Hace unos días se cumplieron 25 años de gobiernos del PP en la Comunidad de Madrid. Esther Palomera escribió un, a mi juicio, acertadísimo diagnóstico titulado “Cuando la política es solo negocio”, que contenía también una crítica muy pertinente a las estrategias de la oposición, incapaces de traducirse en victorias.
El PP lleva 25 años construyendo un modelo al servicio de un puñado de lobbys empresariales que se han enriquecido costa del saqueo sistemático de lo público y del debilitamiento efectivo de la democracia (tal como demostró el famoso “Tamayazo”).
Hicieron negocio con las residencias, a costa de la seguridad de nuestros mayores. Hicieron negocio con la sanidad, a costa de la salud de la gente. Hicieron negocio con la educación, promoviendo el mercado escolar…
También con la gestión de los residuos, impidiendo su modernización, o con el Canal Isabel II, una empresa pública estratégica que, lejos de convertirse en un motor de desarrollo para nuestra región, fue utilizada como una lanzadera para su corrupción.
El diagnóstico es compartido. Un modelo que convierte la región con más PIB de España en una de las más desiguales es un modelo que ha fracasado.
La pregunta es: ¿Qué puede hacer este Podemos, nacido tras nuestra última Asamblea Ciudadana Autonómica, para contribuir al cambio en la Comunidad de Madrid?
Lo primero, ser autocríticos sin paralizarnos frente al pasado. Que la acción política desplegada por nuestro partido no ha logrado los resultados esperados en la región está fuera de toda discusión y se constata cuando el peor PP de España ocupa, a día de hoy, tanto la Puerta del Sol como el Palacio de la Cibeles. Esto nos exige pasar a la acción, dejar de hablar de nosotros mismos y trabajar para propiciar la victoria sobre los que nos han condenado a un cuarto de siglo de privatización, recortes y corrupción.
Lo segundo, hablar de los problemas de la gente, convirtiéndonos en una herramienta para impulsar trabajo político concreto. Si en el pasado Podemos se pensó como una maquinaria de guerra electoral, hoy tiene que presentarse como una cadena de producción de propuestas. Construirnos como un gran equipo de trabajo, disciplinado y volcado en plantear una alternativa al PP en la Comunidad de Madrid y en los Ayuntamientos.
Lo tercero, incorporar la escuela municipalista a la cultura de nuestro partido y el principio de que, ante cada problema, seamos capaces de proponer una solución. El municipalismo es el que ha dado los mejores éxitos al espacio del cambio durante este lustro y lo hacía, precisamente, por su capacidad de romper la distancia entre nuestro proyecto y la gente mediante la cercanía y el trabajo concreto. Es la mejor garantía para reconstruir los vínculos con la gente y ensanchar, así, nuestro espacio político.
Lo cuarto, impulsar proyectos y hacer políticas pensadas para la gente. La retórica sobre las grandes ideas ha tendido a confundir el ámbito académico con el político. La democracia, el feminismo o el compromiso con nuestro planeta no pueden quedarse como meras abstracciones que deriven hacia eslóganes o frases constantemente repetidas, sino que deben transitar hacia propuestas políticas concretas, capaces de mejorar la vida de la gente. Las mismas deben ser directas cuando las propongamos y eficaces cuando las pongamos en marcha en los municipios donde gobernamos.
Lo quinto, hablar y entendernos con todo el mundo. Debemos ser capaces de tejer grandes acuerdos con todos quienes quieran plantear una alternativa real a las políticas del Partido Popular. Esta predisposición debe estar por delante de cualquier otra consideración personal o aspiracional, por el simple hecho de que el sentido político de nuestra existencia es, precisamente, construir una sociedad más justa, democrática y feminista, y esto sólo puede hacerse impulsando alternativas en beneficio de la gente y desalojando a quienes tienen como principal objetivo hacer política para los lobbys de siempre.
Este Podemos mira al presente con responsabilidad y al futuro con esperanza. En plena reordenación de los consensos sobre el papel vital de lo público y con nuestro Gobierno de coalición encarando la reconstrucción, ganar la Comunidad de Madrid es fundamental para cambiar el rumbo de nuestro país.
Aceptamos, con humildad y valentía, el reto de contribuir al cambio en nuestra región. No podemos fallar.