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La última batalla de Pardo Bazán

Como este año se conmemora el centenario de su muerte, incluso sus no-lectores han podido saber algunas cosas de su vida. Los periódicos se han hecho eco (¡siempre el morbo comercial!) de las cartas subidas de tono que se intercambió con Benito Pérez Galdós; los críticos han podido contarnos algo sobre la calidad de su obra, las peripecias de su vida, la época y la España en la que “le tocó vivir”; e incluso la RAE ha tratado de enmendar su histórico veto mediante la concesión del simbólico sillón de académica número 47 a Emilia Pardo Bazán con unos… 130 años de retraso.

Eterna viajera, su prolífera obra responde a las tendencias literarias del momento y abraza desde el naturalismo al simbolismo. Doña Emilia no sólo fue una novelista destacada, a quien privaron de poder ir a la Universidad por ser mujer, fue una defensora acérrima de los derechos de las mujeres. En sus obras denuncia su situación, consideradas las eternas adolescentes bajo la tutela masculina, privadas de ejercer ningún derecho político y de educación.

Si algo destaca de entre esa abundante y pasajera información publicada estos días, es su carácter luchador. No lo tuvo fácil. Desde el boicot masculino a sus clases en la Universidad hasta los ataques moralistas a su libro La cuestión palpitante (1883) pasando por el desprecio de algunos escritores que se sintieron amenazados por su éxito, Emilia Pardo Bazán sufrió las consecuencias de defender el feminismo en una sociedad patriarcal como la España de la Restauración. Algunas de ellas serían las reticencias a su entrada en el Ateneo de Madrid (1906) o a su designación como catedrática de Universidad (1916), así como el rechazo a su ingreso en la Real Academia Española (RAE)

La feroz resistencia de los varones de la Academia a su ingreso en 1912 –rechazada por tercera vez su candidatura por catorce votos contra ocho a pesar de encontrarse en el cénit de su prestigio literario– simboliza con toda claridad la fuerza de los obstáculos que tuvo que enfrentar Emilia Pardo Bazán por ser una mujer y no un varón. 

La RAE ha reconocido y ha tratado de enmendar su error el pasado 13 de mayo con una jornada de homenaje a Doña Emilia. Si bien es un gesto hermoso, estamos seguros de que si la autora de Los Pazos de Ulloa viviese hoy señalaría que en la RAE se pueden contar solo siete mujeres entre los 46 miembros con sillón y que nunca ha tenido una Directora. La lucha de Pardo Bazán sigue plenamente vigente. 

Como concejal del Ayuntamiento y con nuestro grupo de vocales vecinos, propusimos a todos los grupos políticos de la Junta del distrito de Salamanca una serie de iniciativas que abrieran el centenario: un concurso literario, que el próximo espacio municipal de ámbito cultural que se inaugurase en este mandato llevase el nombre de Emilia Pardo-Bazán, y la instalación de una placa conmemorativa en la iglesia donde está enterrada.

Pocas personas saben que la insigne escritora gallega está enterrada en Madrid, en la cripta de la iglesia de la Concepción, situada en la calle Goya nº 26, en pleno barrio de Salamanca, aunque ella manifestara su deseo de descansar en su querido Pazo de Meirás, tan de actualidad por su recuperación para lo público tras décadas de apropiación por la familia del dictador.

Todos los grupos políticos apoyaron en enero nuestra propuesta y recientemente –con una diligencia que le honra y ya querríamos para otras cosas– el concejal José Fernández, tras bregar con la burocracia dado el carácter de bien de interés cultural del edificio, nos confirmaba un acuerdo con la parroquia para instalar una placa en su fachada con el siguiente texto: 

En la cripta de la iglesia de la Concepción descansan los restos de

EMILIA PARDO BAZAN

A Coruña 1851- Madrid 1921

ilustre novelista, ensayista y periodista y

pionera en la defensa de los derechos de las mujeres

Es una gran satisfacción contribuir a mantener viva la memoria de Doña Emilia, que es también la memoria de las literatas españolas y de las luchas de las mujeres por lograr una sociedad en igualdad. Una tarea de construcción de memoria histórica democrática y feminista que tiene aún un largo camino por recorrer, como acaba de mostrar causando enorme sonrojo la sentencia del TSJ de Madrid en relación con Millán Astray, por no hablar otra vez del atentado del PP contra la memoria de Francisco Largo Caballero. A pesar de todo ello, nuestra satisfacción resulta mayor por haber concitado en este pequeño homenaje la unanimidad política, tan escasa en estos (y todos) los tiempos.

Y hecho todo esto y aunque llevará tiempo, anunciamos nuestra intención de ir un poco más allá en la consideración y la honra a la memoria y el ejemplo de Emilia Pardo Bazán. Queremos impulsar, con la concurrencia evidentemente de su familia y actuales vecinos, que se cumpla la última voluntad de Doña Emilia: ser enterrada en el Pazo de Meirás. 

Su descendiente, la actual condesa de Pardo Bazán y presidenta de la asociación por su legado, ya nos ha confirmado este deseo. En cuanto el Tribunal Supremo despeje los recursos judiciales desplegados por la familia Franco, es de esperar que Patrimonio se alinee con esta aspiración.

Esperamos encontrar más compañeros en este “último viaje” de Dª Emilia.