Este dos de octubre se cumplen ( _ ) años sin luz en la Cañada Real madrileña. Hace ahora ( _ ) años los 4.000 vecinos de los sectores 5 y 6 de este barrio irregular sufrieron un apagón. Para la mayoría ya no volvió el suministro eléctrico, mientras otras zonas soportan desde entonces cortes periódicos. Han pasado ya ( _ ) inviernos sin luz, incluidos episodios extremos como Filomena, y ( _ ) veranos con olas de calor sin poder refrigerar bien sus casas, recurriendo a todo tipo de soluciones, siempre insuficientes: paneles solares, generadores de gasoil, bombonas o el más básico fuego de velas, hogueras y chimeneas. Más de 1.800 niños llevan ( _ ) cursos estudiando con dificultad y viendo en riesgo su salud, pese a que el Defensor del Pueblo ya ha pedido en ( _ ) ocasiones que las distintas administraciones responsables se hagan cargo.
Pensaba escribir este lunes el enésimo artículo sobre el abandono gubernamental de la Cañada Real, aprovechando que se cumplen tres años desde que les cortaron la luz, pero he decidido hacer algo mejor: escribir un artículo tipo, una plantilla, que nos valga para futuros aniversarios. Solo hay que poner el número de años en el espacio reservado entre paréntesis, y ya lo tenemos hecho, fácil y rápido, y a otra cosa. De nada.
Mal asunto cuando ya solo nos acordamos de un problema en sus aniversarios y fechas con números redondos. De la Cañada Real hace tiempo que no hablamos en los medios más que cuando cumple un año, dos años, tres años, otros tantos inviernos, quinientos días, mil días… De lo contrario, lo dejamos estar, salvo que alguna desgracia nos saque del sopor: la última DANA, por ejemplo, que dejó viviendas en mal estado, enseres mojados, familias durmiendo en coches, caminos embarrados. En el caso de los dirigentes políticos hay que reconocer que, además de los aniversarios, algunos también se acuerdan en cada campaña electoral.
Así van pasando los años, los inviernos y veranos, y el abandono va a peor. En la reciente DANA, las autoridades se volcaron con ayuda en aquellas localidades más castigadas por las lluvias e inundaciones, pero por la Cañada no asomó ni una camioneta. Fueron una vez más los propios vecinos autoorganizados y las entidades sociales que trabajan con ellos, quienes asistieron a los afectados. Por suerte sigue habiendo gente solidaria que no espera a los aniversarios y fechas redondas.
Tampoco importan mucho las denuncias del Defensor del Pueblo o los dictámenes del Consejo de Europa. De hecho, podrían ellos también dejar escritas una denuncia tipo y una plantilla de dictamen, a la que solo tendrían que cambiar la fecha. Y lo mismo con la respuesta de los distintos gobiernos (central, autonómico y locales) a dichas denuncias y dictámenes. Ah, no, que ni siquiera responden.
Lo único que no podríamos dejar escrito para futuros cortaypegas en aniversarios, es la resistencia de las vecinas y vecinos. Pese al abandono, pese al acoso brutal para que se larguen (con demoliciones y vertidos de escombros, además de la falta de electricidad y servicios básicos), pese a la criminalización, las lentísimas actuaciones de realojo y la vulneración de sus derechos más elementales, no se rinden, siguen defendiendo a diario su dignidad, con organización y apoyo mutuo, con imaginación colectiva, con alegría incluso por increíble que parezca. Y siguen haciéndonos sentir mal a quienes ya solo nos acordamos en los aniversarios, a quienes hacemos un artículo de trámite por cumplir años, a quienes rellenamos el paréntesis con un número.