Una de las ideas fuerza del reciente Manifiesto de Madrid, aprobado en apoyo a Pedro Sánchez, consiste en cambiar la forma de hacer política. Se impone actuar con ética y reforzar los mecanismos de la democracia interna en el Partido Socialista para evitar un cierre en falso del capítulo de errores continuados que nos ha llevado a la actual confrontación.
La exigencia a la Gestora interina de cumplir con su única función consistente en la convocatoria de primarias y Congreso Extraordinario, sin más dilación ni tutelas sobre las bases, es un paso imprescindible para devolver la voz y la capacidad de decidir a la militancia. Solo así se podrá salir de la situación de anormalidad democrática en la que han instalado el PSOE desde el uno de octubre.
Pero las primarias para la elección de la secretaría general no son un fin en sí mismas. Representan la mejor oportunidad para abrir, ante la sociedad española, un proceso que ha de ser ejemplar y respetuoso de debate en profundidad entre las candidaturas que concurran sobre el proyecto de país, el relato del PSOE para abordar las incertidumbres que nos angustian -sobre todo en materia de empleo, derechos sociales, desigualdades y pensiones-, el modelo de liderazgo y la estrategia a seguir en la que juega un papel decisivo la política de alianzas.
Serán propuestas a debatir para hacer posible la reconstrucción del PSOE y la recuperación tanto de la credibilidad del socialismo entre la ciudadanía como de la vocación del PSOE de ser una fuerza de gobierno y mayoritaria en la izquierda. Para ello, trabajamos en un proyecto dirigido a una mayoría social que sea identificado como una alternativa real a las políticas neoliberales de la derecha que encarnan Rajoy y el PP.
No será tarea fácil, tras un desgaste que es anterior a la gestión fallida de la crisis por el Gobierno de Rodriguez Zapatero, reforzar las señas de identidad del PSOE y trabajar por un rearme ideológico que nos permita participar en la refundación de una Socialdemocracia europea que dé respuestas a los complejos retos del siglo XXI.
En el marco de un Congreso deberemos dar respuestas claras a cuestiones de envergadura como: la globalización y la soberanía compartida; la economía digital, la robótica y las tecnologías que inciden en el empleo; las migraciones y los derechos humanos; la desfiguración del espíritu europeo; la defensa de la democracia frente al avance del populismo y la amenaza de la extrema derecha; la supervivencia del planeta y las políticas de sostenibilidad; el combate a los paraísos fiscales y a un capitalismo financiero especulativo; el terrorismo yihadista y las guerras regionales; la fragilidad del Estado de Bienestar y el aumento de las desigualdades; la corrupción generalizada; y las consecuencias de la pirámide de edad.
Ha sido una democracia interna débil, en la que no han funcionado sus mecanismos de diálogo y debate en instancias como el Comité Federal y el Comité Territorial, la que ha permitido el choque de trenes entre sectores del aparato del partido, las actitudes de deslealtad y la fractura final del PSOE tras la conspiración orquestada contra Pedro Sánchez. Deberá ser la militancia quien gane las primarias, lo que no sería posible si se prioriza un pacto de poder entre las élites, entre los Generales del aparato.
Unos cuantos líderes dicen ahora querer “consensuar entre ellos el debate de las diferencias y evitar la concurrencia de candidaturas a las primarias porque así se preserva mejor la unidad del partido”. Son los mismos que tratan de resolver en despachos la crisis que ellos han provocado, pretendiendo predeterminar mediante un pacto el resultado de las primarias para inducir luego el voto de la militancia socialista. Ya no es el tiempo de ningún funcionamiento sectario por parte de un aparato que monopolice la vida y fabrique las decisiones en el PSOE, ahogue la función de las Casas del Pueblo y cultive el clientelismo.
Apoyé el Manifiesto y soy partidario de una democracia que afronte los debates y empodere a las bases del PSOE mediante un pacto con la militancia que conlleve una nueva concepción de la delegación del poder en los dirigentes por parte de las bases. Quiero que se reconozca, sin complejos, el papel de decisión que corresponde a la militancia socialista en los debates y la consulta en situaciones excepcionales, defiendo la rendición de cuentas y el respeto a los principios de una democracia participativa.
Se trata de poner en valor el papel de la militancia socialista para que recupere la ilusión en torno a un proyecto que consiga sumar a la gente joven y, con ello, derrotar a la derecha. Frente a la desmotivación la militancia debe sentirse unida por sus convicciones y trabajar con formas innovadoras, proyectando esperanza y a la vez cohesión hacia la sociedad española.
Es innegable que el PSOE arrastra una crisis de liderazgo. La solución consiste en un modelo de liderazgo integrador del pluralismo existente en el PSOE, incluyente hacia los movimientos y sectores de progreso de la sociedad y compartido -delimitando los papeles- con otros dirigentes territoriales. El Manifiesto de Madrid dibuja una alternativa socialista que está respaldada por un movimiento plural que contagia el entusiasmo de las convicciones y un pensamiento democrático y crítico frente al sistema para alimentar un debate que permita recuperar la credibilidad del PSOE y su unidad.