Elecciones municipales, partidos políticos y 'ciudad'
Nos acercamos a un momento de elecciones municipales. A diferencia de en ocasiones anteriores, la cuestión de “la ciudad”, afrontada desde la asunción de un modelo a medio y largo plazo para la misma, parece haber entrado en el debate social a raíz de la pandemia. Una prueba de ello es la atención que desde los medios de comunicación se viene poniendo en esta cuestión. Todo ello, a diferencia de lo que pasaba hace pocos años, empieza a poner una cierta y sana “presión” sobre los partidos políticos que confluyen a esas elecciones. Ciudadanos y ciudadanas cada vez más consciente del impacto que los barrios donde desarrollan su vida cotidiana (porque viven, trabajan, estudian en ellos…) tienen en su calidad de vida y la de las personas que tienen a su cargo, ejercen una mirada crítica sobre las medidas que se adoptan desde los gobiernos locales o se presentan en los programas electorales.
Las elecciones constituyen un momento de oportunidad democrática para revisar el estado de nuestras ciudades y desde ahí proponer una visión ilusionante y realista para avanzar hacia un futuro urbano más resiliente y sostenible a nivel de barrio, de distrito, de ciudad, y ¿por qué no? de área funcional. Desde mi punto de vista, teniendo en cuenta el contexto presente, esa revisión no puede no hacerse desde lo que la pandemia ha supuesto para nuestras ciudades y desde una reflexión sobre cómo ha determinado su realidad. Esta reflexión pone de relieve debilidades y deficiencias, así como hojas de ruta adoptadas por los gobiernos locales que nos alejan de los principios de la sostenibilidad en muchos municipios.
Ante la tentación de los partidos políticos de pasar página respecto a lo sucedido durante la pandemia para proponernos un futuro urbano prometedor en clave electoral, creo que es responsabilidad de todos ellos tener en cuenta el aprendizaje que el COVID-19 nos deja a este respecto al afrontar sus programas de cara a las elecciones municipales de 2023. Esto es porque, como en el ámbito sanitario, también en lo relativo a lo urbano la pandemia ha actuado poniendo sobre la mesa de manera clara la vulnerabilidad que anteriormente no había sido atendida. Lo que ha sucedido apunta a que no hay camino posible hacia la resiliencia si dicha vulnerabilidad no es afrontada. Cualquier otra cosa que se nos proponga sería una huida hacia adelante.
La vulnerabilidad relacionada con la cuestión urbana que la pandemia nos hizo visible de manera dolorosa fue de muy distinto tipo. Quizás la más dramática tuvo que ver con un recrudecimiento de la vulnerabilidad en todos aquellos ámbitos donde los municipios tenían mapeada la concentración de la pobreza urbana y el riesgo de exclusión social. Este aprendizaje no nos puede dejar indiferentes una vez más. Para construir visiones de “ciudad sostenible” es condición entender y atender dicha vulnerabilidad socio-económica y física de manera decidida y sostenida en el tiempo. Los partidos políticos han de decirnos cómo piensan hacerlo ¿va a estar la regeneración urbana de estos enclaves plenamente integrada en sus programas electorales?
Otra cuestión que la pandemia nos ha puesto sobre la mesa ha sido lo limitado de los servicios y equipamientos públicos para dar respuesta a la realidad social de nuestras ciudades en la tercera década de este siglo. Categorías vulnerables como las personas mayores se encontraron en situaciones de semi-abandono y fuerte soledad no deseada debido al confinamiento. La acción vecinal en el marco de las comunidades locales actuó dando respuestas, llegando de manera capilar allí donde no lo hacían las instituciones. Esta enseñanza pone en evidencia que hay que repensar los equipamientos en clave contemporánea para que sean capaces de responder a las necesidades de todos los grupos sociales, distribuyéndolos de manera estratégica desde una clave de proximidad (física, pero también simbólica) con el fin de avanzar hacia una ciudad que nos cuide a todas. Se trata de una cuestión que los partidos políticos habrían de afrontar en la reflexión que guíe sus programas electorales.
Esto último lleva a señalar otra debilidad que quedó patente durante la pandemia: la vulnerabilidad del tejido asociativo y las ONG locales, que contaban con recursos y un sostén institucional insuficiente para hacer frente a lo dramático de la situación social que se presentó. La acción que llevaron a cabo las asociaciones de vecinos y vecinas y las ONG evidencia que un eje imprescindible de avance hacia la sostenibilidad urbana es el reforzamiento del tejido asociativo, incentivándolo y dotándolo de recursos (económicos, técnicos…). Contar con comunidades locales con identidad y capacidad de acción es un recurso hacia la resiliencia del que nuestras ciudades no pueden prescindir. Más allá de lo mencionado, hoy sabemos que cuestiones como la mitigación del cambio climático y otros retos ambientales sólo podrán afrontarse de manera exitosa desde una clave de comunidad local. También a este respecto los partidos políticos deben decirnos qué van a hacer: ¿cómo van a construir capacidad local fortaleciendo las comunidades en los barrios?
No es posible mapear en este texto todas las debilidades y ejes de vulnerabilidad que la pandemia ha puesto sobre la mesa en relación a lo urbano (la conectividad y modelo de movilidad, el espacio público, la participación en las decisiones sobre la ciudad de todos los actores incluyendo la ciudadanía…). Por esa razón quiero cerrar refiriéndome a una que determina todas las demás: el modelo de ciudad. La pandemia también ha reforzado la evidencia de que el modelo de ciudad basado en el crecimiento urbano y económico ha dado lugar a ciudades donde en el momento presente se remarcan los impactos medioambientales negativos y las diferencias sociales, donde se dan procesos de crecimiento que exacerbarán dichas diferencias a futuro (por ejemplo, piénsese en Madrid Nuevo Norte versus los desarrollos del Sureste, en el caso de Madrid). Seguir por este camino es una huida hacia adelante. Hay gran consenso en todos los campos disciplinares en que estamos en un momento de cambio. Cambios en todos los ámbitos, incluyendo cómo pensamos la ciudad y cómo damos respuesta a los grandes retos urbanos que tenemos por delante. Por eso en este momento también es responsabilidad de los partidos políticos plantear una reflexión a este respecto y proponer respuestas que vayan en el sentido del cambio de paradigma urbano que cada vez más personas anhelamos. Se trata de una visión inspiradora, pertinente y necesaria a asumir, algo pendiente que es una oportunidad afrontar con ocasión de la cita electoral que tendremos en 2023.
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