La publicación del último informe del Consejo Europeo sobre las exportaciones de armas de los países miembros de la UE muestra tres realidades inmutables en un sector con tanta carga política como económica. Primero, el peso del mercado interno de armas europeo indica la determinación de la integración de la industria militar comunitaria, como pilar fundamental de la militarización de la propia Unión Europea. Segundo, la Posición Común sobre las exportaciones de material de defensa y doble uso de 2008 no consigue evitar que las armas europeas acaben en conflictos armados, sino que, más bien al contrario, las alienta. Finalmente, los conflictos armados de nuestro entorno en los que participa de manera directa o indirecta Europa dibujan un lucrativo futuro para el negocio armamentista europeo.
La mayoría de las principales industrias de armas del continente son o bien transeuropeas, como Airbus, o son grandes corporaciones con tentáculos en varios países miembros de la unión, como el gigante alemán Rheinmetall. Este, sin ir más lejos, ha adquirido la pujante industria militar española, Expal, con un destacado sobre la adquisición en la propia web de la compañía en la que se congratula de que “la elevada demanda mundial de munición irá en aumento”.
Esta realidad impulsa aun más el comercio de armas intracomunitario, basado en componentes o partes de la producción de equipamientos militares complejos que requieren de la participación de varias industrias, al calor del apoyo público que brindan los gobiernos de los países en los que están localizadas. Es por ello que, como es habitual, la mayor parte de las transferencias de armas de 2022 se dieron dentro de Europa. La cuestión relevante reside, por tanto, en quién se apunta el dato de exportación en sus estadísticas nacionales, cuando se trata realmente de una fabricación conjunta. Si el primer destino del armamento europeo es el interior de la UE, le siguen India con 9.438 millones de euros y Ucrania con 9.023 millones. Destacan también las exportaciones autorizadas, es decir, con la intención de ser entregadas en años posteriores, con destino a países en conflicto o tensión, como Egipto, Indonesia, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Qatar, Arabia Saudí, Turquía, Marruecos, Kuwait, Uzbekistán y Tailandia.
En 2022 –año al que se refiere el informe–, teniendo en cuenta que desconocemos los datos de la principal industria militar europea, Alemania, quien no envía a Bruselas esta información, las exportaciones de armas efectivamente realizadas desde la UE han tenido como primer destino Qatar, con 3.020 millones de euros, siendo el segundo destino Ucrania con 2.462 millones, el tercero EEUU con 2.083, el cuarto Arabia Saudí con 1.510. Les siguen también con cifras relevantes India, Kuwait, Egipto, EAU, Turquía, Irak, Marruecos, Pakistán, Argelia, Israel o Indonesia. Los datos comunitarios reflejan también que se han exportado armas europeas a países que, si bien lo han sido en cifras de menor cuantía, son especialmente críticos por encontrarse en situación de conflicto armado o de tensión como Afganistán, Azerbaiyán, República Democrática del Congo, Etiopía, Georgia, Bangladesh, Burkina Faso Chad, Indonesia y Costa de Marfil.
Detengámonos ahora en los dos casos que mayor relevancia política y social tienen ahora en Europa, Israel y Ucrania. Podemos observar que las ventas de armas a Israel en 2022 han recaído mayoritariamente en Rumania (52,9 millones de euros), República Checa (26), Italia (17,3), Francia (15,3), Países Bajos (12,5) y Eslovaquia (4,1). España ha exportado en 2022 al ejército de Israel armamento por 2,3 millones de euros. Por lo que se refiere a las ventas autorizadas el año pasado, que pudieran llegar en el momento de la actual ofensiva militar israelí en la Franja de Gaza, estas han sido de Francia (356 millones), Rumania (106), República Checa (41,6 millones), Eslovaquia (13 millones), Italia (9,2 millones), Países Bajos (10,2 millones) y España (9,2 millones). Cabe añadir a Alemania, quien aparece en el informe europeo con una cifra incompleta, de 32 millones autorizadas y cero realizadas, cuando según la base de datos del SIPRI, fue el principal suministrador de armas a Israel en 2022, solo detrás de EEUU.
El apoyo armamentístico a Ucrania que se deriva de la transferencia de armas por parte de los estados miembro de la UE se reparte entre Polonia, con 2.992 millones autorizados y 796 millones exportados en el año, Francia 2.354 millones autorizados y 640 millones exportados, Alemania con 2.245 millones autorizados (no informa de las realizadas en el año pero según datos SIPRI es el tercer exportador en 2022 tras EEUU y Polonia), República Checa con 598 millones autorizados y 631 millones exportados, Países Bajos con 291 autorizados y 281 exportados en 2022 y España también con cifras destacadas, con 309 millones autorizados y 31 millones en armamento enviado en 2022.
Todo ello dibuja un escenario propicio para el negocio armamentístico en el que la UE no quiere quedar atrás. La guerra de Ucrania ha disparado la cotización en bolsa de las principales industrias europeas, entre ellas destacan las que fabrican, por ejemplo, el proyectil de 155 mm, el más demandado por el ejército ucranio, entre otros materiales militares. Sirva de ejemplo la evolución de la cotización bursátil de dos gigantes de las armas europeos, desde el inicio de la guerra hasta octubre de 2023, Rheinmetall aumentó su cotización un 147% y Leonardo un 112%, cuando el IBEX 35 lo hizo en el mimo periodo tan solo un 5%. Es incuestionable que las guerras impulsan el negocio de las armas, así les ocurrió desde el 11-S de 2001 a las big five de EEUU, Lockheed Martin, Boeing, Northrop Grumman, Raytheon y General Dynamics, que multiplicaron por 10 el valor de sus acciones en 20 años. Las empresas no invierten si no tienen expectativas de conseguir ganancias. El volumen de negocio armamentístico futuro que prometen los 176 mil millones de euros autorizados en exportaciones de armas desde la UE en 2022 es el presagio de que las guerras actuales no tienen visos de finalizar.