La democracia también es esto

Exportavoz de Ciudadanos en Les Corts Valencianes y Guardia Civil en situación de retiro —
24 de noviembre de 2020 22:41 h

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He estado debatiendo con mi pareja la conveniencia de escribir este artículo. Ella me ha repetido, quizás con razón, que habría gente que no me iba a entender, y otros que no me querrían entender. Verán, he sido durante más de una década un excelente Guardia Civil. Lo sé. Estoy convencido. Me premiaron más de lo que seguramente merecí. También he sido diputado autonómico y esto me ha permitido conocer a muchos actores de la política actual. Entre ellos, a independentistas vascos y catalanes. En el año 1991 ETA asesinó brutalmente a mi amigo Fran Robles en Pasajes. Sus padres son amigos de mis padres. He tenido que ver con tristeza al papá de Fran bailar con la mirada caída a su esposa cuando lo hacen en el centro de mayores del barrio donde vive mi madre. Es terrible. Morirán con pena. No es para menos. Ese dolor se puede hacer extensible sin duda a quienes conocimos a Paco Robles y obviamente a sus amigos y demás familiares. Quede patente por tanto mi dolor y el asco absoluto a quienes han matado a amigos, compañeros y tanta gente inocente.

Cuando he sido portavoz de un grupo parlamentario, he subido al atril y he sido duro, muy duro con los asuntos relacionados con el terrorismo de ETA, con su totalitarismo, con su fanatismo sin sentido. Ese que se llevó por delante a tantas personas y niños y dejó herida física y psicológicamente a miles de personas. Ahí metí a mucha gente en la misma “saca” en parte, no me da ningún reparo reconocerlo, por desconocimiento. Cuando uno está enfadado e indignado, suele pasar. He sido un tipo despierto, siempre me ha gustado observar, experimentar, y sobre todo saber. He buscado siempre mi información. En los servicios en la policía pública me fue bien. Aprendes mucho. Sabes dónde tienes que ir a buscar si quieres saber. Pero tienes que querer, tienes que tener voluntad inequívoca de querer saber la verdad, aunque esta verdad no sea la más cómoda desde un punto de vista personal. Pero la verdad es la verdad. Habrá distintos prismas, pero solo puede haber una verdad.

También me ha tocado vivir con bochorno absoluto, y sobre todo escuchar las proclamas a favor de las víctimas del terrorismo por parte de algún partido político. Una indecencia dependiendo de dónde vengan. No voy a entrar en muchos datos, nunca jugué a eso, sobre todo porque a nadie beneficia. Y nada aporta. Y digo a nadie. Pero sí diré que es difícil “merendarse” algunos discursos hoy en día, de quienes negociaron con ETA, de quienes dejaron en libertad a muchos presos de ETA y sobre todo de quienes acercaron a presos de ETA cuando la banda aún asesinaba. Esos mismos que hoy critican el acercamiento político, y repito lo de político, a quienes abandonaron decididamente a los que defendían la lucha armada, los que también abiertamente han criticado los asesinatos y secuestros y los que han tenido la voluntad de acercarse a esas víctimas de la banda. Es un bochorno. No, esos que creen ser los portavoces, no son ni deben ser el referente de las víctimas del terrorismo, ni tampoco el altavoz. De hecho, nadie lo es. Cada víctima es un mundo y piensa de una forma diferente. Ha vivido su dolor también de forma distinta y los hay que han perdonado. Eso también considero que es un asunto dentro del ámbito totalmente privado y no público. El perdón es una cualidad humana, no se le puede exigir a nadie. 

Ejemplos claros de la diversidad de las opiniones de las víctimas del terror son por ejemplo María Jáuregui, hija del que fuera gobernador civil de Gipuzkoa. María pide “a cada preso” de ETA que reconozca que matar estuvo mal. María cree que hay que escuchar a todos. Porque simplemente todos son representantes legales del pueblo. Y cuando digo legales, es porque lo son, aunque esto produzca sarpullidos a un número elevado de ciudadanos. También pide respeto para su padre, para que nadie hable por él y que nadie manche su imagen, obteniendo o queriendo obtener un rédito político. Todos conocimos a su padre, y de lo que a nadie le cabe duda es de que fue un hombre bueno y dialogante. Con todos. Pues bien, las respuestas de algunos en redes sociales no se han hecho nunca esperar. Insultos. Frases hechas y mucha demagogia. 

Creo que nos deberíamos preguntar todos, ¿no es María Jáuregui una víctima o hija de víctima (como diría ella) autorizada? ¿no lo es también la hija de Ernest Lluch, y tantos otros que han apostado por el diálogo y el entendimiento? Porque si ellas no lo son ¿quiénes lo son? ¿Aquellos que únicamente luzcan el carnet de un partido político determinado? Para mí si lo son, al igual que José Elespe, hijo de Froilán Elespe, concejal socialista de Lasarte asesinado por ETA en 2001, quien repite que está feliz porque ya no exista ETA y que prefiere que se encare el problema catalán desde el diálogo. Al igual que lo es quien discrepa y lo ve de forma distinta como José María Múgica que siente “náusea infinita” al ver a Sánchez intentando alcanzar un acuerdo con el partido abertzale. Oiga, lo repito, igual de digno e igual de respetable. Todos y todas. El cinismo es lo que no cabe. 

Hace un tiempo conocí a Jon Iñarritu, cuando era senador de Bildu. Antes me había desplazado en más de una ocasión a la prisión de Lledoners para visitar y saber más de los presos catalanes. Me interesó y me interesé más por saber. También visité al president Puigdemont en Waterloo y a Marta Rovira en Ginebra. Cuando conocí a Jon, lo hice en una cafetería. Cercana al Senado. Yo creo que él iba con desconfianza al principio. Imagínense un tipo como yo, que había prestado servicio en un área de investigación e información de la Guardia Civil y además que había representado a un partido político en las Cortes Valencianas, que cada vez se afincaba más en la derecha, por no decir en la extrema derecha para algunos posicionamientos. Yo le expliqué a Iñarritu el motivo de estar allí con él, y él a su vez me comentó varias cosas. Yo le hice una pregunta incómoda sobre el asesinato de Fran Robles. Él supo responderla de forma tranquila, sosegada, y sobre todo sin ambigüedad. Para el que no lo sepa, Jon viene de Aralar. Y sin querer entrar en muchos más detalles, sepan que Aralar nace también condenando la violencia. Sobre su respuesta y demás, no viene al caso comentar mucho, pero sí les diré que yo regresé a mi casa sabiendo más cosas interesantes, novedosas, y afrontando que Jon y yo estamos en las antípodas de un acuerdo político y de ideas, pero que también nos respetamos y nos reconocemos. Y lo más importante, sé que Jon pertenece a ese grupo de Bildu que condenan la herencia del terror, que está en ese sector como Oskar Matute, de posibilistas y pacifistas porque nunca, y repito lo de nunca, apostaron por la violencia. Se preocupan de que su pueblo avance en infraestructuras, sanidad, educación, etc. 

Considero que habría que remar más para que triunfen aquellos sectores posibilistas de la izquierda abertzale que se alejan más de los herederos de Txapote y Santi Potros y se acercan más a postulados mucho más constructivos y decentes como los de los actuales dos diputados que he mencionado. Aún recuerdo el vídeo que visualicé de Oskar Matute donde decía que “la sociedad vasca sería más libre, justa e igualitaria sin la lucha de la banda terrorista”. Creo que no se puede ser más claro. Pero hay más declaraciones.

Como en casi todas las coaliciones o partidos grandes, existen dos caras (al menos). Ejemplo en el PSOE actual es la cara de un Sánchez que cogió mochila en mano y se lanzó a liderar un PSOE que estaba viejo en estructuras y quizás también en nuevas ideas, y el PSOE de “la vieja guardia” que quiere imponer aún el zancadilleo y el codazo para hacerse paso, al coste que sea.

En una banda terrorista como ETA se imponían siempre los del terror, ETA político-militar, quitándose de en medio a quien pensaba distinto o quería otra forma de lucha que no fuese la del tiro en la nuca. Véase el ejemplo de Yoyes. 

En Bildu es necesario que los posibilistas sigan avanzando, aunque los sigan insultando y los sigan increpando como terroristas. No lo son. Óiganmelo decir a mí, no lo son. Hoy por hoy hay un pegamento que une a Bildu y que es irremediable si uno quiere seguir haciendo política en las instituciones, y ese pegamento se traduce en dos motivos, el primero en apostar inequívocamente por la ausencia de violencia, y el segundo en apostar también por un estado independiente del pueblo vasco. Se podrá estar totalmente en contra de este último postulado, pero eso no los hace terroristas. Hoy, guste o no, son un partido legal que representa la segunda fuerza en el parlamento vasco. Poca broma. No, Bildu no es ETA, no mientan, que ya no tragamos.

Voy al final de la cuestión. ¿Está el Presidente Sánchez pactando con Bildu? Estoy convencido de que no. Está siendo un hombre pragmático, y está haciendo lo que le pide Europa. Lo fue para conseguir auparse como el líder de los socialistas y lo está siendo con los PGE 2021. Sacará adelante con casi toda seguridad unos Presupuestos más que necesarios en la situación actual. ¿Qué dirán aquellos que exigían al entorno abertzale apostar por el parlamentarismo y no por las pistolas ahora que eso es así, y siguen hablando de ETA? Parece que ahora que está Bildu en el Parlamento aún necesitan exabruptos para subsistir. Les recomendaría que olviden los discursos de ETA, Venezuela, Podemos es el maligno, España se rompe, y un largo taralala para centrarse nuevamente en ideas (aunque sean conservadoras) que ayuden a los españoles a salir de este lodazal que se llama crisis de la COVID. Creo que Sánchez está abriendo la puerta a la mejor parte de Bildu, la que apuesta por hacer política y no otra cosa.

No se le exige olvido ni perdón a nadie, lo que sí que se exige es reflexión para saber hacia dónde queremos caminar sin tener que olvidar ni perdonar nada. Al que no quiera, claro está.