La extensión de la COVID-19 nos está suponiendo enfrentarnos a una crisis de enormes dimensiones que tendrá repercusiones sociales, económicas y políticas en todo el mundo. Pero sus consecuencias serán especialmente graves para las personas en situación de mayor vulnerabilidad. La ONU estima que si no hacemos nada se podría duplicar el número de personas que pasan hambre en el mundo haciendo más difícil la consecución del ODS 2 de poner fin al hambre en el mundo asegurando la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición.
Y en este contexto la cooperación para el desarrollo es una herramienta esencial para apoyar a los países con menos recursos y opciones. Como viene alertando el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) “sin el apoyo de la comunidad internacional corremos el riesgo de un retroceso masivo de los logros conseguidos en el desarrollo de las últimas décadas tanto en vidas como en derechos básicos, oportunidades y dignidad”.
Las ONGD madrileñas pedimos un firme compromiso y solidaridad de nuestros gobiernos autonómicos y locales con la política pública de cooperación internacional para hacer un ejercicio de empatía, responsabilidad y solidaridad hacia los países empobrecidos que combatirán la pandemia desde una posición de gran debilidad. En definitiva, las ONGD pedimos lo mismo que nuestros gobiernos solicitaron al resto de la Unión Europea: una solución global, altura de miras y no dejar a nadie atrás. Pero la apuesta por la cooperación internacional no es solo una apuesta por la solidaridad y la justicia social, sino también por la inteligencia colectiva. En un mundo tremendamente interconectado, no podemos construir burbujas aisladas de bienestar: esta es una crisis mundial que sólo podremos enfrentar con una visión y articulación global.
Y queremos destacar la importancia de la cooperación descentralizada, aquella que se canaliza a través de los gobiernos autónomos y locales. Según datos de la OCDE de 2015, uno de cada tres euros de la ayuda bilateral española tenía su origen en presupuestos autonómicos y municipales lo que convierte a nuestro país en el mayor donante de ayuda descentralizada en términos relativos. Una cooperación que se ha gestionado fundamentalmente en colaboración y a través de las ONGD.
Por otra parte, la Agenda 2030 aporta el necesario marco referencial universal que será necesario para buscar soluciones globales para esta crisis global. Y para lograr su cumplimiento el papel de las administraciones locales será indispensable: en cada uno de sus 17 ODS, la Agenda 2030 introduce asuntos como la gestión del agua, el transporte público, la participación ciudadana o la integración de inmigrantes y también la cooperación internacional para el desarrollo, que son competencia de gobiernos locales y regionales.
Por ello, y cuando recientemente se han cumplido cinco años de su aprobación por las Naciones Unidas, las ONGD madrileñas demandamos a nuestras administraciones que pongan en marcha las siguientes medidas para que esta crisis la afrontemos en el marco de la Agenda 2030 garantizando el ejercicio pleno de derechos humanos universales, teniendo en cuanta la sostenibilidad ambiental y no dejando nadie atrás:
1. Apoyar a las organizaciones de la sociedad civil que desde el inicio de la crisis sanitaria han creado rápidamente redes de ayuda a la población más vulnerable. Es necesario seguir apoyando a asociaciones vecinales, deportivas, culturales y otras organizaciones de la sociedad civil que por conocimiento y cercanía a la población a la que atienden son un complemento indispensable a la labor de las administraciones.
2. Fortalecer los servicios públicos que garantizan para toda la sociedad el ejercicio pleno de derechos tan fundamentales como la educación y la salud. La pandemia está demostrando que solo un servicio público, gratuito y universal nos permitirá alcanzar el ODS 3 de garantizar una vida sana y promover el bienestar para todas las personas. Por otra parte, la crisis sanitaria ha ampliado la brecha educativa y es necesario atender las nuevas necesidades educativas para que todos los niños y las niñas tengan acceso a una educación de calidad en cualquier circunstancia.
3. Impulsar la cooperación internacional para el desarrollo en el marco de la Agenda 2030 aumentando las partidas con fondos adicionales para dar respuesta a la situación de emergencia que la COVID-19 pueda provocar en los países en los que trabajamos, especialmente en el área de la salud y apoyar la elaboración de Planes Estratégicos que pongan de manifiesto el compromiso de las administraciones con la cooperación internacional para el desarrollo.
4. Ayudar y proteger a las personas mayores y dependientes es lo que nos hace más humanos. Es necesario crear y proteger de manera adecuada espacios seguros donde mayores y dependientes puedan ser atendidos con todas las garantías para su salud y donde puedan sentirse acompañados por sus familiares. Una red pública de residencias de mayores y dependientes garantizará ese derecho.
5. También las personas migrantes y refugiadas deben contar con nuestro apoyo y ayuda. Ningún ser humano es ilegal y todas las personas tenemos el derecho a movernos de nuestros lugares de origen bien para buscar un sitio mejor para nuestro desarrollo personal o bien empujados por contextos de insostenibilidad para la vida. Y en los lugares de acogida se debe garantizar el derecho al refugio y asilo y proporcionar las condiciones más adecuadas para la integración.
6. Como en todas las crisis económicas, sociales y políticas que la humanidad ha atravesado también ahora se están agudizando graves problemas como la desigualdad, no solo entre países sino dentro de cada país creando bolsas de pobreza. Se deben reforzar los esfuerzos de redistribución de la riqueza para que quienes más tengan más aporten para sostener un estado de bienestar que proporcione cohesión a nuestras sociedades. Solicitamos disminuir los impuestos indirectos como el IVA por ser los menos redistributivos y por otra parte incrementar los impuestos directos para las grandes fortunas, apoyar los impuestos de transacciones financieras y redoblar a lucha contra el fraude y la evasión fiscal.
7. En el impulso a la reconstrucción económica hay que tener en cuenta todo el tejido empresarial, grandes, medianas y pequeñas empresas y también la empresa social y solidaria y el sector del cooperativismo, que son uno de los sectores que más empleo y de más calidad crea y que aporta valores de solidaridad y de responsabilidad social. Por ello, pedimos que se impulse la incorporación de estas empresas en la contratación pública y se priorice su colaboración en las de subvenciones públicas de proyectos.
8. Y no debemos olvidarnos que según muchos informes científicos esta pandemia se debe en gran parte a la destrucción de espacios naturales en todo el mundo. Es hora de apostar por una economía verde y sostenible con grandes potencialidades en la creación de empleo como las energías sostenibles, un turismo menos masificado, y un consumo estacional y de proximidad.
Y, por último, en un mundo cada vez más urbanizado, solicitamos ciudades más verdes y sostenibles que den protagonismo a las personas y que potencien sistemas de movilidad menos contaminante.