Muchas veces los conceptos que más utilizamos en el día a día, como son izquierda y derecha, LGTBI+, feminismo o igualdad, son en realidad los conceptos más complejos, con más interpretaciones y aristas. Y muchas veces, el debate político es, sobre todo, un debate por definir quiénes somos, con quién nos aliamos y qué queremos.
Esas son casi las preguntas esenciales de cualquier sujeto político y de su respuesta depende todo. Si el activismo LGTBI+ no es feminista, si el feminismo no incluye a las personas LGTBI+, si el feminismo es solo para unas pocas o el activismo LGTBI+ solo mira por los intereses de las personas LGTBI+, sin alianzas, sin entender la necesidad de espacios discursivos comunes, sin buscar una acción común, el resultado será la división y por tanto, la derrota.
No quiero ser alarmista, pero es imposible no serlo. Estamos viendo cómo en Reino Unido y en Estados Unidos la estrategia de la ultraderecha religiosa está acertando cada vez más. Esta estrategia tiene como objetivo final volver a colocar a la mujer en su lugar tradicional como paridora, casi como un mueble, eliminando sus derechos. Pero sabe que no se puede lograr de golpe. Su estrategia, por tanto, pasa por tratar de sumar mujeres y, para ello, está alimentando un discurso para dividir al feminismo entre sí y al colectivo LGTBI+ entre sí, atacando a la parte mas vulnerable del colectivo LGTBI+, las personas trans, presentándolas como amenazas, como violadores, como amenazas al deporte, como hombres que quieren ocupar el espacio de las mujeres, como enfermas y, en definitiva, monstruos que hay que aniquilar. Esto no es algo figurado o declarativo. Ya hay voces en la derecha norteamericana llamando directamente a erradicar la transexualidad de la vida pública, una forma de discurso de odio que presenta a las personas trans como un mal, como un peligro que hay que erradicar.
Es increíble que el discurso que ha elaborado la ultraderecha para alimentar el odio contra las personas trans entre mujeres feministas haya calado hasta el punto actual. Es difícil de creer que personas que ayer eran compañeras y aliadas, que defendían los derechos de las personas trans, incluso las leyes que hemos aprobado, hoy, tras una maraña de bulos, pánicos, miedos y discursos de odio, hayan acabado actuado exactamente de la misma forma que los xenófobos actúan contra la inmigración: definiendo al colectivo LGTBI+ como una amenaza, como un problema, como una carga y afirmando que no debemos ser aliadas.
El 8M, que acabamos de conmemorar un año más, es el día de todas las mujeres. Por tanto, las prioridades políticas de este día siempre las fijarán las mujeres y serán los asuntos que más preocupen a las mujeres incluidas las mujeres lesbianas, bisexuales y trans. Desde la Federación Estatal LGTBI+ tenemos claro que siempre debemos estar ahí para apoyar las reivindicaciones del movimiento feminista, porque ha sido gracias al movimiento feminista, a su lucha, a sus conceptos teóricos, a su apoyo, a todas las mujeres que siempre nos han apoyado, que hemos logrado todos los derechos que tenemos. Sin el apoyo del feminismo, no estaríamos aquí.
Esto no significa que no haya tensiones entre el activismo LGTBI+ y el feminismo. ¿Cómo no va a haberlas? Dentro del propio feminismo hay fuertes debates, temas complejos y de difícil o imposible solución, como es el de la prostitución o tantos otros. Son debate que tensionan y fracturan. Pero debemos tener clara una cosa. Si abordamos los debates difíciles desde el enfrentamiento y no desde el diálogo, si usamos esos debates para justificar las divisiones rompiendo la unidad del feminismo y la unidad de acción con el activismo LGTBI+, si buscamos alimentar el choque, si señalamos a mujeres vulnerables para justificar una fractura, por supuesto para liderarla, el resultado será la catástrofe. Porque la derecha religiosa es la principal redactora de los argumentos biologicistas que se están usando para definir a las mujeres como personas que se quedan embarazadas y tienen niños, una definición cromosómica de la que estaría orgulloso un nazi de principios del siglo XX y que deja fuera a las mujeres con menopausia, a las mujeres que no pueden quedarse embarazadas o a las mujeres trans.
Desde el colectivo LGTBI+ tenemos memoria. Recordamos cómo se había avanzado en la Alemania de la preguerra mundial y cómo en unos años de histeria antijudía, con discursos indistinguibles de los actuales contra el colectivo LGTBI+, se llevó a la sociedad al odio y lo que comenzó contra una minoría, se acabó llevando por delante los derechos de toda la ciudadanía, aniquilando a las personas LGTBI+, devolviendo a las mujeres a un lugar subordinado y acabando en una sociedad fascista. Parte de la estrategia siempre fue enfrentar a grueso de la población con los judíos en un divide y vencerás deliberado y buscado que estamos viviendo hoy en día.
Hace unos dos días, Carmen Calvo afirmó que el feminismo no puede “cargar” con el activismo LGTBI+, que no hay motivo para luchar juntas contra el patriarcado, pese a que el odio a la diversidad sexual es puro patriarcado y puro machismo, que la homofobia contra los hombres es un rechazo a la feminidad en los hombres, que la lesbofobia contra las mujeres es un rechazo a la masculinidad en las mujeres, que la transfobia es un rechazo a las personas que no cumplen la asignación de género y los estereotipos de género. Su afirmación estremece el alma. Su señalamiento y ataque, en este momento histórico, nos dice que mientras vienen a por nosotras hay gente dispuesta a alimentar la división para lograr protagonismo personal.
Y, precisamente por eso, nuestra respuesta va a ser siempre la inversa. Desde la Federación Estatal LGTBI+ pedimos hoy, aquí, al feminismo que nos sentemos. Que hablemos. Que nos encontremos. Que discutamos los desencuentros y los roces. Que busquemos juntas cómo seguir reivindicando para beneficio conjunto del activismo LGTBI+ y del feminismo. También queremos decir que desde el activismo LGTBI+ siempre apostaremos por apoyar las reivindicaciones de las mujeres, que intentaremos siempre buscar hacer compatibles nuestras luchas, porque sin las mujeres, sin nosotras las mujeres, nunca habríamos logrado ningún derecho.
Hoy queremos devolver diálogo al odio. Hoy queremos, como siempre hemos hecho desde la FELGTBI+, tender puentes y buscar la unidad, tanto del activismo LGTBI+ como la unidad de acción con el feminismo.
No solo lo hacemos porque sabemos que, solas, seremos arrasadas. No es solo un asunto de pura supervivencia. Es también una convicción profunda de que los derechos de las mujeres, que son la mayoría de la población y que son la mayoría del activismo LGTBI+, nos apelan de manera directa, obligatoria.
Este 8M hemos querido decir que estamos ahí, compañeras, para apoyaros en todo lo que necesitéis, porque vuestra lucha es la nuestra, porque el feminismo es nuestro hogar.