Confianzas recíprocas

Joan Mena

Diputado de En Comú Podem en el Congreso —

En su encuentro con el Jefe del Estado, el presidente en funciones Pedro Sánchez ha afirmado que existe una “desconfianza recíproca” entre el PSOE y Unidas Podemos. Sinceramente, me parece una frivolidad. Cuando unas negociaciones, como las de la investidura, se encallan hay dos caminos: o se rebaja la tensión para recuperar la negociación allí donde se dejó, o se enfanga todavía más para que nada avance. Pedro Sánchez y el Partido Socialista parece que están más volcados en preparar una campaña electoral que en llegar a un acuerdo con Unidas Podemos. Parece que la repetición electoral es la opción de Sánchez.

Si fuese así, Sánchez cometería una grave irresponsabilidad. Lo peor, en política, no es generar desconfianza respecto a tu socio, aunque sea preferente. Ese tipo de desconfianzas se pueden corregir fácilmente transitando acuerdos, compartiendo gobiernos o sumando esfuerzos para hacer avanzar a España. La peor desconfianza, especialmente para las izquierdas, es la que se puede generar entre la política y la ciudadanía.

Una hipotética desconfianza entre PSOE y Unidas Podemos se puede recomponer; la desconfianza entre la ciudadanía y las fuerzas progresistas sería más difícil. Y eso es lo que Pedro Sánchez está poniendo en riesgo. Si las izquierdas defraudamos a la ciudadanía porque no somos capaces de llegar a un acuerdo programático y de gobierno, no tienen por qué otorgarnos una segunda oportunidad. Esperemos que Sánchez no equivoque su estrategia y coqueteando con una repetición electoral acabe entregando el gobierno del estado al trío de las derechas para que sean ellos los que desplieguen el proyecto deconstituyente que tienen previsto.

Han sido los propios sindicatos de clase, CCOO y UGT, quienes el pasado jueves advirtieron a Sánchez de la necesidad imperante de llegar ya a un acuerdo con Unidas Podemos. Que se deje de excusas y que se ponga a negociar con Unidas Podemos. Muy acertadamente, las centrales sindicales reconocían que existe una clara mayoría de izquierdas en el Congreso, y es obligación de quien ha ganado las elecciones transformar esa mayoría parlamentaria en una mayoría estable y de gobierno que implemente una política progresista.

Objetivos tan transformadores como derogar las reformas laborales, blindar el sistema público de pensiones o combatir la desigualdad y la precariedad laboral deben estar por encima de lo coyuntural de las confianzas políticas entre formaciones.

Además, estamos ante una oportunidad histórica también para Catalunya. Una parte del independentismo está virando su estrategia al darse cuenta de que combatir la intransigencia con más intransigencia no lleva a ningún lado. Y otra parte no tiene estrategia a largo plazo más allá de un adelanto electoral en Catalunya que no resolvería nada. Es el momento de apostar por un gobierno progresista y plurinacional que aborde desde el diálogo la situación política. Le interesa a España y también a Catalunya. Lo quiere la ciudadanía, según todas las encuestas.

Todavía estamos a tiempo. Antes del 23 de septiembre se tienen que recuperar las negociaciones entre el PSOE y Unidas Podemos para profundizar en unos acuerdos que desbloqueen la situación. Supongo que después de ejercer el poder en los tiempos del bipartidismo es difícil asimilar que los gobiernos monocolores son reliquias históricas. La política municipal ya hace tiempo que lo sabe. En los gobiernos autonómicos de la España del 2019 ya hay más ejecutivos en coalición que gobernados por una sola fuerza política. 20 de los 28 países de la Unión Europea también están gobernados por dos o más partidos. Es cuestión de meses que esa situación llegue también al gobierno central. Y Pedro Sánchez, ya sin excusas, debe decidir: o el ciclo de gobiernos plurales lo inaugura la izquierda o la derecha no tendrá ninguna duda en hacerlo.