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La falsa cara feminista del PP

Cristina Almeida

Abogada y exdiputada de IU en el Congreso —

Hemos llegado a un punto con la derecha y su representante más preclaro, el señor Pablo Casado, en que parece que las mujeres tenemos que dar las gracias por acceder a puestos de trabajo precarios, asumir la brecha salarial con los hombres, aceptar la discriminación en trabajos y deportes para los que están igualmente capacitadas y formar parte de un colectivo que suele tener por lo general un jefe por encima, aún siendo mayoría en la población y en muchos colectivos profesionales y laborales. Un ejemplo claro dentro de mi área, el sector jurídico, son las mujeres juezas, que suponen una cifra mayoritaria en la judicatura y no se visibilizan entre los altos cargos que rigen tribunales superiores, audiencias o las más altas instancias como los tribunales Constitucional o Supremo.

Para el PP, tanto ahora como en el franquismo, las mujeres siempre hemos tenido la categoría genérica de florero, salvo cuando se entra en el terreno electoral. Es entonces cuando se dan golpes de pecho, aseguran haber hecho todo por la mujer y defenestran a quien haga falta, apropiándose del discurso de los otros. Incluso algunos hablan –como Ciudadanos– de 'feminismo liberal', al que incluso se atreven a definir. En estos términos, para las derechas y la extrema derecha, siguiendo su fantástico relato, la izquierda nunca ha hecho nada. Y, por supuesto, si de violencia de género se trata, el Partido Popular será, sin duda quien ha trabajado con más ahínco por evitarla, no hay más que escucharles.

La falsedad se define en el código penal de forma precisa. La jurisprudencia detalla los requisitos del tipo penal, exige la individualización de la conducta y la prueba de la comisión del hecho delictivo. Sin embargo, en política hoy día, y especialmente en el PP, con sus técnicas de comunicación manipuladoras y arteras, lo que se pretende es perpetuar la generalización de una realidad falsificada insistiendo en ella para que acabe siendo una verdad aceptada. En tiempos de los nazis, este aparato de propaganda y técnicas se tildaban de goebbelianas y hoy se consideran mecanismos de información para adeptos que descubren la falsa cara feminista del PP, emergiendo con clara nitidez, ante la falta de discurso coherente y de interés por los derechos de la mujer.

Descalifica que todo queda

Entre estas mentiras habituales hay una que me molesta especialmente por su reiteración y porque destila el machismo rancio de la bota, la peineta, la superioridad masculina y , además, afecta a una mujer, gran profesional, excepcionalmente valiente, que ha dedicado su vida a proteger a la sociedad del crimen organizado, de la droga, de la corrupción, de la violencia machista y del terrorismo y a la que el PP se ha dedicado a machacar con los juicios más peregrinos.

Hablo de la ministra de Justicia, Dolores Delgado, quien está llevando a cabo una gestión impresionante para el poco tiempo del que ha dispuesto, enfrentándose a intereses corporativos, definiendo mecanismos para una mejor administración de justicia, impulsando la Jurisdicción Universal y la defensa de las víctimas, la memoria histórica y la mejora de las condiciones de este servicio público, esencial para la democracia y el Estado de Derecho. Pero claro, eso no interesa.

Para intentar descalificarla, carentes de argumentos, han inflado como un globo unos audios grabados de manera ilegal –disculpen la vena jurista– por el tal comisario Villarejo que grababa a todo lo que se movía. Según repiten hasta la saciedad, Delgado tuvo supuestamente, en el año 2009, una charla de sobremesa siendo fiscal e hizo un par de comentarios que califican de homófobos y machistas.

Casado y su gente del Partido Popular saben de sobra que esos audios, ilegales, mezclan conversaciones y convierten un sarcasmo en una afirmación admirativa. Mienten y son conscientes de ello. Y, además, les consta que la ministra Delgado representa exactamente los valores que se concretan en la defensa de los mas vulnerables, el reconocimiento de la diversidad, la promoción y defensa de quienes han sufrido las agresiones, por parte de quienes se esconden en esa ideología de derechas extremas. No acaban de asumir que este es el momento de la lucha feminista en la que no debe permitirse ni un paso atrás.

Defender lo indefendible

En realidad, es la táctica del 'y tú más' para camuflar sus propias historias. Puestos a hablar de cintas de audio y del peculiar comisario en prisión mientras el juez instruye la causa que le afecta, no he vuelto a escuchar nada sobre la anterior secretaria general y exministra de Defensa del PP, María Dolores de Cospedal, cuando recibía en su despacho a propósito -no en un encuentro casual- al comisario Villarejo, para encargarle una serie de 'trabajitos' de espionaje en plena zozobra de la Gürtel con el objetivo de atacar a quienes dentro del partido le molestaban. Mejor cubrirlo con un oscuro velo de silencio y desviar la atención de los términos duros, claros y definitivos de la sentencia que resolvió el caso, en la que se habla sin ambages de corrupción sistémica.

Me sorprende que la obsesión por el poder lleve a personas aparentemente serias a mentir con tanto desparpajo. O a omitir la verdad. Porque volviendo a su reciente reivindicación sobre la mujer, a ver si dejamos las cosas claras: el PP no creo la Ley de Igualdad, lo que hizo fue transponer una directiva europea porque tenían obligación de hacerlo. Y en cuanto a la Ley de Violencia de Género: no, señores del PP, tampoco era suya. Fue el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero quien la llevó adelante.

Ahora bien. Como sigan reivindicando su postura “feminista”, Casado y los suyos tendrán problemas. No olvidemos que Vox les sigue de cerca y la extrema derecha no se anda con paños calientes: la mujer con la pata quebrada y en casa. Y al que no le guste, que no espere apoyos para un hipotético gobierno que en ningún caso debemos permitir.

Las mujeres debemos ser conscientes de que a las derechas que sufrimos no les importamos nada, que nos quieren como carne de urna del mismo modo que somos carne de cañón para casi todo y que, desde luego, debemos unirnos en estas elecciones para evitar que lleguen a gobernarnos porque ya sabemos lo que nos espera.

Y digo todo esto a causa de la intervención en un programa de radio de la que fuera ministra de Igualdad del PP, Dolors Montserrat, cuyo legado de igualdad (valga la redundancia), no pasará para nada a la historia del feminismo en España. En una intervención de enloquecida y falsa vehemencia, Montserrat se permite dar órdenes al movimiento feminista para que vayamos al Ministerio de Justicia a pedir la dimisión de la actual titular, como si las mujeres estuviéramos al servicio de cualquier partido o, menos aún, del suyo.

Sin olvidar que su jefe, el señor Casado, ha dicho a las mujeres que no podemos abortar porque tenemos que repoblar España, que miente descaradamente al decir que en España se puede abortar libremente hasta la semana 21 y, más disparate aún, que las mujeres deberíamos saber lo que llevamos dentro. Si esas son sus lecciones, que se las guarde para él y que sus exministras no tengan que defender lo indefendible como mujeres, y menos aún pretender con órdenes inadecuadas que llevemos a la práctica sus políticas de las que, desde luego, no participamos.