Balonazo catarí

Han conseguido las gestiones del rey que su yerno Urdagarin sea acogido en ese país donde los trabajadores filipinos inmigrantes viven en condiciones de semiesclavitud y los jeques/ricos portan rolex de oro de tres pisos.

En su afán por la transparencia y la modernización, el yerno del rey salta, como un balón en vaselina, por encima de la barrera de defensas judiciales y se instala en el insultantemente opulento Catar para seguir haciendo caja, así en el balonmano como en la organización de esos eventos que tan bien se le ha dado hasta llegar al banquillo en España.

A partir de ahora deberíamos ver al ministro atribulado por los achaques de la marca España, García Margallo, doblemente preocupado por la internacionalización de la corrupción que exportamos. Aunque a Doha no van a poder llegar tantos reporteros como al casoplón de Pedralbes, o a la cuesta de la justicia de Palma, es de suponer que alguno le preguntará a Urdangarin por su momento procesal, por los días que falten para el juicio, si echa de menos a su abogado, y por cómo esta llevando la infanta Cristina su imputación y el eventual traslado a una casa en Catar, seguro que no menos lujosa que la de Barcelona.

Si la certeza de que la justicia no es igual para todos estaba instalada en la mayoría de los españoles antes de este nuevo destino político-económico-deportivo, después de esta finta no creo que quede un solo español que no piense que ser yerno del rey no trae más que ventajas.

La idea se viste como que el hasta ahora seleccionador de balonmano, Valero Ribera, tiene una especial relación de amistad con el imputado del gesto hierático, que le entrenó y mimó cuando coincidieron en el Barcelona, cuando Urdangarin le pedía a la infanta, Juegos Olímpicos de Atlanta, 1996, que fuera más a los partidos. Se nos dirá que este fichaje es puro deporte, pero eso será puro teatro.

Lo cierto es que quitar del escenario a uno de los protagonistas del esperpento que más esta deteriorando la imagen de la Monarquía y a la mujer que iba a ahondar ese desprestigio, es una forma de aliviar la más que cargada agenda de disgustos reales.

Como Catar no tiene convenios en esta materia con España, es de suponer que la millonada que se nos dice que Urdangarin va a cobrar en Catar no será automáticamente embargada por la justicia española, como no lo ha sido su actual domicilio, a pesar del impago de la fianza civil impuesta por el juez. También en esto hay diferencias, otros supuestos delincuentes han visto como les embargaban sus posesiones por menos delito que el presuntamente cometido por el yerno real.

Bien, después de ver como un fiscal se ha negado a que se impute o se interrogue a una sospechosa sobre la que hay pruebas evidentes, después de asistir a la cacería del juez Castro por la derecha política y mediática, después de ver como se paralizaba una imputación y una citación, podemos asistir ahora al espectáculo de que parte de la familia real española encuentre su vocación catarí, demuestre que la presunta corrupción tiene premio y, quien sabe, eluda la acción de la justicia

Allí, Cristina e Iñaki podrán contratar a empleadas filipinas aún en peores condiciones laborales que las que tenían los inmigrantes sin papeles --que cobraban en negro y a cuenta de un instituto sin ánimo de lucro-- en su casa de Pedrables; allí, la pareja podrá seguir haciendo sus negocios, que ya saben quienes son y eso les gusta en aquellos lares, y salvo que se pasen mucho, y en público, con el alcohol, podrán seguir haciendo caja sin problemas, como hasta ahora.

No solo no somos iguales ante la justicia, no somos iguales ante la vida misma.