¿Han oído ustedes la nueva Carmenada de poner a tres mujeres como Reyes Magos?
Habrase visto semejante aberración. ¿Por qué mujeres copando espacios antes reservado solo a hombres? ¿Es que nos hemos vuelto todos locos con la paridad? ¿Es que no hay suficientes hombres en España? ¿Qué será lo siguiente? ¿Un Baltasar blanco pintado de negro?
Que como bien decía el otro día Esperanza Aguirre, esto desnaturaliza el cristianismo. Al Partido Popular siempre le parece mal toda celebración que incluya a mujeres vestidas de hombre y a hombres vestidos de mujer, véase el Día del Orgullo. Porque son cosas de un desnaturalizador que abruman.
Por otra parte, seguro que el Partido Popular agradece que su trabajo se base en quejarse de disfraces y de atascos, están teniendo una oposición tranquila. Siempre es de agradecer que le hagan trabajar poco a uno, las cosas como son. Pero volviendo a la Carmenada, como llama el ultracentro español a las ideas de la alcaldesa de Madrid, ¿qué necesidad había de crear esta polémica? ¿Por qué no dejar las cosas como están? ¿A quién hace daño que los Reyes Magos sigan siendo hombres? A nadie. Exacto. Entonces, ¿por qué cambiarlo?
Alguno dirá que por eso precisamente. Y que por el simple hecho de que una idea que intenta ser integradora levante estas ampollas significa que se ha dado de lleno en alguna diana. También alegarán que si la propuesta ha sido recibida como un ataque solo por los más conservadores y machistas, quiere decir que el progresismo y el feminismo se han marcado un tanto.
Pero dejando todo esto a un lado un momento y así, como idea loca, podríamos mirar cuál es la verdadera escena de los Reyes Magos y las mil interpretaciones que ha tenido a lo largo de los siglos:
“Nacido Jesús en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes, unos Magos llegaron de Oriente (...) Y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta pararse sobre el sitio donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Y entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron; luego, abrieron sus cofres y le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra”.
Esta es la única referencia bíblica sobre los Reyes Magos. Me pregunto si también corrieron ríos de tinta cuando en el gótico empezó a representarse a Baltasar como un señor negro. O si el mundo se echó las manos a la cabeza cuando se decidió que los magos serían reyes. O cuando se empezaron a representar en pinturas a solo tres figuras, a pesar de que podrían haber sido cinco o cuarenta. ¿Habría alguien que dijera que era una desnaturalización poner a tres cuando no se sabía exactamente cuántos eran? ¿Algún dirigente de la época mandaría cortar la cabeza del que imaginó a Baltasar negro? ¿Sería la comidilla del pueblo cuando alguien dijo por primera vez: “me parece una ideaza ponerlos sobre camellos, que para eso vienen de Oriente”? Quiero decir, eran magos, perfectamente podrían haber llegado en escobas. ¿No es todo un poco desnaturalizador?
Lo único que queda claro con esta marea de aspavientos y de gritos al cielo evidencia que en temas de género, muy superada no es que tengamos la movida. Los magos de Oriente pueden ser lo que quieran, viajar en el animal que más les guste, ser blancos, ser negros, ser altos y bajos, pueden ser reyes y llamarse de mil formas, pueden ser imaginados de cualquier manera, pero bajo ningún concepto se perdonará, y a la vista está, que alguien sugiera que pudo haber alguna mujer entre ellos. Eso es inadmisible.