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El territorio y los enclaves urbanos en España 2050

Profesora de Urbanismo. Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura. Universidad Politécnica de Madrid.
Calle Gutiérrez Mellado (Pontevedra)

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El pasado 20 de mayo se presentó el documento “España 2050”. Es de interés señalar que la mayor parte de los análisis que se han hecho del mismo han pasado por alto una cuestión que siendo de gran importancia ha sido apuntada en pocos casos: se trata del tema de los enclaves urbanos (las ciudades y los pueblos), es decir de la atención que desde el documento se presta a los lugares donde desarrollamos nuestras vidas, donde trascurre diariamente nuestra cotidianeidad.  

El denominado “modelo de ciudad” que se plantea y materializa en el enclave urbano donde vivimos y/o trabajamos determina nuestra calidad de vida mucho más que otras cuestiones a las que prestamos tradicionalmente más atención como opinión pública y que tienen más presencia en la agenda política.  Por ejemplo, podemos vivir en ciudades en donde la concentración de gases derivados de las emisiones del tráfico a algunas horas del día, o durante días enteros, sea perjudicial para nuestra salud; o podemos vivir en ciudades que se hayan dotado de estrategias de movilidad sostenible para ir reduciendo gradualmente el tráfico de paso en el viario no estructurante con el fin de asegurar a la ciudadanía un aire que no comprometa su salud.  La realidad física, cultural y social en la que desarrollamos nuestra vida está llena de ejemplos de este tipo.  

Así pues, el tema de los enclaves urbanos no podía faltar en un documento con la intención de proceso y de visión prospectiva hacia un futuro más sostenible y un país más próspero y resiliente que adopta “España 2050”. Se aborda  dentro del Eje 6, titulado “Promover un desarrollo territorial equilibrado, justo y sostenible”, donde la cuestión se acomete junto a la temática territorial.

La inclusión de este eje en el documento es doblemente importante y significativa, particularmente en nuestro contexto: En primer lugar, porque se da el paso de iniciar una reflexión conjunta (y pendiente) con todos los actores relevantes sobre una temática que tradicionalmente se ha preferido evitar desde la acción del Gobierno (aunque hay excepciones interesantes, como la que podría estar iniciando en el presente la Agenda Urbana Española).  Esta limitación se ha debido, entre otras cuestiones, a que las principales competencias en relación a las políticas territoriales y urbanas recaen en el ámbito de las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos, y al modo en el que ha evolucionado la gobernanza multinivel en el ámbito de estas políticas en nuestro país, basado en un estilo poco colaborativo entre los diferentes niveles institucionales.  Esto explica que siendo los temas urbano y territorial claves para el desarrollo equilibrado y la prosperidad socio-económica, no hayan sido objeto de políticas incentivadoras de un modelo de territorio y de ciudad fuertemente radicados en la sostenibilidad (social, ambiental, económica, climática) desde el nivel del Gobierno, como sí lo son en otros países de la Unión Europea desde hace décadas.  Desde el Eje 6 del documento se mira este tema con una visión renovada, con el fin de iniciar un camino que desmonte inercias que mantenían anquilosada la acción pública a este respecto.  Se habla así, entre otras cuestiones, de la posibilidad de dar pasos hacia una política urbana colaborativa a nivel de país, algo que puesto negro sobre blanco hace un año en un texto institucional hubiera sonado a utopía y que hoy abre posibilidades inspiradoras en este campo de política.  Mi impresión es que la ambición de marcos como el Green Deal de la Unión Europea no pueden llegar a alcanzar su potencial si no es desde una mirada de este tipo.

La segunda razón por la que la reflexión sobre los enclaves urbanos es de gran importancia estriba en el hecho de que el sistema territorial formado por ciudades y pueblos, y el modelo urbano que se concreta en estos últimos, son elementos claves para avanzar en relación a los grandes retos que tenemos en este momento como sociedad y como país, así como para aprovechar las oportunidades que nos plantea el presente (sobre todo derivadas de la implementación de los fondos Next Generation y del nuevo marco financiero multianual de la Unión Europea 2021-2027, pero también de la reflexión a la que está dando lugar la pandemia en relación a inercias y limitaciones estructurales que deberíamos poder superar como país en un momento marcado por grandes cambios).  

Por otra parte, si el siglo XX se cerró volviendo su mirada a las ciudades como nodos claves de actuación para afrontar dichos retos,  el siglo XXI nos está poniendo sobre la mesa la importancia de entenderlas dentro de sus sistemas territoriales para evitar miradas sectorizadas que nos impidan aprehender dinámicas que no se circunscriben a los límites administrativos de los municipios, de las regiones o incluso de las fronteras nacionales. Asimismo, cada vez emergen más claramente las interrelaciones entre lo rural y lo urbano como uno de los ejes de acción en donde se concretarán muchas de las respuestas más transformadoras hacia un futuro más sostenible.  

Teniendo todo esto en cuenta, actuar en el ámbito territorial y los enclaves urbanos permite dar respuestas a retos de escala global desde la actuación local, pero para ello es necesaria una acción planificadora que establezca el horizonte de desarrollo sostenible al que queremos llegar (en este caso en 2050). La descarbonización de las ciudades, la regeneración de los barrios desfavorecidos, la vivienda asequible, la adaptación al cambio climático, la digitalización de los enclaves urbanos, una gobernanza local cada vez más democrática, el avance hacia modelos de economía circular en las ciudades y sus áreas funcionales, etc. son oportunidades y objetivos que presentan un gran potencial de mejora de calidad de vida para toda la ciudadanía, así como de avance hacia un futuro más resiliente y socioeconómicamente próspero para nuestro país.  Por otro lado, son objetivos imprescindibles para dar pasos hacia las metas que marcan la Agenda 2030 (con sus Objetivos de Desarrollo Sostenible) y la Nueva Agenda Urbana de Naciones Unidas, así como el Green Deal y la Agenda Urbana para la Unión Europea, con los que está comprometido nuestro país.  

Son también objetivos que requieren cambios de calado, por lo que no van a alcanzarse si no se persiguen con ahínco y a través de una acción sostenida, informada, planificada y coordinada entre todos los actores relevantes.  Los procesos de transformación y adaptación del calibre de los mencionados no se hacen de una vez, requieren un esfuerzo continuo y estructurado y una mirada a largo plazo. Es por esto clave contar con una hoja de ruta y un marco estable de reflexión basado en un conocimiento profundo de la realidad, para que el contexto cambiante e incierto que caracteriza nuestro presente no nos acabe arrastrando a un lugar alejado de nuestros objetivos y nuestras oportunidades, a un lugar al que no queríamos llegar como sociedad. La posibilidad de andar este camino en relación a las temáticas territorial y urbana, y de hacerlo de manera conjunta con todos los actores que consideran que tienen algo que decir a este respecto, es una aportación relevante y nueva de “España 2050”.

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