La catástrofe humanitaria en Gaza y la violación del derecho internacional
Para entender cabalmente la trascendencia de la catástrofe humanitaria a la que se enfrentan los dos millones de habitantes de la Franja de Gaza y la seriedad que revisten las violaciones al Derecho Humanitario Internacional en el conflicto entre Israel y Hamás, es importante desgranar lo que implican estas expresiones.
La acción humanitaria consiste en la ayuda y las medidas destinadas a salvar vidas, aliviar el sufrimiento y mantener y proteger la dignidad humana durante los conflictos y las crisis provocadas por el hombre, o por los desastres naturales y después de ellos, o para prevenir que se produzcan esas situaciones y se fortalezca la preparación ante ellas.
Lo que la distingue de otras formas de ayuda y cooperación es que debe guiarse por los principios de Humanidad (salvar vidas humanas y aliviar el sufrimiento dondequiera que se encuentre); Imparcialidad (actuar únicamente sobre la base de la necesidad, sin discriminación entre las poblaciones afectadas o dentro de ellas); Neutralidad (actuar sin favorecer a ninguna de las partes en un conflicto armado u otra disputa cuando se lleve a cabo dicha acción), e Independencia (asegurar la autonomía de los objetivos humanitarios con respecto de los objetivos políticos, económicos, militares o de otra índole que cualquier actor pueda tener en las zonas donde se lleva a cabo la acción humanitaria).
Esto define claramente la necesidad de garantizar un Espacio Humanitario para poder salvar vidas y proteger y aliviar el sufrimiento de la población civil, lo cual es imposible de garantizar si hay ataques indiscriminados y bombardeos masivos que van más allá de objetivos militares y diezman a la población civil inocente.
Uno de los principales retos de la acción humanitaria siempre ha sido conseguir el acceso a los beneficiarios. Si bien la geografía y la topografía son un obstáculo clave para las operaciones, el entorno político suele ser el principal desafío.
Tras el final de la Guerra Fría los trabajadores humanitarios pudieron acceder a zonas anteriormente inaccesibles debido a la polarización o a la resistencia política, como sucede en las guerras de poder o en los conflictos congelados. Durante los años noventa hubo un pico de grandes operaciones humanitarias, incluyendo la ex Yugoslavia y Ruanda. Sin embargo, desde entonces se han producido cambios considerables en lo que ahora se conoce como espacio humanitario.
El término espace humanitaire fue acuñado por primera vez por el expresidente de Médicos Sin Fronteras (MSF), Rony Brauman, quien lo describió en 1990 como: “Un espacio de libertad en el que seamos libres de evaluar las necesidades, libres de monitorear la distribución y el uso de los bienes de socorro y tener un diálogo con la gente”.
La tarea de la diplomacia humanitaria, especialmente en materia sanitaria, es la creación y ampliación del espacio humanitario para abordar los imperativos humanitarios a través de intervenciones sanitarias directas u orientadas en torno a los valores sanitarios.
Entre las diversas formas en que se ha utilizado el término se encuentran las siguientes: la denotación de lugares físicos que están fuera del ámbito de ataque de cualquiera de las partes en el conflicto; el respeto de los principios humanitarios fundamentales; la capacidad de los organismos internacionales de ayuda y protección para mitigar la situación de los civiles afectados por el conflicto; o crear el entorno operativo propicio para una acción humanitaria eficaz.
A pesar de la falta de un acuerdo común sobre su definición, existe un entendimiento generalizado de que en los últimos tiempos se ha producido una erosión constante y progresiva del espacio humanitario, que en el caso de la Franja de Gaza ha llegado al extremo.
El acceso a la atención de la salud para las personas afectadas por los conflictos es el punto de partida histórico de la acción humanitaria. La primera petición del suizo Henry Dunant, uno de los fundadores del Comité Internacional de la Cruz Roja, era la de dar una mejor atención a los soldados heridos en tiempos de guerra. Frente a los horrores del campo de batalla, también sugirió que los soldados heridos tuvieran acceso a la atención independientemente del bando en el que estuvieran luchando, prestado por personal sanitario que no perteneciera a las fuerzas armadas y que fueran identificables por un emblema: una cruz roja sobre fondo blanco.
Estos acontecimientos posteriores a la batalla de Solferino condujeron a la creación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y al desarrollo del Derecho Internacional Humanitario, las llamadas “reglas de la guerra”, marcando el comienzo del movimiento humanitario que ha crecido en alcance e importancia.
En 1864 se firmó en Ginebra el 'Convenio para aliviar la suerte de los heridos en los ejércitos de campaña', que sentó las bases del derecho internacional humanitario. El tratado buscaba limitar el sufrimiento experimentado en tiempos de guerra. La expansión del derecho humanitario condujo, en 1949, a la adopción de los cuatro Convenios de Ginebra, complementados en 1977 por dos Protocolos Adicionales.
Los elementos centrales del Derecho Internacional Humanitario actual son Los Convenios de Ginebra de 1949 que protegen a los heridos y enfermos de las fuerzas armadas en campaña (primera Convención); los heridos, los enfermos y los náufragos de las fuerzas armadas en el mar (segundo Convenio); los prisioneros de guerra (tercer Convenio); las personas civiles en tiempo de guerra (cuarto Convenio). Por su parte, los Protocolos Adicionales de 1977 se refieren a las víctimas de los conflictos armados internacionales (protocolo adicional I) y a las víctimas de los conflictos armados no internacionales (protocolo adicional II).
Desde sus orígenes en el siglo XIX, la salud ha sido central en el marco del Derecho Internacional Humanitario. El principio de humanidad está estrechamente asociado con el imperativo médico de no hacer daño, de aliviar el sufrimiento y de proteger la vida. El Derecho Internacional Humanitario va más allá de la salud e incluye importantes elementos de protección y respeto de los derechos humanos en situaciones de conflicto. Pero los valores sanitarios, las intervenciones sanitarias y el refugio seguro en los centros de salud y para el personal sanitario, son de suma importancia
El personal sanitario está obligado por la ética y los deberes deontológicos a brindar atención a todos. Como tales, los trabajadores sanitarios prestan servicios a todos los necesitados y, por lo tanto, se consideran neutrales y no sirven a ninguna de las partes del conflicto. Sobre la base de esta obligación básica, deben tener acceso a todos los pacientes para poder ayudarlos. El Derecho Humanitario Internacional reconoce su papel especial y los protege para que puedan cumplir con su deber. Específicamente, contiene normas sobre la protección del personal sanitario que establecen un derecho de paso para los transportes sanitarios y los que se encuentran en misión médica. De este modo, la Regla 25 establece: “El personal médico asignado exclusivamente a tareas médicas debe ser respetado y protegido en todas las circunstancias. Pierden su protección si cometen, fuera de su función humanitaria, actos perjudiciales para el enemigo”. Sin embargo, los trabajadores de la salud siguen siendo objeto de ataques y agresiones en el contexto de conflictos y otras situaciones de violencia, lo cual está siendo muy evidente en el caso de la Franja de Gaza.
Lo anterior permite contextualizar lo que está ocurriendo en estos momentos en Oriente Próximo y dimensionar los crímenes de lesa humanidad que están siendo perpetrados ante la parálisis internacional para evitarlos.
La crisis humanitaria a la que ha estado sujeta la población que vive en la Franja de Gaza durante los últimos 15 años, al vivir en un gueto que ha constituido un apartheid de facto, ha cobrado dimensiones de verdadera catástrofe humanitaria a raíz del estallido del conflicto entre Israel y Hamás.
Tras la incursión terrorista de Hamás en Israel el pasado 7 de octubre, el asesinato de alrededor de 1.200 civiles y la captura de rehenes, todos ellos actos deplorables, condenables y violatorios de las “leyes de la guerra”, se ha producido una respuesta desproporcionada por parte de Israel, absolutamente condenable, y asimismo violatoria del derecho humanitario internacional. Más que una guerra contra Hamás, es decir, una ofensiva contra objetivos político-militares del grupo radical responsable del ataque terrorista, esta respuesta está suponiendo a toda la población palestina residente en la Franja de Gaza lo que para muchos es un genocidio.
Los ataques indiscriminados que afectan y matan a la población gazatí, la destrucción masiva de viviendas e infraestructuras vitales, el ataque a establecimientos sanitarios, escuelas y campos de refugiados, la entera devastación de un territorio y la agudización del cerco que deja sin suministros e insumos vitales a una población de alrededor de dos millones de personas está resultando en una carnicería transmitida en directo por los medios de comunicación, que nos muestran un territorio y una población sitiados medievalmente en pleno siglo XXI. Las convenciones de Ginebra, que conforman el derecho internacional humanitario, están siendo flagrante e impunemente violadas y se están perpetrando crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.
La Agencia de Coordinación Humanitaria de las Naciones Unidas (OCHA) informa del fallecimiento de 11.078 palestinos en la Franja de Gaza, 128 en Cisjordania y cerca de 1.200 en Israel, así como una cifra de 27.490 heridos. Se han destruido alrededor de 41.000 unidades habitacionales en la Franja y el 80 por ciento de la población, cerca de 1,7 millones de personas, son desplazados internos. La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados palestinos (UNRWA) ha dado a conocer algunos datos escalofriantes: 104 funcionarios de esta agencia han muerto desde el comienzo de la guerra, el número más alto de trabajadores humanitarios de las Naciones Unidas fallecidos en una situación de conflicto; 884.000 desplazados internos en la Franja de Gaza están guarecidos en 154 instalaciones de la Agencia (escuelas, campos de refugiados y otros puntos de prestación de servicios). La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que hay 2.700 personas desaparecidas o bajo los escombros, de los cuales 1.500 son niños; se han producido 152 ataques a establecimientos de atención sanitaria que han causado 534 muertes, 16 de las cuales eran trabajadores sanitarios ejerciendo sus funciones (incluidos el hospital Al Ahli y la toma del hospital de Al Shifa).
Numerosos establecimientos educativos están afectados, algunos de ellos han sido incluso bombardeados produciendo pérdida de vidas; las instalaciones de agua y saneamiento están gravemente dañadas, el abastecimiento de electricidad ha sido cortado. La población de la Franja de Gaza esta sin luz, sin agua, sin alimentos, sin salida, bajo los escombros y bajo bombardeos indiscriminados. El riesgo de brotes de enfermedades transmitidas por el agua crece cada día y la saturación y vulnerabilidad de hospitales y centros de salud es pasmosa, produciéndose numerosas defunciones que podrían ser evitables. El 69 por ciento de la infraestructura hospitalaria y el 65 por ciento de las instalaciones de atención primaria están destruidas o no son funcionales.
La ayuda humanitaria internacional está llegando a la Franja a cuentagotas. El paso fronterizo con Egipto, en Rafah, está prácticamente cerrado y hay decenas de camiones con víveres e insumos para la ayuda humanitaria, incluidos medicamentos y equipo médico, que no pueden pasar la frontera, como tampoco pueden pasar a Egipto miles de personas que quieren huir y buscan refugio.
El Corredor Humanitario por el que ha clamado la comunidad internacional no es suficiente ya. Por supuesto, es esencial viabilizar la ayuda humanitaria de alimentos, agua, medicamentos, servicios sanitarios de urgencia, techo para los desprotegidos, combustible y otros muchos insumos vitales, pero no seamos ingenuos. Este planteamiento resulta ya insuficiente cuando el 80 por ciento de la población gazati, de acuerdo con UNRWA y otras agencias de las Naciones Unidas, está en situación de vulnerabilidad humanitaria, cuando la gente trata de huir de la devastación, no tiene donde guarecerse, muere en la huida y los fallecimientos ascienden a varios miles de personas.
Además, un Corredor Humanitario no será realmente viable mientras prosigan los bombardeos indiscriminados y los ataques a la población civil. Por todo ello, un alto el fuego sostenible resulta esencial para poder dar respuesta a la catástrofe humanitaria que se vive en Gaza. No hay seguridad posible mientras continúe el asedio y los bombardeos de la infraestructura civil en una zona densamente poblada, y muy poco se logrará con una breve pausa de las hostilidades. Por otra parte, los rehenes israelíes deber ser liberados por Hamás, sin condiciones y cuanto antes.
El acuerdo de tregua entre Israel y Hamás que duraría cinco días, con una pausa en el fuego terrestre, la limitación parcial de los bombardeos aéreos, y la liberación de cincuenta a cien rehenes civiles israelíes y extranjeros y de 300 palestinos encarcelados, entre ellos mujeres y niños, es un paso positivo que otorgará un mínimo respiro, pero no tiene visos de ser un paso firme para la construcción de la paz y el cese posterior de los bombardeos y ataques indiscriminados contra la población civil.
La diplomacia sanitaria humanitaria abarca el uso de acciones sanitarias u objetivos relacionados con la salud en contextos humanitarios como un medio para la distensión, un puente para la paz, un ingrediente para la consolidación de la paz, un elemento disuasorio de los conflictos y una plataforma para la colaboración civil-militar. La salud es a la vez un ingrediente para y un dividendo tangible del desarrollo sostenible.
Los valores éticos, de derechos humanos, políticos, económicos, sociales y culturales que rodean la salud pueden ser una fuente inestimable de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia, contribuyendo así sustancialmente a la promoción de los principios humanitarios fundamentales.
La salud tiene un enorme potencial como puente para la paz, como instrumento diplomático en circunstancias de tensión, confrontación y conflicto abierto, y es importante aprovechar este potencial para mejorar su contribución a la paz y la seguridad. La antítesis de todo ello es la destrucción de la infraestructura sanitaria y los ataques al personal de salud que estamos contemplando sin que la comunidad internacional lo detenga a pesar de los numerosos llamamientos al respecto entre los que destacan los del secretario general de las Naciones Unidas y del director general de la OMS.
Consideramos que en este conflicto y en los que puedan ocurrir en el futuro, la ONU debe poder jugar un papel relevante que permita asegurar el respeto a las reglas de la acción humanitaria, lo cual permitirá salvar muchas vidas, y la OMS debe vigilar y garantizar el que no se vulneren las infraestructuras de salud ni se ataque al personal sanitario y a los enfermos ingresados en hospitales. No hay objetivo más noble.
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