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Apple no ha ganado el caso contra el FBI

“El Gobierno ha conseguido acceder a los datos guardados en el iPhone de Farook y, por lo tanto, ya no requiere la asistencia de Apple”. Así anunciaba el equipo legal del Departamento de Justicia norteamericano el final del caso que ha mantenido a la industria tecnológica en vilo durante el último mes. Para muchos, ha sido una victoria para Apple, que se ha resistido de manera efectiva a producir un software capaz de franquear los dispositivos de seguridad de su propio producto, contra la presión del gobierno norteamericano y con el respaldo del grueso de la industria tecnológica. Pero no ha sido realmente una victoria porque el FBI se ha retirado del caso antes de perderlo.

Y lo estaba perdiendo: Apple tiene mejores abogados que el FBI. La empresa con mayor liquidez de la historia de los EEUU se podía permitir un asedio mucho más largo, mucho más duro, incluso que su propio Gobierno. Es por eso que, aunque no haya perdido el caso, ha perdido la gran oportunidad de ganarlo. De haber conseguido una sentencia a su favor, se habría creado un precedente legal que les protegería en el futuro -a ellos y al resto de la industria- de tener que generar vulnerabilidades en sus propios productos por orden judicial. Su victoria habría sido épica, histórica, una victoria por mí, por todos mis compañeros y por mí primero. Pero el FBI se retiró oportunamente antes de que eso pudiera pasar y ahora pueden ganar cualquiera de las docenas de casos que tienen abiertos con el mismo propósito, contra empresas con menos recursos. Puede que Apple no haya perdido pero se ha quedado muy lejos de ganar.

Incluso puede que sí hayan perdido algo importante. Hace unos días, el FBI anunció que contrataba los servicios de una empresa de “soluciones forenses” para entrar en el iPhone del terrorista de San Bernardino, al parecer una empresa israelí llamada Cellebrite. Deben de ser muy buenos porque en once horas habían hecho el trabajito, aunque el FBI insistió hasta 19 veces en que solo Apple podía hacerlo. O el FBI es muy pesimista o despistado. Como explicaba el propio Edward Snowden cuando le entrevistamos en Moscú, “hay técnicas de laboratorio desde 1990 para atacar dispositivos de hardware como este en el que tú puedes clonar el chip del aparato y entrarle de otras maneras”. Pero no era eso lo que el FBI quería de Apple.

El FBI no quería ayuda para entrar en “ese” iPhone 5C, porque Apple lo habría hecho encantada, igual que lo ha hecho tantas veces en el pasado. El FBI quería que los ingenieros de Apple escribieran un código capaz de romper los dispositivos de seguridad de su propio sistema operativo. “Y eso es algo -explicó Tim Cook el primer día- que simplemente no tenemos y que consideramos demasiado peligroso para crear”. Quería una llave maestra capaz de entrar en “ese” iPhone y en los iPhones de millones de usuarios en todo el mundo. Y ahora que ha “resuelto” el caso sin ayuda de Apple, el FBI se niega a facilitar información sobre qué servicio exactamente le ha proporcionado Cellebrite, si han hackeado el iPhone 5C del terrorista o los iPhones de todos los demás.

¿Han entrado en un iPhone o han entrado en todos?

Si hubieran hackeado el iPhone 5C de Syed Rizwan Farook, entonces el FBI habría actuado dentro de su derecho. Primero, porque el teléfono pertenecía a un terrorista y, por lo tanto, es objeto de una investigación criminal. Segundo, porque el teléfono no era propiedad de Farook sino del Departamento de Sanidad de San Bernardino, donde trabajaba como inspector. Pero si han conseguido de Cellebrite lo que Apple se ha negado a hacer -la llave maestra-, entonces el FBI habría cometido varios delitos, incluyendo varias infracciones graves de propiedad intelectual.

Solo que, de momento, no sabemos nada, y esta es otra de las consecuencias de que Apple no haya ganado el caso. “La ventaja de una intervención judicial es que ante un juez hay que demostrar las cosas”, afirma Carlos Sánchez Almeida, especialista en derecho digital. Mientras no haya esta sentencia, lo único que tenemos el secreto tecnológico de la empresa, por un lado, y el secreto de estado por el otro.

Los más optimistas sugieren que, de haber creado un código capaz de hackear los iPhones de millones de ciudadanos norteamericanos, el Gobierno estadounidense estaría obligado a decirlo bajo un pequeño código legal llamado Vulnerabilities Equity Process, que les obligaría a revelar cualquier vulnerabilidad creada por ellos en el curso de una investigación. Otros creen que, de respetar ese código, lo harán cuando sea tarde y el software no valga para nada. “El FBI ha usado una vulnerabilidad de Tor en más de 1.300 ordenadores en febrero de 2015 -tuiteó Chris Soghoian, experto de la American Civil Liberties Union. - Y están luchando por mantenerlo en secreto”.

Apple sí ha ganado una extraordinaria (e inesperada) campaña de marketing

Hay un aspecto muy importante en el que Apple sí ha ganado, y lo ha hecho de manera arrasadora e inesperada: se ha convertido en el centro de una lucha por las libertades civiles, no solo de los ciudadanos norteamericanos, sino de todos los usuarios de tecnología de todo el planeta. Es un giro verdaderamente inesperado, y una impagable campaña de marketing, más cuando su próximo mercado es el de las transacciones financieras, Apple Pay.

Y es culpa de Edward Snowden. En su segunda entrega -proyecto PRISMA-, Snowden denunciaba el inmenso grado de colaboración de las grandes empresas tecnológicas con el espionaje masivo de las agencias de inteligencia. Desde entonces, los gigantes de la industria han empezado a hacer lo que plataformas como Wikileaks y servicios como Riseup.net llevan años haciendo; quedarse fuera de los dispositivos de sus propios usuarios, por su propio bien. Si no tienes las llaves de acceso a los datos de tus usuarios, no se las puedes dar al gobierno. Por eso el gobierno está desesperado por obligarles a guardarse una llave maestra que abra todos los dispositivos.

Ese es el precedente legal que busca el FBI en sus casos para “desbloquear” dispositivos. Apple ha resistido, pero no todo el mundo tiene un equipo de abogados multimillonario para protegerse del FBI. Los gigantes como Apple, Google y Facebook tendrán que arropar con sus recursos a los más pequeños y desvalidos hasta que uno gane realmente la guerra por el derecho a la privacidad del usuario. Si cae uno, caen todos.