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Acción europea contra el coronavirus y la 'coronaeconomía'

Pepe Álvarez

Secretario general de UGT —

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Europa está viviendo dos crisis que se solapan. Una crisis provocada el coronavirus, y otra, que más que una crisis es un escándalo vergonzoso, por la situación de las personas migrantes y refugiadas (hay que recordar que en su mayoría es gente que huye de la guerra y busca asilo) en la frontera griega. Dos crisis que se pueden ver agravadas por otra tercera: las consecuencias del Brexit.

La preocupación es evidente, y así se está demostrando este lunes en el Comité Ejecutivo de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), de la que soy vicepresidente, donde estamos debatiendo sobre estos y otros pasos a seguir, pensando en la salud de todos los trabajadores y trabajadoras, pero también en sus empleos y sus salarios, y en las consecuencias sociales, laborales y económicas de esta situación.

La frontera de Grecia con Turquía no es sólo frontera griega, sino de la Unión Europea (UE), y por eso toca a la UE mover ficha. El acuerdo con el presidente de Turquía, como denunciamos en su momento, era un mal acuerdo sometido a la voluntad de una persona tan poco de fiar como el Recep Tayyip Erdogan. El ominoso trato que se da a los migrantes se agrava ahora con las bombas de humo y gases lacrimógenos que se les arroja desde Turquía y con los que se impide su llegada a Grecia.

Grecia es un buen ejemplo de lo que se ha hecho en el continente con las políticas de austeridad que recortaron servicios públicos e impidieron e impiden que los estados puedan dedicar fondos para este tipo de asuntos al contabilizarse como gasto público a la hora de presentar cuentas para el semestre. Así que en Grecia tenemos un drama humanitario propiciado por la política vergonzosa de la UE que se expresa en servicios públicos recortados, austeridad que impide la acción política, una Unión Europea que mira para otro lado.

Se pone de manifiesto que este precario estado en el que se encuentra el mundo tiene mucho que ver con una globalización que siempre ha sido avariciosa, que pretende quedarse con todo y para unos pocos. Una globalización que ha conseguido que en la UE no sólo falten ya piezas para las fábricas europeas, sino incluso alguno de los agentes que se utilizan para fabricar medicinas.

La misma forma de globalización que con sus políticas austeras-cicateras buscaba descentralizar la negociación colectiva y debilitarla, y que ha provocado el empobrecimiento masivo de los trabajadores y trabajadoras y de las sociedades en las que viven.

Me gustaría pensar en positivo y creer que la omnipresente crisis del coronavirus es una oportunidad para darle la vuelta a las cosas, para romper de una vez por todas con el austericidio, para poner en primer lugar a las personas.

Es por ello por lo que exigimos que se permita a los Estados miembro de la Unión destinen recursos para frenar estas catástrofes sin que se les penalice por ello; que la UE ponga a disposición fondos (incluido el gran monto que atesora el Fondo de Estabilidad) ; que el Banco Central Europeo intervenga mediante estímulos económicos; acabar ya con las políticas de austeridad, tanto en lo que se refiere al gasto como en lo que tiene que ver con los servicios públicos (y la calidad del empleo); que los Estados de la Unión garanticen no sólo las prestaciones existentes sino que se constituya un fondo especial para que los trabajadores y trabajadoras (incluidas las personas autónomas) perciban el 100% de sus retribuciones si se vieran afectados por la enfermedad o la cuarentena; que se frenen de inmediato los expedientes de regulación de empleo (temporales o definitivos) que puedan llevarse a cabo al calor de la crisis del coronavirus; etc. Por cierto: un buen momento éste para recordar a los cada vez más trabajadores de las plataformas que, en gran medida, están constituidos por falsos autónomos: ¿qué prestaciones recibirá un rider en cuarentena?

Quiero celebrar los primeros anuncios de la Comisión Europea. Ahora bien, Europa necesita una política estratégica y coordinada para afrontar este problema, y no sólo medidas paliativas y de carácter aislado. Debemos observar este problema desde la óptica de la globalización.

Es fundamental crear estabilidad y confianza, para evitar colapsos y situaciones como la crisis de 2008 y 2011. Igual que la Troika actuó en su momento, imponiéndonos medidas de austeridad, en esta ocasión debería actuar de manera coordinada precisamente para todo lo contrario: evitar la asfixia y el colapso del sistema económico europeo.

Por todo esto, tenemos que volver a la negociación colectiva y al diálogo social, para tomar todas estas medidas de manera consensuada, con la participación de los agentes sociales, tanto a nivel nacional como de la Unión Europea, fundamentales para negociar y vertebrar en el ámbito laboral y económico las medidas que se adopten. La recuperación del consenso es esencial para afrontar una amenaza de estas características.