“Trasparencia en obstetricia”. Las asociaciones de usuarias, como El Parto es Nuestro, llevamos décadas reclamando al Ministerio de Sanidad que las cifras de cesáreas, inducciones y episiotomías de cada hospital público y privado de este país se hagan públicas, sin haberlo logrado hasta la fecha. Es lo mínimo e imprescindible para que cualquier embarazada pueda elegir en qué hospital o clínica dar a luz y para exigir responsabilidades y mejorar la atención. Sin esta información en la mano, las posibilidades de que te roben el parto son muy altas en según qué lugares.
Robarte el parto. Un concepto difícil de entender para quien no lo ha vivido. La expresión “inne-cesárea” ayuda a visibilizarlo. Es lo que acontece cuando a una mujer se le realiza una cesárea que no era necesaria. Claro que esto tampoco se le suele explicar, nadie le dice a una madre: “Vamos a sacarte al bebé ahora cortándote la tripa porque no nos viene bien esperar para atenderte un parto en cualquier momento”. En vez de eso, los profesionales que las realizan casi siempre dan razones vagas, que no son indicaciones de cesárea, pero que lo parecen: “Vamos a sacártelo ya porque vemos que queda muy poco líquido”, “vemos que tiene dos vueltas de cordón”, “no ha crecido nada en esta semana”, “con lo grande que es no vas a poder parirlo”, “tienes una pelvis muy estrechita”, etc. Cómo se cuenta una inne-cesárea admite infinidad de versiones y relatos. Algunas clínicas privadas se han especializado en esa práctica. Y sí, claro que también hay inne-cesáreas a la carta, a petición materna o familiar. Porque socialmente se percibe la cesárea como una opción más de parto, algo seguro y poco problemático, que incluso puede doler menos, con la que los bebés “salen más guapos y sufren menos”. Lógico también cuando la atención al parto aún deja tanto que desear en muchos lugares, empezando por el respeto básico a los derechos a la mujer, como ha denunciado hasta la ONU.
La cesárea, tal vez por su nombre, se percibe en muchos entornos como una intervención con cierto glamour, un privilegio de clases altas. Igual si la nombráramos como lo que es, una cirugía mayor abdominal, resultaría más fácil visibilizar el problema. Cirugía, sí, y además mayor, con una incisión que puede requerir 20 o 30 puntos en el abdomen. La única situación en la que de un paciente quirúrgico se espera que, conforme sale del quirófano, se haga cargo de un recién nacido. Tan normalizada está la cesárea que las madres que la sufren ni siquiera tienen derecho a una baja médica por la intervención. Es la única cirugía sin derecho a baja; en vez de eso, tienen el mismo permiso maternal para cuidar al bebé que los padres o que las madres que han tenido un parto vaginal, ni un día más. Cuando la recuperación física de la cesárea puede llevar de cuatro a seis semanas, como mínimo, por no hablar de las posibles secuelas físicas y las psicológicas, más invisibles todavía y por tanto desatendidas.
Resulta difícil denunciar las inne-cesáreas sin cifras, cuando además las cesáreas cada vez son más seguras, salvan vidas y previenen o evitan lesiones y secuelas graves (¡benditas cesáreas necesarias!). Durante mucho tiempo a las madres que osaban expresar su malestar tras una cesárea se les decía el clásico, “de qué te quejas, si tienes un bebé sano”. Muchas tardaban meses o años en nombrar su decepción, su malestar, su dolor o su percepción de que con otro trato podían haber parido perfectamente. Por el foro Apoyocesáreas, creado en 2001, han pasado miles de madres contando este dolor y expresando lo difícil que resulta intentar un parto después de una o varias cesáreas, entre otras cosas, porque sin conocer las cifras de cesáreas de un hospital es muy fácil que los profesionales te prometan algo que luego no es real, como acontece en esas clínicas privadas que las activistas llamamos “fábricas de cesáreas” porque uno de cada dos nacimientos o más acontece por esa vía. Muchas de estas madres han peleado para lograr que cesáreas se hagan solo las justas, y sobre todo que se hagan bien: con trato digno, con acompañamiento, con cuidado exquisito al bebé que está naciendo, sin separación inmediata. Algunas han dedicado muchas horas, sin demasiado éxito, a recabar estos datos que ahora publica elDiario.es. Por todo ello, es importantísimo celebrar, agradecer y destacar esta investigación periodística que tanto necesitábamos y que significa un servicio impagable a las mujeres, a sus familias, y a todos los que están por nacer.
Conocer cuáles son las fábricas de inne-cesáreas en el estado español es el primer paso para exigir responsabilidades que permitan un cambio real y profundo en la atención, que necesariamente pase por mejorar las condiciones de trabajo de muchos profesionales, reformar las instalaciones, potenciar a las matronas y mejorar los planes de formación continuada. Un camino que solo se podrá transitar de forma conjunta, con las usuarias y asociaciones civiles además de las asociaciones profesionales, y con la aportación de las ciencias sociales además de las de la salud, para comprender una realidad altamente compleja que escapa análisis simplistas. En el largo camino por un nacimiento sin violencia hoy se ha dado un gran paso.