Posiblemente lo más relevante del debate entre los tres candidatos a ser secretario general del PSOE haya sido el hecho mismo de que se produjera el debate. No hay precedentes de que tres militantes de este partido expongan sus propuestas, más o menos diferentes, para dirigir su partido y que lo hagan ante los militantes y los medios de comunicación. Por eso no se entiende que ese debate entre Eduardo Madina, Pedro Sánchez y José Antonio Pérez Tapias no se haya producido fuera de la sede del PSOE y ante los medios de comunicación que hubieran querido darlo en directo, o bien en una de las televisiones que se ofrecieron para ello.
Nada menos que 150 periodistas y 60 medios estaban acreditados para seguir este encuentro, lo que prueba el interés de esta novedosa fórmula. El intercambio de opiniones e ideas debería haber llegado a más medios, es decir, a más gente, y no haberse planteado de forma tan rígida. La novedad lo exigía.
Creo que Eduardo Madina propuso iniciativas concretas, las defendió con convicción y contundencia y que salió de ese debate con más apoyos de los que tenía al entrar. Tengo que decir, ya mismo, que valoro la altura intelectual y moral de Madina, un militante “socialista vasco”, según sus palabras, que esta vivo de milagro, que ha sido víctima de la banda terrorista, pero que nunca ha hecho bandera de su condición de víctima ni se le ha escuchado la más leve queja por los insoportables dolores que padece a consecuencia del atentado que le amputó media pierna. Lo que no dice Madina habla bien de él, incluso cuando contesta a la patulea de ultras que dicen estar con las víctimas del terrorismo pero que han linchado a Madina desde hace años y que ahora han intensificado su bilis.
Pedro Sánchez quiso ser el centro del debate en todos los sentidos --en el discurso y en su posición para las fotos-- hizo un amago, fallido, de ponerse delante del atril y creo que salió peor ante sus militantes de lo que entró. No contestó a Madina cuando éste reivindicó que él se presentaba porque quería y no por indicación de nadie.
José Antonio Pérez Tapias hablaba con la soltura de quien no aspira a ser candidato a presidir el Gobierno y pretende agitar el debate en su partido para que vuelva a enlazar con la gente. Los gestos de complicidad de Madina hacia él nos hablan de su amistad y quizás anuncian que pueda darle sus votos.
Los tres candidatos --con más intensidad Tapias, con menos Sánchez--, parecen reivindicar un necesario giro a la izquierda de su partido, una conexión con los indignados de la calle y un afán por rechazar frontalmente tanto la corrupción como las prácticas políticas --puertas giratorias-- que separan a los ciudadanos de los políticos que las practican. (Es curioso, pero cuando algún político se vuelve al lugar de trabajo que tenía antes de entrar en política, la intensidad del apoyo es mucho menor que la irritación que provoca cuando se va a una empresa).
El próximo domingo habrá un nuevo secretario general después de que se hayan consolidado conceptos que parecían imposibles hace un rato: un militante, un voto; primarias abiertas, debate entre candidatos. En noviembre se harán primarias abiertas para elegir el candidato a presidente del Gobierno y para las elecciones de 2015 --municipales, autonómicas, generales--, los socialistas tendrán nuevas caras en sus carteles electorales, algo que reclamaban sus votantes.
En Italia, un proceso semejante puso patas arriba al centro izquierda durante meses y facilitó, después de varios tropezones y una dimisión, que Matteo Renzi llegara a presidente de la República con un discurso claramente renovador, que sintoniza con las demandas de la calle y que ha devuelto el prestigio de la política a buena parte de los desencantados.