La crisis sanitaria provocada por el coronavirus SARS-CoV-2, dada su brusquedad, nos ha permitido, por un lado, vislumbrar repentinamente la insostenibilidad medioambiental de nuestra forma de vida y, por otro, constatar la fragilidad de nuestro sistema económico.
Si bien la lucha contra esta pandemia ha forzado a ralentizar significativamente nuestra actividad a nivel mundial y, en consecuencia, el planeta ha empezado a respirar un poco mejor, todos sabemos que eÌsta es una situacioÌn meramente coyuntural. Mientras tanto hay que pensar en la necesaria recuperacioÌn econoÌmica y debemos hacerlo recordando que el cambio climaÌtico sigue siendo el principal riesgo para el planeta y para la Humanidad.
El cambio climático es otra emergencia planetaria que también pone en riesgo nuestra supervivencia y para cuya solucioÌn (en este caso la “vacuna” existe ya) se necesita igualmente la adopcioÌn de medidas urgentes y de gran calado. Afortunadamente ya han surgido iniciativas como la European Alliance for a Green Recovery cuyo objeto es “trabajar para construir unos planes de recuperacioÌn y transformacioÌn que consagren la lucha contra el cambio climaÌtico y la biodiversidad como un pilar clave de la estrategia econoÌmica”.
En el nuevo marco de la recuperacioÌn econoÌmica para superar la crisis del COVID-19 no soÌlo se deben incentivar las inversiones bajas en carbono sino tambieÌn aplicar todo tipo de medidas para desincentivar el uso de carboÌn, petroÌleo y gas, principales causantes del cambio climaÌtico, asiÌ como arbitrarse acciones legales para abandonar de forma progresiva pero urgente su utilizacioÌn.
Hace ahora diez anÌos del desastre provocado por la plataforma petroliÌfera Deepwater Horizon en el Golfo de MeÌxico, en el que se liberaron al mar más de 4 millones de barriles de crudo (maÌs de 715 millones de litros, equivalente a lo que se consume en toda EspanÌa durante casi 4 diÌas) creando una marea negra que cubrioÌ un aÌrea estimada de 149.000 km2 (tanto como la superficie conjunta del PaiÌs Vasco, CatalunÌa, Valencia, Madrid y Castilla-La Mancha).
El 20 de abril de 2010, la rotura del pozo Macondo de British Petroleum causoÌ una explosioÌn en la unidad moÌvil de perforacioÌn Deepwater Horizon que finalmente provocoÌ su hundimiento y la muerte de 11 tripulantes. Los esfuerzos iniciales para tapar el pozo despueÌs de la explosioÌn no tuvieron eÌxito, de modo que la descarga incontrolada de ingentes cantidades de petroÌleo y gas continuoÌ durante 97 diÌas, hasta que el 15 de julio de 2010, casi tres meses despueÌs, pudo taponarse la boca de dicho pozo e interrumpir la fuga de hidrocarburos al medio marino.
AdemaÌs, para tratar de acelerar la degradacioÌn del crudo, se aplicaron unos 7 millones de litros de dispersantes quiÌmicos, tres de ellos directamente a la boca del pozo durante el vertido y el resto en la superficie contaminada. Las consecuencias ecoloÌgicas de la utilizacioÌn sin precedentes de grandes cantidades de estas sustancias como parte de la respuesta a esta marea negra son todaviÌa ampliamente desconocidas, aunque hay evidencias cientiÌficas de la citotoxicidad y genotoxicidad del Corexit 9527 y del Corexit 9500, los dos productos dispersantes utilizados.
La gravedad del accidente de la Deepwater Horizon no se debe solo al enorme volumen de crudo vertido sino tambieÌn por haberse producido en alta mar y a gran profundidad (1.500 metros), lo que facilitoÌ la distribucioÌn del petroÌleo en un aÌrea extensiÌsima y su deposicioÌn en grandes cantidades en el subsuelo marino, agravando asiÌ significativamente su impacto ecoloÌgico.
Tal y como reflejan numerosos informes cientiÌficos, una deÌcada despueÌs, siguen aumentando las evidencias de que el medio ambiente del Golfo de MeÌxico auÌn estaÌ lejos de recuperarse totalmente y de que la salud humana y la economiÌa local siguen sufriendo las consecuencias de la marea negra. Este vertido causoÌ graves danÌos en una variedad de especies y haÌbitats. Se han documentado efectos toxicoloÌgicos en comunidades de peces bentoÌnicos y pelaÌgicos, comunidades
propias de estuarios, mamiÌferos, aves y tortugas, corales de aguas profundas, plancton, foraminiÌferos y comunidades microbianas.
Si bien en los primeros momentos tras el desastre la mayor parte de la investigacioÌn sobre sus efectos se centraron en la contaminacioÌn en superficie de los haÌbitats costeros y en las especies de fauna cercanas al litoral (incluidas las de peces de intereÌs comercial), en los uÌltimos anÌos se ha dedicado un mayor esfuerzo cientiÌfico a analizar los efectos del vertido de petroÌleo en alta mar y en el fondo marino (donde se depositoÌ, seguÌn caÌlculos recientes, hasta un 47% del petroÌleo que se liberoÌ en el accidente y no se recuperoÌ, es decir el 80% del total vertido), en haÌbitats poco conocidos y con escasos datos de referencia.
Los resultados que se van conociendo demuestran que las especies oceaÌnicas fueron las que se vieron afectadas con mayor intensidad por este derrame, pues estuvieron directamente expuestas a cantidades sin precedentes de hidrocarburos y dispersantes. Debido a ello, los impactos agudos y croÌnicos a nivel poblacional de esta exposicioÌn probablemente fueron maÌs altos de lo que inicialmente se estimoÌ. Han podido confirmarse disminuciones continuas en la presencia de diferentes especies de mamiÌferos marinos y tortugas, lo que puede estar relacionado con un menor eÌxito reproductivo y la persistencia de un estado de salud deficiente (enfermedades pulmonares, respuesta deteriorada al estreÌs por alteraciones en las glaÌndulas suprarrenales, depresioÌn del sistema inmune, etc.), efectos que tambieÌn confirmados en especies de distribucioÌn maÌs costera.
En cuanto a la pesca, en general, se pronostica que la recuperacioÌn de las poblaciones con una alta tasa de renovacioÌn ocurriraÌ a lo largo de esta deÌcada, pero algunas poblaciones de crecimiento maÌs lento pueden tardar maÌs de 30 anÌos en recuperarse por completo.
La de la plataforma Deepwater Horizon es sin duda una de las mayores cataÌstrofes ocasionadas por la industria petrolera, de las muchas que eÌsta ha protagonizado a lo largo de su sucia trayectoria. Pese a la gravedad creciente del cambio climaÌtico, las companÌiÌas petroleras tratan de continuar con su contaminante negocio como si ese problema no existiera.
En un contexto de emergencia climaÌtica como el actual no tiene sentido seguir llevando a cabo actividades de exploracioÌn y explotacioÌn de hidrocarburos. Algunos paiÌses, como Francia, ya han aprobado legislacioÌn para poner fin a estas actividades en su territorio nacional.
En EspanÌa, el Anteproyecto de Ley de Cambio ClimaÌtico y TransicioÌn EnergeÌtica recoge la prohibicioÌn a cualquier nuevo proyecto de exploracioÌn, investigacioÌn y explotacioÌn de hidrocarburos en todo el territorio nacional, incluido el mar territorial, la zona econoÌmica exclusiva y la plataforma continental, pero, sin embargo, de forma incoherente, permite prorrogar los permisos de investigacioÌn y las concesiones de explotacioÌn de yacimientos de hidrocarburos ya vigentes hasta el 31 de diciembre de 2042.
En un diÌa como hoy, décimo aniversario de la catástrofe de la Deepwater Horizon, OceanCare quiere pedir al Gobierno que aumente la ambicioÌn del Anteproyecto de Ley de Cambio ClimaÌtico, prohibiendo todas las actividades de exploracioÌn de hidrocarburos (no concediendo nuevos permisos y archivando todos los proyectos actualmente en proceso administrativo) y no otorgando nuevas proÌrrogas a las actuales concesiones de explotacioÌn cuando expiren sus respectivas licencias. La concesioÌn de estas proÌrrogas es una decisioÌn puramente potestativa por parte de la AdministracioÌn: no otorgarlas no genera ninguÌn derecho a indemnizacioÌn por lucro cesante.
No podemos arriesgarnos a que se vuelva a producir otro desastre como el de la Deepwater Horizon. OceanCare considera que seguir apostando por la exploracioÌn y la explotacioÌn de hidrocarburos va en sentido contrario a los compromisos internacionales adquiridos por la UnioÌn Europea y el propio Estado espanÌol de lograr un sector energeÌtico profundamente descarbonizado, basado al 100% en el ahorro, la eficiencia y las energiÌas renovables, que son la uÌnica respuesta sostenible al problema del cambio climaÌtico.