Más de ocho siglos han pasado desde que se creara la primera universidad española, pero durante 700 años las mujeres no pudieron acceder de forma legal a sus aulas. Fue por eso que Concepción Arenal tuvo que vestirse de hombre para poder ingresar como oyente en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid. Hemos avanzado mucho desde entonces, pero aún queda un largo camino por recorrer. Pese a que cada año se licencian más mujeres que hombres, solo hay 8 rectoras al frente de las 50 universidades públicas españolas y solo representan el 21% del profesorado catedrático, Lo mismo ocurre en la categoría investigadora de mayor rango de los centros de investigación. Avanzar en igualdad es una prioridad para este Gobierno, y con este propósito en el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades hemos creado el Observatorio de Mujeres, Ciencia e Innovación para analizar la situación y proponer medidas en políticas públicas de igualdad de género en todas nuestras áreas de responsabilidad.
En estos meses ya hemos actuado para reducir las barreras con las que se encuentran las mujeres investigadoras. En el Real Decreto Ley que aprobamos el pasado 8 de febrero se ha modificado la Ley de la Ciencia para que los periodos de maternidad y cuidados de hijos e hijas sean tenidos en cuenta a la hora de evaluar y seleccionar al personal científico. Asimismo, en las nuevas bases de convocatorias de ayudas hemos introducido criterios de evaluación en las ayudas a la investigación para primar a las entidades beneficiarias que adoptan medidas de igualdad de género, y promover la presencia de mujeres investigadores principales.
Más allá de otras medidas concretas en torno a la conciliación personal y laboral que iremos poniendo en marcha, debemos impulsar un cambio cultural de calado si de verdad queremos que las mujeres y los hombres tengan las mismas oportunidades en su carrera docente e investigadora. A medida que las niñas vayan viendo más y más mujeres al frente de universidades, grupos punteros de investigación y empresas innovadoras, y esto deje de verse como excepcional, conseguiremos este cambio cultural que demanda la sociedad y, ciertamente, impulsaría una más efectiva selección de los mejores talentos.
Las mujeres y las niñas tienen que ser protagonistas en la ciencia española, ya que sin ellas no avanzaremos. Hace poco más de 40 años, a principios de los setenta, la presencia de mujeres en algunas disciplinas científicas continuaba siendo tan baja que en algunas facultades no había ni baños para ellas. Hoy, la situación ha cambiado, pero sigue existiendo una gran escasez de mujeres en algunas carreras científicas, en especial en las ingenierías, donde las alumnas solo representan el 25% del total. Y la tendencia refleja que el porcentaje de mujeres se estanca o incluso disminuye, como en el caso de ingeniería informática.
Son datos que reflejan que debemos desarrollar acciones educativas y de divulgación para visibilizar la trayectoria de científicas de todas las épocas, tanto brillantes precursoras del pasado como destacadas eminencias actuales. Estas pueden servir de referente a las niñas para, si lo desean, animarse a estudiar carreras de ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas, las llamadas STEM. Fechas como las de hoy, Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, son una gran oportunidad para poner en valor el imprescindible papel que juegan y que deben jugar las mujeres en la I+D+I.
Un país que apuesta por el futuro y la modernidad tiene que aprovechar todo el talento del que dispone. Es una cuestión de justicia social, pero también una necesidad si queremos avanzar como sociedad y conseguir un país de conocimiento e innovación.