa dos semanas si estaba bien? Fue una odisea, pero luego cuando fue viendo que todas sus amigas se quedaban en casa, la cosa se calmó”, explica.

“Ellos tienen la necesidad de imponerse a la norma, porque creen que viene impuesta por sus padres. Por eso es importante que entiendan que estas prohibiciones no te las imponen tus padres, que es por algo de la sociedad, que vean que viene de algo más grande”, indica el responsable del Servicio de Mediación en Familias con hijos e hijas adolescentes de la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF), Gregorio Gullón, que atiende el teléfono habilitado para ayudar a familias que lo necesiten durante el confinamiento.

Saber gestionar lo que Maite llama “momentos de negación” ha sido clave estos días. “Intento dejarles su espacio, con los años he aprendido que es cuando mejor responden”. Un espacio que en una situación excepcional como la actual es fundamental. “El adolescente necesita de introspección: meterse en su habitación y estar encerrado horas. Los padres no deben entenderlo como un rechazo. En otro contexto igual pueden llevarlo fuera de casa, pero ahora no. Hay que entenderlo sin darle otro significado”, explica Gullón.

“No entrar al trapo”

“Yo les dejaría su espacio”, coincide la psicóloga Mónica Manrique, que señala la importancia de “no entrar al trapo con adolescentes encarcelados”. “Ellos tienen el resorte de la ira mucho más fácil que el de los adultos, por lo que lo mejor, si se genera un conflicto, es apartarse, dejar que la tormenta pase y, después, ya se tratará o negociará”, desarrolla. Contando, claro, con que la situación socioeconómica de cada familia es diferente y determinante. “No es lo mismo cinco personas en un piso de 30 metros que en un casoplón con su habitación, su ordenador, etc.”.

Teniendo en cuenta estas diferencias y que los adolescentes no responden a un estereotipo único, los expertos recomiendan mantener ciertos límites durante el confinamiento, pero con más permisividad que en situaciones normales. Principalmente, con las pantallas. “Sus figuras de apego son sus amigos y necesitan mucho contacto con ellos. Gracias a las nuevas tecnologías, siguen teniendo ese contacto”, señala Gullón. “A las maquinitas solo jugábamos el fin de semana, pero estos días le hemos tenido que dejar. Tienes que ceder un poco para que pueda estar entretenido y, sobre todo, relacionarse con los amigos”, dice la presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos, Leticia Cardenal.

En casa de Mar Cueto han hecho algo parecido. Tiene una hija de 17 años, otra de 12 y un hijo de 13. “Como al principio se suponía que era para 15 días, les dejé un poco de libertad, dentro de hacer las tareas que les mandaban los profesores”, explica. Como curiosidad, reconoce que su hijo “juega menos a la consola que antes, pero igual está viendo otras cosas, películas o con su hermana. La mayor está en su mundo, en la habitación”. “Como están ganando autonomía, es una buena oportunidad para que se organicen y se gestionen”, apunta Manrique.

Mejor una videollamada

El profesorado de la Red Pública de Educación de la Comunidad de Madrid ha publicado un documento en el que aconsejan establecer un calendario con el uso de pantallas y limitar la exposición a estos dispositivos a dos horas al día para evitar la hiperconexión y el uso abusivo de multipantallas. Entre sus recomendaciones, por ejemplo, “mejor hacer una videollamada con un par de amigos 15 minutos, que no estar dos horas al WhatsApp”. Los expertos consultados por eldiario.es, no obstante, son más partidarios de fomentar lo analógico que de prohibir lo digital.

“Aprovechamos para hacer más cosas en familia”, explica Mar, “además ahora el padre también esta en casa con ellos (la conversación se produjo durante las restricciones para los trabajadores en actividades no esenciales) y tienen ese beneficio de que lo ven más”.

“En lo que hacen hincapié las familias es en que los chicos están sobrecargados de tareas y les cuesta llevar el ritmo”, señala Cardenal. “En CEAPA siempre hemos estado en contra de los deberes, porque creemos que generan muchas desigualdades. En esta ocasión, más de lo mismo. Va a depender de los recursos que tengas en casa. Habrá alumnos y alumnas que tengan ordenadores en casa y otros que no. En mi casa tenemos un ordenador, con el que teletrabajo, así que es complicado”, desarrolla. “Nosotros tenemos un ordenador, pero ellos son tres. La mayor lo necesita mucho más, porque está haciendo cosas que le mandan y los pequeños están más con el móvil, pero no abre todos los formatos y se dejan la vida. Eso es lo peor”, coincide Mar.

“Me preocupa porque le está afectando. Está en la universidad, las clases online no funcionan y siente que está perdiendo su vida, sus amigos, su tiempo...”, añade Maite sobre las preocupaciones académicas de su hija.

“Reconstruir la relación con tu hijo”

“Los adolescentes van a vivir esta situación con ansiedad, especialmente si ven que sus padres les trasladan más ansiedad”, indica Gullón. Los padres deben entender que no es tan importante que se cumplan todas las normas al 100% y sí que sus hijos sepan que se pueden apoyar en ellos, que son los adultos y que los chicos tienen que ver que ellos llevan el volante, que manejan la situación“, continúa.

“Yo les diría a los padres que vean la oportunidad de descubrir quiénes son sus hijos ahora, de adolescentes. Cuando tienes hijos y van creciendo tienes el sentido de pérdida, ¿dónde está mi niño?”, apunta Manrique. “Tal vez hay que planteárselo como una oportunidad para reconstruir la relación con tu hijo. En el día a día, en el poco tiempo que tienes quieres hablar de estudios y de las cosas que te preocupan a ti y no a ellos. Igual este es un buen momento para hablar de las cosas que les preocupan a ellos”, añade Gullón.

Precisamente, dos adolescentes, Aroa Méndez y Xao Feixa, han publicado el 'Diario de una adolescente en cautiverio', incluido en el ebook 'Adolescentes confinad@s: de la cultura de la habitación a la cibercultura', un “anti-libro de ayuda para padres y madres desorientados, del antropólogo Carles Feixa Pàmpols.

“Lo de pasar tanto tiempo con nosotros creí que iba a ser caótico, porque estamos en plena adolescencia y no es fácil, pero se llevan mejor con nosotros en casa. Participa mucho más en las conversaciones, ve películas con nosotros... ¡hasta hemos hecho ejercicio juntas! La echaba mucho de menos y estos días se involucra mucho más”, se alegra Maite.

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