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Por un activismo perenne

Nieves Rey

Directora de comunicación de Ecoembes —

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Hoy es el Día Mundial de la Educación Ambiental. Puede ser un domingo cualquiera de sobremesa, siesta y fútbol para algunos. O un día mundial más que añadir al interminable calendario de batallas bienintencionadas para otros. Pero –por suerte, convencimiento o necesidad– cada vez somos más los que identificamos en este 26 de enero un motivo de reflexión y reivindicación del valor del compromiso medioambiental basado en el conocimiento.

Compromiso, medio ambiente, educación… son de esas palabras con vocación de conceptos en riesgo de sobreexplotación. No hay brindis al sol que se precie que no sucumba a la tentación de incorporar alguna llamada –tan voluntarista como vacua– a la grandilocuencia de los grandes desafíos de la humanidad. Por eso, cuando se habla de educación ambiental es tan importante llevar las gafas de lejos puestas, pero con los pies bien pegados al suelo; porque muchas veces de tanto anhelar la meta, se nos olvida la importancia de mancharnos las botas por el camino.

Es precisamente aquí donde en Ecoembes nos sentimos cómodos; en el terreno de la acción, de las soluciones colaborativas y de los compromisos tangibles. Es decir, en el barro de la toma de decisiones que nos empujan, despacio pero con firmeza, en la dirección correcta. Lo hacemos movidos por un motor que alimentamos a diario, por una máxima irrenunciable: el activismo transformador se basa en la educación. Sin ella, el compromiso ambiental caduca rápido.

Para profundizar en el conocimiento del entorno y evitar así ese riesgo de relegar el medio ambiente a una moda nació Naturaliza, nuestro programa de empoderamiento medioambiental del alumnado de primaria a través de los profesores. Gracias a estos docentes estamos consiguiendo incorporar una mirada ambiental a los contenidos curriculares de los estudiantes más jóvenes, contribuyendo a que cada uno de ellos se identifique a sí mismo como un activo valioso en la defensa de la naturaleza, de su cuidado y su conservación. Y todo ello a través de la formación gratuita para el profesorado a través de la Escuela de Docentes Naturaliza, recursos educativos adaptados, metodologías activas de enseñanza y aprendizaje cooperativo y basado en proyectos, el desarrollo de las inteligencias múltiples o el fomento del aprendizaje al aire libre.

Hoy, apenas un año y cuatro meses después de su puesta en marcha, cerca de 1.000 profesores de primaria de toda España forman parte ya de Naturaliza. Gracias a ellos estamos consiguiendo que más de 40.000 niños sean aún más conscientes del frágil equilibrio en el que se sostiene el entorno natural en el que viven y, por lo tanto, a protegerlo y cuidarlo. A amarlo, en definitiva, a largo plazo, inmunizados contra la inacción y la tentación efímera de la moda.

Esta misma llamada a la acción basada en el conocimiento es la corriente de fondo que también mueve Libera, la iniciativa de SEO Birdlife y Ecoembes con la que aspiramos a acabar con la presencia de basuraleza a través de tres poderosas palancas de cambio: la ciencia, la prevención y la participación. Ciencia, para sensibilizar desde el rigor y actuar desde el conocimiento; prevención, para transformar el despilfarro en responsabilidad; y participación, para convertir el compromiso individual en acción colectiva.

Hoy somos más de 30.000 voluntarios Libera y más de 800 asociaciones participantes los que nos movilizamos, actuamos y reivindicamos la responsabilidad colectiva del cuidado y respeto al medio ambiente. Los que gritamos que, sea de quien sea la basura abandonada en nuestro entorno, siempre es nuestro problema. Los que nos manchamos las botas a diario para conocer la dimensión del desafío y, a continuación, nos ponemos a trabajar por un objetivo común. Y en el actual contexto de urgencia climática la colaboración valiente, inconformista y generosa de las empresas y otras organizaciones públicas y privadas se hace, si cabe, aún más necesaria. Es en este escenario donde creo firmemente que la labor de Ecoembes adquiere su máximo sentido y valor; articulando una respuesta coordinada, directa e involucrativa a un problema común.

Porque el compromiso ambiental, cuando se basa en la educación, se convierte en activismo transformador que ni descansa ni tiene fecha de caducidad. En ese activismo que conoce lo que protege y protege lo que ama. En un activismo, en definitiva, que no cabe solo en un hashtag y que adquiere sentido en cualquier domingo, de cualquier día mundial, en cualquier lugar del planeta. Hoy, aquí y ahora, por ejemplo.