Para hacer “real politik” ya teníamos a Mariano Rajoy, no nos hacía falta Pedro Sánchez; ni siquiera necesitábamos a Kichi o a Pablo Iglesias. La semana pasada íbamos a cancelar un contrato de fabricación de bombas de precisión con la dictadura de Arabia Saudí, porque sabemos que se van a emplear en la carnicería que sucede a diario en Yemen, sin que la comunidad internacional diga una palabra mientras Arabia e Irán se disputan la supremacía en la región masacrando civiles yemeníes. Esta semana ya nos los estamos pensando, porque no queremos estropear nuestras excelentes relaciones con ese país amigo que es Arabia Saudí. Al parecer, la familia real saudí solo son lo que son, una banda de tiranos sátrapas y despóticos, cuando anda Juan Carlos I por medio; en cualquier otro caso se convierten en gente de ley, con la que siempre merece la pena hacer negocios porque pagan bien y se muestran esplendidos con las propinas.
No es que hayamos cambiado de principios. Hemos cambiado de prioridades. Ahora lo que importa pasa por preservar un contrato con Arabia Saudí para construir corbetas en Cádiz por un importe que no llega ni a los 2000 millones de euros. Lo peor no es que rectifiquen, lo más grave es que lo hagan mal, como con la política migratoria o la política fiscal; dándole la razón a esa derecha que siempre está cabreada pero que cuando pierde el poder se pone insoportablemente paternalista y moralizante.
Ya sabemos que se fabrican armas en el mundo, ya sabemos que hacen falta, ya sabemos que matan gente inocente, ya sabemos que si no las fabricamos nosotros, otros lo harán, y se llevarán el negocio, los puestos de trabajo y los beneficios; lo que nos sabíamos es que los principios de este Gobierno, el PSOE y Podemos valen poco más de 1,813 millones de euros, el montante del contrato de las corbetas; lo que le cuestan a Hacienda las desgravaciones por los planes de pensiones privados, apenas un 10% de cuanto se deducen en el impuesto de Sociedades las grandes empresas del IBEX por supuestas perdidas en España, apenas un 3% de cuanto ya se le ha perdonado a la banca en impuestos a cuenta de sus míticos “activos fiscales diferidos”.
El almirante vigués Méndez Núñez se equivocaba cuando le dijo al ministro de Marina aquello de que más vale honra sin barcos; es al revés, lo que valen son los barcos. Lejos de reconocerlo, el gobierno se esconde cobardemente detrás del “Blablabla” burocrático de que se trata de una decisión que aún debe pasar por varias comisiones ministeriales y deberán valorar múltiples factores. En Podemos se refugian tras el cinismo de plantearnos un supuesto dilema imposible de elegir entre fabricar armas o comer; el único dilema imposible de verdad que se plantea aquí lo tienen que resolver en Yemen cada día: correr o comer y aún así, morir. Parece que el gran Anthony Downs y su ciclo de la opinión pública no se equivocaban tanto al asumir que nuestra preocupación por los problemas y la urgencia por su solución duran hasta que descubrimos cuánto nos cuesta arreglarlos.