Paz con la naturaleza

12 de noviembre de 2024 06:01 h

0

Hace algo menos de dos años, se firmó en la cumbre de biodiversidad de Kunming-Montreal un acuerdo histórico para frenar la destrucción de la vida en la Tierra provocada por la actividad humana. El Marco Global de Biodiversidad acordado en 2022 establece metas para proteger el 30% del planeta antes de 2030, para reformar subvenciones perjudiciales para el medioambiente por un valor de 500.000 millones de dólares y para restaurar el 30% de los ecosistemas degradados.

La Conferencia de las Partes (COP16) sobre Biodiversidad, celebrada en Cali, Colombia, del 21 de octubre al 1 de noviembre, es la primera COP desde Montreal destinada a implementar el acuerdo alcanzado en esa cumbre. Esta reunión ha servido para evaluar el compromiso global de los países con la conservación de nuestros ecosistemas, como se acordó entre 192 países en la COP15, así como para reflexionar sobre la implementación del Marco Global de Biodiversidad, los compromisos establecidos y los desafíos que aún persisten.

Como presidente de la delegación del Parlamento Europeo en Cali, he tenido la oportunidad de discutir los temas más críticos de estas dos semanas de negociaciones, de reflexionar sobre los instrumentos necesarios para llevar a cabo el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal, y de analizar cómo cada país está traduciendo los compromisos internacionales acordados en Montreal en sus planes nacionales para detener la pérdida de biodiversidad.

Precisamente, uno de los temas que más preocupación ha suscitado en la COP16 ha sido la falta de presentación por muchos países de sus Estrategias y Planes de Acción Nacionales de Biodiversidad revisados (NBSAP, por sus siglas en inglés). Hasta ahora, menos de un cuarto de los países ha cumplido con este compromiso, lo que puede plantear dudas sobre nuestra voluntad para detener la pérdida de biodiversidad en 2030. El marco global de biodiversidad que se acordó en Montreal en 2022 establece 23 objetivos ambiciosos a 2030. Sin embargo, a seis años de esa fecha, el camino para alcanzarlos no está del todo claro. Hasta ahora, nunca se han logrado los objetivos en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica destinados a frenar la pérdida de biodiversidad y la destrucción de ecosistemas, en gran parte porque éstos han sido planteados siempre de manera voluntaria. Por ello, es un momento clave para mostrar compromiso y reforzar la confianza entre las partes. Es imperativo que todas las partes presenten sus NBSAP cuanto antes, no solo para cumplir con lo acordado, sino para garantizar un futuro sostenible y para dar la señal adecuada que el mundo necesita. 

Otro de los desafíos de la COP16 ha girado en torno a la financiación. Las discusiones se han centrado en la creación de un nuevo fondo independiente que facilitaría el acceso a recursos financieros por parte de los países en desarrollo o en la reestructuración del actual Fondo para el Medio Ambiente Mundial. La propuesta de un nuevo fondo se ha enfrentado a la resistencia de muchos países desarrollados, que temen que la creación de un nuevo fondo no movilice más recursos que los ya disponibles. No obstante, lo fundamental es alcanzar la meta de movilizar 200.000 millones de dólares anuales, tal como establece la meta 19 del marco de Kunming-Montreal, y de reasignar 500.000 millones de dólares anuales en subsidios perjudiciales para la biodiversidad, como indica la meta 18. Aunque algunos países desarrollados han anunciado compromisos monetarios, estos son aún insuficientes, y los avances en la identificación de las subvenciones perjudiciales para el medioambiente son aún limitados. Una financiación adecuada y canalizada hacia quienes más la necesitan es clave si queremos implementar de manera efectiva el Marco Global, pero desafortunadamente, las negociaciones han terminado sin acuerdo a este respecto.

 Por otro lado, el reparto equitativo de los beneficios derivados de los recursos genéticos ha sido otra cuestión de atención urgente. La meta 13 del marco de Kunming-Montreal busca garantizar que las comunidades y los países que conservan estos recursos reciban compensaciones justas por su uso. Esto no solo es un acto de justicia, sino también una forma de generar recursos para financiar el marco global. La propuesta del Grupo Africano de que se aporte un 1% de las ventas minoristas de las empresas y la propuesta de la presidencia, Colombia, de que las empresas de cierto tamaño que utilicen estos recursos contribuyan con el 0,1% de sus ingresos o el 1% de sus beneficios, han sido puntos de partida interesantes, habiéndose finalmente llegado a un acuerdo para que las compañías farmacéuticas y de cosméticos que se beneficien de estos recursos contribuyan de forma voluntaria a un fondo llamado Fondo Cali, destinado a los países de origen de esos recursos.

 Otro punto relevante ha sido la implementación del artículo 8j del Convenio sobre la Diversidad Biológica, que reconoce la importancia de los conocimientos tradicionales de las comunidades indígenas. El fortalecimiento de los derechos de las comunidades indígenas no solo es esencial desde una perspectiva de justicia social, sino que también es crucial para la conservación efectiva de la biodiversidad. Por ello, es de celebrar el acuerdo sobre la creación de un órgano permanente que represente a los pueblos indígenas y que les permita consultar sobre las decisiones de la ONU relacionadas con la conservación de la naturaleza. Es fundamental que estas comunidades tengan un papel protagonista y un acceso real a recursos internacionales.

 El monitoreo y la evaluación de los avances también se han discutido en esta COP, aunque no se ha podido alcanzar un acuerdo sobre el marco de monitoreo. Sin un marco claro que permita verificar el cumplimiento de los compromisos, la efectividad de las acciones sería cuestionable. La discusión sobre indicadores y mecanismos de verificación se ha centrado en asegurar que los países no solo firmen acuerdos, sino que también actúen en consecuencia, esto es, en garantizar que las acciones realmente se traduzcan en resultados. 

A su vez, tras más de ocho años de negociaciones, se ha llegado a un acuerdo para identificar y conservar áreas marinas ecológicamente significativas en aguas internacionales, para lo que se establecerá un grupo compuesto por expertos de diversas regiones del mundo para identificar y describir Áreas Marinas Ecológicamente o Biológicamente Significativas (EBSAs) basándose exclusivamente en criterios científicos y técnicos.

Por último, se ha debatido la innegable conexión entre biodiversidad y cambio climático, así como la necesidad de asimilar el enfoque “Una sola salud”. La restauración de ecosistemas es clave para hacer frente a la crisis climática y para implementar un enfoque que integra la salud de las personas, los animales y los ecosistemas. Por ello, no sólo basta el reconocimiento de esta conexión en la COP16, sino que será fundamental que las decisiones adoptadas en la COP29 del clima en Bakú reconozcan el papel esencial de nuestros ecosistemas en la mitigación y adaptación al cambio climático. Ignorar esta conexión sería un grave error que podría comprometer tanto nuestros esfuerzos de conservación como nuestra capacidad para enfrentar el cambio climático.

El fin de la COP16 ha puesto en evidencia un progreso lento y varios obstáculos que aún persisten. No obstante, aunque el camino que tenemos por delante es desafiante, también ha quedado claro que el compromiso colectivo y la colaboración entre todos los países son la única vía para implementar de manera exitosa el Marco Global de Biodiversidad. Si queremos un futuro sostenible y justo, todos los países deben comprometerse a hacer de la conservación de la biodiversidad una prioridad ineludible. Todos tenemos que demostrar seriedad y construir confianza. La salud de nuestro planeta no es negociable y hay que actuar ahora.