Los independentistas catalanes acuñaron la ingeniosa idea del “derecho a decidir” como un eufemismo del derecho de autodeterminación, una terminología mucho más dura por la relación histórica con movimientos independentistas violentos y que alejaría a muchos sectores no independentistas a los que necesitaban para perpetra el mayor jaque a la democracia española.
En concreto fue Artur Mas en 2007 en aquella “Casa Grande del Catalanismo” cuando incluyó el “derecho a decidir de los catalanes” , algo que olvidó inmediatamente para reclamar un nuevo pacto fiscal similar al País Vasco. Su fracaso personal en este y en otros temas le hizo iniciar posteriormente un camino hacia al abismo en el que nos encontramos en estos momentos.
La evidencia de ese fracaso se visualizó en la indigna claudicación ante la CUP no presentándose como President ante el Parlament de Catalunya, plegándose a todas sus exigencias. Ellos han sido la verdadera intelligentsia del Procés.
Todo ha ido a peor desde entonces, la elección de una persona irrelevante, Puigdemont, melifluo pero fundamentalista en la idea principal de los cuperos, la insumisión y la independencia. El perfecto títere para una organización determinista.
La CUP ha sido la verdadera vencedora de esta situación, su estado gozoso por haber logrado una Catalunya en desorden y ruptura social, la marcha de los “malévolos capitalistas” con sus empresas fuera de Catalunya es su ideal revolucionario.
Todo muy dionisiaco, desenfreno pasional, efervescencia irreverente y desordenada en la exaltación de las pasiones para superar todos los límites, en esto han estado y seguirán estando la CUP.
Cierto es que esta provocación permanente supo tocar la fibra más sensible de la derecha española, el autoritarismo, logrando exponer al mundo el conflicto de manera difícilmente defendible tras el 1-O.
Ahora es probable que muchos catalanes hayan visto la verdadera cara del “derecho a decidir” que simplemente era una declaración unilateral de independencia por encima de todo, ilegal e imposible.
Es por ello que la única salida legal fuese la aprobación de un precepto constitucional, el art. 155. de nuestra Constitución. Los socialistas siempre hemos defendido que dicha aplicación fuera lo más rápida y eficaz posible.
Con un único objetivo, la restitución de la legalidad en Catalunya. Porque no hay nada más de izquierda que la justicia y la legalidad, que es la que nos iguala. Restituyendo la legalidad a través de una elecciones dentro del marco constitucional y con todas las garantías. Trabajando también por una aplicación gradual, con mesura y evitando la intervención de los medios públicos de comunicación por los partidos políticos. Quién no puede lo menos, no puede lo más.
El PSOE y el PSC han luchado de forma denodada y hasta el último segundo para que hubiese una convocatoria electoral, preferentemente convocada por Puigdemont dentro de la legalidad, ahí nos hubiésemos encontrado todos.
Pero Puigdemont dijo que no convocó las elecciones porque no se daban las garantías suficientes. Hoy han sido convocadas para el próximo 21 de diciembre, antes de lo esperado para sorpresa de muchos, no de todos.
Hace bien el Gobierno en convocarlas en tiempo y forma, pues el riesgo en esa estrategia enloquecida de los independentistas, hubiese sido que tras la DUI, el todavía President hubiese convocado unas elecciones constituyentes bajo el marco de sus leyes ilegales y anuladas, de nuevo otro 1-O.
Ahí tiene todo el pueblo de Catalunya su verdadero “derecho a decidir”. Aquellos que se han sentido acosados, a los que los secesionistas han violentado todos sus derechos democráticos tendrán la oportunidad de manifestar su impotencia a través de una papeleta.
Ahí tienen los independentistas y los Comunes el “derecho a decidir”. Ahora están obligados a repetir aquellos ‘mantras’ que contra las urnas y la democracia no se puede ir. La diferencia es que ahora se hará sin desorden y legalmente, y por tanto quizá ya no sea tan deseable.
Es por lo que, quizá, algunos dirigentes de Esquerra dicen que no hay que participar y otros que sí o la CUP que por seguir fiel a su mundo dionisiaco o en su otra acepción, seguidores de BACO, ahora proponen que corra el vino y las paellas en vez de la democracia con urnas, censos y papeletas.
Y Ada Colau que hará ? ….