Manual para insultar a los Reyes y seguir siendo alcalde

22 de septiembre de 2024 22:38 h

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Felipe VI es un flojo, un pecho frío y un blando que prefiere conservar el trono a defender la honra. Lo es porque la cagó al casarse con una mujer que le tiene cogido por los huevos. Esa mujer, la reina Letizia, es una roja rabiosa, una plebeya comunista y, físicamente, una raspa.

Si después de leer esas líneas la Fiscalía, la Policía o los Abogados Cristianos se están frotando las manos pensando en las acciones que van a emprender contra mí, les haré cambiar de opinión muy rápido: tranquilos, que esas palabras están escritas por una persona de orden, supuestamente católica, de derechas… y no por este periodista de ideas progresistas. Ya pueden volver a su trabajo de perseguir a raperos, sindicalistas, feministas, titiriteros, humoristas y activistas de izquierdas. Yo, si me lo permiten, continúo con este humilde artículo. 

El autor de esos insultos es el alcalde de la localidad toledana de Camuñas que llegó al cargo encabezando la candidatura del Partido Popular. Cuando a finales de julio elDiario.es difundió los mensajes que Fernando Gallego Vega escribía en la misma cuenta de X-Twitter que utilizaba como alcalde, no ocurrió nada. El PP miró para otro lado, esperando que el tema tuviera escasa repercusión mediática. No le importó la gravedad de unos tuits en los que, además de a los reyes, insultaba a media España y avergonzaba, creo y espero, también a la otra media. Había de todo y para todos. 

Mensajes golpistas: “El ejército a la calle ya…”; “El ejército español debe estar hasta la polla. El día menos pensado saldrán a la calle y todo se acabará en un abrir y cerrar de ojos. ¿La opinión internacional? ¿Le importa a alguien lo que hace Israel, Turquía, China, EE.UU, Canadá, Rusia? Cada uno lava sus trapos sucios en casa”

Insultos machistas contra políticas progresistas: “Tiene una cara de golfa que no puede con ella”; “Son sospechosas de vivir del arte de la mamada furtiva. La mejor manera de ascender sin duda”. 

Racismo: “Que vengan cuatro putos negros a pintarnos la cara en nuestras narices es para que se nos caiga la cara de vergüenza”. 

Ataques a la Guardia Civil: “Mercenarios (…) no extraña que sea la profesión con más alto índice de suicidios”; “Putos sacamultas”. 

Insultos contra su propio líder: “Feijóo es un nacionalista encubierto. Parte de la plaga”; “Otro payaso como Feijóo”; “Feijóo, por cosas como estas siempre serás un segundón”.

Capítulo aparte merecen los comentarios sexuales dedicados a jovencitas y no tan jovencitas que exhibían sus encantos en la red social: “así se chupa una polla”; “hija de mi vida, no te falta de nada”; “chupa”…

No fue hasta que otros medios como La Sexta se presentaron en la localidad toledana cuando el tema se convirtió en escándalo de índole nacional. Diarios, radios y varias televisiones informaron del contenido de los mensajes del alcalde “patriota”, el que estaba a punto de inaugurar en su pueblo una gran bandera de España mientras en sus redes insultaba a los reyes y a todo dios. La cadena Cuatro le dio la puntilla… o se la dio él mismo protagonizando una de las entrevistas más patéticas y surrealistas de la Historia. El alcalde se hizo pasar por un vecino más de Camuñas que apoyaba fielmente… a su alcalde: “Es buena persona”, “Es nuestro alcalde y le queremos”, “tiene respaldo”, “supongo que los mensajes deben ser de su vida anterior a la alcaldía”, dijo sin sonrojarse Fernando Gallego a una reportera que parecía no dar crédito a lo que estaba escuchando.

Mintió, sigue de alcalde gracias al PP y ni siquiera ha borrado los insultos

El ridículo y la ya imparable expectación mediática obligó al PP a tomar medidas. Gamarra o Martínez Almeida, ante las cámaras de televisión, se rasgaron las vestiduras por la actitud del alcalde. El PP de Castilla La Mancha anunció su expulsión del partido. Gestos de cara a la galería mientras que en la trastienda pasaban cosas más inquietantes. Al día siguiente, sabiendo que pasaría más desapercibido, el PP ya hablaba de “suspensión cautelar de militancia”. El alcalde, por su parte, pedía disculpas por sus mensajes, insistía en que eran anteriores a su llegada a la alcaldía y anunciaba que ya los había borrado.

El PP mintió y su alcalde “patriota” también. Dos meses después del escándalo, Fernando Gallego continúa en su cargo y ni siquiera consta que haya dejado el grupo municipal del Partido Popular. En su perfil de X-Twitter continúan visibles todos los vergonzosos mensajes que provocaron el escándalo. No los ha borrado. Ahí se sigue pudiendo confirmar cómo varios de los insultos los publicó siendo ya alcalde y no “en su vida anterior”. Entre ellos, en el que dice que Felipe VI es un “flojo manejado por una roja (Letizia)”, en el que llama “mierda” al presidente del Gobierno, en el que le dice “que se joda” a una política demócrata estadounidense que ha sufrido una violenta agresión o en el que realiza diversos comentarios babosos a imágenes compartidas por mujeres. La mayor parte del resto de barbaridades las escribió antes de ser alcalde, sí, pero cuando ya era concejal del Partido Popular.

Es evidente que estamos ante un caso más de hipocresía política. El Partido Popular se muestra enérgico contra la corrupción o los deslices fascistas de algunos de sus cargos públicos mientras el tema ocupa la atención mediática. Después, cuando se apagan los focos, intenta que pase el tiempo y que el tema se olvide para así poder mantener a esos personajes en sus cargos. Solo así se explica que Fernando Gallego Vega continúe siendo alcalde. El PP tiene 6 de los 9 concejales que hay en el Ayuntamiento de Camuñas. En público los 5 ediles que tienen la responsabilidad de acabar políticamente con él guardan silencio. En privado le arropan, le justifican y se congratulan ante el resto de los vecinos de que la prensa ya se haya olvidado del tema.

Este martes, la oposición aprovechará el pleno municipal para intentar que se retraten definitivamente tanto el alcalde como los concejales del PP que le sustentan. Espero que ese día haya focos y periodistas en la sala. Solo así habrá alguna opción de que los hipócritas no se salgan con la suya.