No existe un concepto más estrecho de la libertad que el de aquellos que solo la defienden para quien pueda comprársela. El proyecto darwinista del PP en Madrid ha consistido en destruir los servicios públicos para establecer un sistema de privatizaciones que solo permite el ejercicio libre de la acción política y civil y del desarrollo humano a las clases privilegiadas que tienen los recursos suficientes para actuar con una gran abanico de posibilidades. Ayuso es la última heredera de esa saga liberticida que perpetúa la desigualdad y garantiza que la clase trabajadora tenga muchas menos oportunidades de mejorar su posición social. La libertad para quien se la pague.
Pensar la libertad en términos maniqueos no es una ocurrencia del consejero áulico de Isabel Díaz Ayuso, sino que emana del ideólogo ancap de cabecera de la camada de jóvenes de Nuevas Generaciones que creció bajo la protección de Esperanza Aguirre. Una pléyade de aspirantes a políticos sin escrúpulos que se aprendieron varias citas de Von Mises y Thatcher. El establecimiento de libertad como concepto supremo que se antepone al socialismo nace de Friedrich Hayek y su camino a la servidumbre publicado en los años 40. El socialismo como verdadero enemigo de su concepción deformada de la libertad no es un lema de campaña de Ayuso, sino la construcción fundamental del anarcoliberalismo de saldillo de los nuevos líderes del PP en Madrid.
Para Friedrich Hayek el estado del bienestar que se fundamentó en la posguerra era el principal enemigo de su concepto de libertad, por encima del marxismo ortodoxo, porque era más disimulado y más grave debido a la capacidad que tenía para imponerse. La reformulación de su propia teoría llegó en 1960 en su obra Los fundamentos de la libertad, cuando pudo avanzar en una exposición que no se atrevió a lanzar cuando el espíritu del 45 era hegemónico y cualquier negacionista de los derechos sociales nacidos tras la Segunda Guerra Mundial quedaba en la marginalidad. Cuando un seguidor de Hayek de nuestros días contrapone el socialismo a la libertad no habla de Lenin, sino de la sanidad o las pensiones públicas. La protección social es el verdadero enemigo de Ayuso y su tropa.
El establecimiento de la campaña en términos dilemáticos, “socialismo o libertad”, antes de la aparición de Pablo Iglesias, y “comunismo o libertad” tras la candidatura del líder de Unidas Podemos, fija la verdadera dimensión del debate público atendiendo a la retórica reaccionaria que establece Albert O.Hirchsman en su ensayo sobre el discurso de los conservadores. Conocer a qué se refiere Isabel Díaz Ayuso cuando habla de socialismo o comunismo en nuestros días es sencillo atendiendo a la realidad objetiva. Su miedo al socialismo no es otra cosa que el temor al estado del bienestar, el verdadero enemigo de las políticas conservadoras y liberales que se amalgaman de manera atribulada en la candidata del PP.
Ayuso busca continuar con una política liberticida que extermine la igualdad de oportunidades y los servicios públicos como garantía de protección de los más desfavorecidos. No hay mayor enemigo de la libertad que quien busca consolidar un sistema que desproteja a la mayoría oprimida de una sociedad para eliminar de facto su capacidad de elección. El sistema darwinista que defiende a Ayuso es el que desprotege a las trabajadoras en su negociación con los empresarios para que su única libertad sea aceptar unas condiciones precarias o quedarse sin trabajar. No hay libertad en una región en la que no están aseguradas las condiciones básicas de subsistencia, porque no hay libertad sin vivienda, no hay libertad sin sustento.
Los términos en los que Ayuso ha establecido las elecciones del 4 de mayo han quedado fijados. Etiquetas elegidas por la reacción que integran una concepción muy concreta del modelo de sociedad al que quieren dirigirnos. El PP junto a Vox pretende consolidar unas políticas que se están volviendo hegemónicas en Madrid y hacerlas eternas. Ayuso necesita institucionalizar la eliminación de los servicios públicos como garantía de la desigualdad y construir un paraíso libertario de privatizaciones y clasismo. Cuando Ayuso habla de comunismo se refiere a la regulación del alquiler para garantizar una vivienda asequible a quien no puede afrontar los precios imposibles de Madrid. Cuando Ayuso habla de comunismo se refiere a una educación pública de calidad que favorezca que una niña nacida en una familia sin recursos pueda mejorar sus expectativas de vida. Cuando Ayuso habla de libertad se refiere a eliminar esos derechos para que los venda el mercado solo para quien pueda pagarlos y genere recursos para los de su clase. Un Madrid de parias y castas, de golf y club de campo frente a uno de humo y amianto.