Un arzobispo dice que la teoría de género “enturbia”
No llevamos una semana del nuevo año y dos hombres han asesinado a dos mujeres con las que tenían un vínculo, como en el viejo año, en el que fueron asesinadas 57 mujeres por 57 hombres.
Dice Braulio Rodríguez, el arzobispo de Toledo, que todo esto ocurre porque a las parejas formadas por hombres y mujeres les une solo “lo físico, lo genital y poco más”. Si lo sabrá él.
No sé cuáles son las proporciones exactas de lo que une a las parejas de hombres y mujeres, la taxonomía de todos los ingredientes, en qué medida ni por cuanto tiempo actúan, pero constato con rigor estadístico que lo genital esta en las afirmaciones de buena parte de los curas de manera obsesiva, recurrente, desde que tengo memoria.
Constato también la inagotable capacidad de miembros del clero para hablar con presunta solvencia de peritos acreditados sobre cuestiones de las que, en principio, no tienen experiencia práctica.
El arzobispo de Toledo parece manejar información, teórica y práctica, para ventilar de forma tan simple a los actuales matrimonios, pero alcanza el cénit argumental canónigo al explicar los asesinatos de mujeres a manos de hombres cuando dice: “Dejémonos de zarandajas, la ideología de género enturbia”.
Él debería saber que hay mujeres que son asesinadas después de anunciar a sus maridos que quieren separarse, después de vencer el miedo para contarles que no soportan más humillaciones, más malos tratos, palizas, insultos; pero el arzobispo de Toledo ofrece su explicación, siempre con eximente de culpa para el asesino: las mujeres no quieren hacer lo que les piden los hombres y por eso ocurren estos asesinatos. Si no les pidieran el divorcio, si les obedecieran siempre, ellos no se verían obligados a matarlas, viene a decir.
Las digresiones teórico practicas del arzobispo de Toledo coinciden en el tiempo con la publicación de una sentencia del Tribunal Supremo que establece que los celos no pueden ser utilizados como circunstancia atenuante de la responsabilidad criminal; se refiere al caso de un hombre que apuñaló a su mujer en la cara, el cuello y el tronco un mes de abril, después de que ella le hubiera dicho en febrero que se quería separar.
Dice la sentencia que “la prepotencia y superioridad” del asesino en el trato a la que fue su mujer no puede pretender que se reduzca su culpabilidad por los celos. Que de lo contrario se privilegiarían “injustificadas reacciones coléricas” que son “expresión de un espíritu de dominación”. Dominación, esta es la palabra.
La pareja en cuestión estaba en trámites de divorcio y en el caso de la mujer había una nueva relación que provocaba los celos del apuñalador. Los celos no son eximente, dice el Supremo.
Posiblemente el arzobispo de Toledo buscará en las turbiedades de la ideología de género las causas que llevaron a este hombre a apuñalar a su mujer en plena calle. Debería saber que muchos adolescentes piensan que los celos son un indicador de amor. Que a más celos , más amor. Que a más control, empezando por el móvil, y el WhatsApp, más amor, creen firmemente.
La primera mujer asesinada este año recién estrenado ha muerto apuñalada por su marido. La segunda mujer asesinada ha sido estrangulada por su pareja que ha dicho : “ he hecho algo malo”, cuando se ha entregado a la policía. Parece tener más consciencia de la gravedad de lo que ha hecho este criminal machista que el tal arzobispo teórico.
No se ha amparado el asesino del segundo crimen machista en ningún contexto exculpatorio, ni ha echado la culpa a la mujer a la que acababa de quitar la vida; sencillamente ha dicho: “he hecho algo malo”.
Dos mujeres asesinadas en menos de una semana. No se si tres cuando esta pieza llegue a sus manos, lector. Ocurre todos los años, en las fiestas tan “señaladas”.
Finales y primeros de año son fechas más aciagas aún que el resto del año para las mujeres en riesgo de perder la vida después, o antes, de perder el miedo. Salimos a una mujer asesinada por semana, según unas estadísticas; otras hablan de casi un centenar de mujeres asesinadas en el año 2015.
Es bien significativo que ante esta matanza que se consuma cada año, ante los asesinatos de mujeres a manos de hombres, ante las decenas de hijos que se quedan huérfanos de madre por el asesinato cometido por su padre, ante las familias devastadas por la violencia machista, los jerarcas de la iglesia católica española solo vean matrimonios genitales e ideología de género que “enturbia”.
No sé cuántas mujeres más tienen que ser asesinadas por hombres con los que tienen o tenían un vínculo para que resplandezca lo obvio: la violencia machista es el principal problema de violencia que tenemos en nuestro país. Este no es un problema de las mujeres, es de todos. Señores del clero y derechistas en general, también izquierdistas de guardia, es muy sencillo: no matarás.