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La nueva senda fiscal: una oportunidad para luchar contra la desigualdad

Ander Gil

Portavoz del PSOE en el Senado. Senador por Burgos —

La nueva senda fiscal del Gobierno de España es una propuesta factible y una gran oportunidad para poder dar un golpe importante a uno de los mayores enemigos de la justicia social de los últimos años. Me refiero a la austeridad, la misma que durante demasiado tiempo ha marcado la agenda política y económica de nuestro país y de Europa con consecuencias nefastas e incluso trágicas para millones de españoles y españolas. Los años de la crisis ya son pasado, pero es un pasado demasiado reciente como para querer ignorarlo, porque sigue habiendo demasiada desigualdad en nuestra sociedad. Demasiadas personas siguen sin empleo tras siete años de gobierno del señor Rajoy y del PP. En España, uno de cada tres niños está en riesgo de vivir en la pobreza o de sufrir exclusión social. Somos el tercer país en la cola de Europa en igualdad, con una tasa de pobreza por encima del 20%. Estos son datos que llaman a la acción, y no a mirar hacia otro lado.

Con los objetivos de estabilidad presupuestaria entre 2019 y 2021 que propone el Gobierno, se plantea la gran oportunidad de poder entrar en acción contra este escenario que golpea cada día a millones de personas en nuestro país. Se posibilita que, desde las instituciones públicas, se combata directamente a la pobreza en todas sus manifestaciones. También se puede poner fin a la larguísima época de recortes en los servicios públicos que tanto daño han hecho a nuestro estado del bienestar.

El Gobierno propone facilitar más dinero para políticas sociales, de educación, de sanidad y para las pensiones. Podemos dar a las comunidades autónomas de nuestro Estado más de 2.500 millones de euros para que, desde sus administraciones, redistribuyan esta cantidad en forma de mejores hospitales, más profesionales sanitarios, más y mejores colegios, más profesores, ayudas para la dependencia, y para que nuestros mayores puedan vivir sus últimos años con tranquilidad y dignidad, cobrando su pensión tras toda una vida trabajando y cotizando. Podemos empezar a decir adiós a la austeridad y caminar hacia una sociedad más solidaria, fuerte y justa.

El NO: entre el oportunismo y el dogmatismo ajeno a las personas

Lamentablemente, ya se han puesto trabas importantes a esta propuesta contra la desigualdad. El nuevo presidente del Partido Popular se ha estrenado en su cargo ordenando el NO. También ha sido claro Ciudadanos en el NO a esta oportunidad para hacer que nuestro país pueda volver a despegar, y millones de personas puedan beneficiarse de una mejora de sus condiciones de vida. Podemos y los independentistas catalanes, por su parte, han utilizado esta votación con un oportunismo indigno ante el gran reto que afrontamos todos de mejorar la vida de las personas. En definitiva, han utilizado esta votación en el Congreso para atacar al Gobierno, cuando en realidad a quien han golpeado es a las personas corrientes que necesitan salir de la crisis de manera definitiva.

Pablo Casado, el flamante presidente del PP, dijo en su discurso ante los compromisarios de su partido, que él es de la “España que madruga”. Los millones de españoles y españolas que de verdad madrugan cada día, son los que necesitan que las instituciones les tengan presentes para solucionar sus problemas, y no solamente para formular frases para ganar congresos. Pero el señor Casado también se olvida de sus propios votantes. En concreto de aquellos que han elegido a los gobiernos del Partido Popular en las comunidades autónomas. El señor Casado tendrá que explicar que con su NO, estas comunidades perderán unos 800 millones de euros que dejarían de revertir en la ciudadanía. En concreto, los más perjudicados serán los madrileños, los gallegos y los castellano-leoneses. La gente quiere que no se juegue con su salud ni con su educación, pero al Partido Popular ese temor les da igual.

Eso me lleva a la siguiente reflexión: si el PP apoyara los objetivos de estabilidad presupuestaria, de pronto se encontrarían con más recursos en sus administraciones autonómicas, y con ello sin coartada para lo que realmente persiguen: el desmantelamiento de los servicios públicos. Su NO es ideológico, no solamente una táctica mediocre para tratar de desgastar al Gobierno. Tratan de imprimir su huella neoliberal en este país, y la crisis ha sido su gran aliada en los últimos años para justificar los recortes y la austeridad. La derecha se encontraba cómoda con esta coartada, pero hoy ya no está disponible y tienen que dar la cara.

Es el mismo pensamiento neoliberal que mueve a Albert Rivera: argumenta que no quiere pagar más impuestos y que está en contra de incrementar el gasto. Cegado por su neoliberalismo dogmático, se olvida de que con esta nueva senda fiscal, es cierto que se gastaría más, pero también que se ingresaría más. La ministra Montero ha argumentado públicamente que, con los nuevos objetivos presupuestarios, se podría dar cumplimiento a los objetivos de estabilidad sin la necesidad de llevar a cabo ajustes adicionales. Bruselas está de acuerdo, y los funcionarios de la Unión Europea no son precisamente sospechosos de querer que se dispare el déficit en ningún país miembro. Es decir, estamos hablando de cumplir con nuestra obligación presupuestaria, y a la vez de dar respuesta a las demandas sociales de millones de personas. Hace poco eso parecía imposible, pero hoy podría ser realidad.

Pedro Sánchez, comprometido con la lucha contra la desigualdad

El Gobierno de España, presidido por Pedro Sánchez, está comprometido con la lucha contra la desigualdad. En dos meses ya ha mostrado más sensibilidad en este campo que el Gobierno de Rajoy en siete años: la lucha contra la pobreza infantil es una prioridad, se ha negociado una subida del Salario Mínimo Interprofesional, la universalidad de la sanidad pública está garantizada para todos y todas, la igualdad real entre hombres y mujeres no es ya una frase vacía y se ha roto el techo de cristal en el Consejo de Ministras y Ministros. Tenemos sobre la mesa el punto de partida para que esta lucha dé un salto cualitativo y cuantitativo con recursos suficientes.

La ley dice que dentro de un mes los españoles podrían tener otra oportunidad de ver aprobada esta propuesta del Gobierno. Sin embargo, si los que han votado NO y se han abstenido no recapacitan, volveremos a la herencia del Gobierno de Rajoy y su austeridad. Espero que las formaciones políticas del NO digan a los ciudadanos por qué más recortes es mejor para España, cuando lo que estamos planteando los socialistas es la recuperación de los derechos de los ciudadanos mientras cumplimos nuestro compromiso con Bruselas.

Los diputados y diputadas que han votado en contra el pasado viernes no pueden vivir ajenos al destino de tantas personas sin empleo, o con uno precario, y de tantos niños al borde de la pobreza. No es humano mantenerse insensible y cerrar la puerta a la posibilidad de que millones de nuestros conciudadanos puedan contar con una administración pública con más recursos para atenderles. Cuando regresen a sus circunscripciones, tendrán que explicar a sus vecinos y vecinas por qué apretaron ese botón del NO. Y, estoy seguro, a muchos, en el fondo, les costará hacerlo.