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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Catalunya is different

Catalunya ha votado diferente que España. El independentismo, vilipendiado como nunca por socialistas, populares, Ciudadanos y Vox, mejora resultados en escaños y en votos. Y pese a que ERC revalida la victoria, el discurso mucho más radical de JxCat y la CUP gana apoyos. Los disturbios, en tiempo real o repetidos en bucle incluso cuando no pasaba nada, las portadas y horas de radio y televisión dedicadas a hablar del dispositivo policial preparado para actuar en la jornada electoral, han influido, más fuera de Catalunya que dentro.

Este domingo en Catalunya ha obtenido más votos la CUP que Vox. Es un dato importante y a tener en cuenta por la influencia que pueda tener en las futuras estrategias del independentismo no solo en el Congreso sino también en unas autonómicas cada vez más cercanas.

El PSC, con un discurso más matizado que el de Pedro Sánchez, se erige en el referente del constitucionalismo (pierde votos pero aguanta los 12 escaños), y la derecha y la extrema derecha, que en Catalunya son fáciles de confundir, se queda con seis escaños. Es uno menos de los que Ciudadanos, PP y Vox sumaban hasta ahora. En la sede de Vox este domingo coreaban el 'a por ellos'. Esta vez ya no va solo por los independentistas.

Las derechas y la extrema derecha obtienen representación en la provincia de Barcelona y no logran ni un solo representante en Girona, Lleida y Tarragona. Una de las frases que más se recuerda del lapidario de Mariano Rajoy fue aquella de “los catalanes hacen cosas” que pronunció en 2012 en un vídeo del PP. Es cierto, los catalanes hacen cosas y una de ellas es votar.

Tratándose de Catalunya, la devastación de Ciudadanos merece un momento de atención. Nacieron aquí y aquí han cavado su tumba, con un discurso más pensado para el resto de españoles que para los catalanes no independentistas que piden soluciones y están hartos de alimentar el enfrentamiento permanente. Ciudadanos pudo ser parte de la solución y se ha convertido en un problema. No solo en Catalunya.

Esta es la fotografía que el PSOE debería tener en cuenta a la hora de decidir qué quiere hacer a partir de ahora. Comprar el discurso de la España uniforme solo beneficia a la derecha y gobernar sin tener en cuenta qué pasa en Catalunya solo servirá para alimentar todavía más las opciones intransigentes, sean en el flanco del independentismo o de la derecha. Sánchez haría bien en enmendar los errores cometidos en esta campaña y asumir que para que España progrese es imprescindible que mire hacia la izquierda y asuma que sin la periferia no podrá avanzar.

La izquierda debe examinar el mapa y fijarse dónde se ha frenado a la extrema derecha y dónde ya campa a sus anchas. El PSC no quería ir a la repetición electoral. Tampoco los independentistas, y así se lo repitió el republicano Gabriel Rufián a más de un dirigente socialista. Pero sirvió de poco. Pedro Sánchez calculó mal y se equivocó mucho. Ahora vuelve a estar en la misma encrucijada que antes del verano, pero tras una campaña en la que su relación con los partidos secesionistas está más que deteriorada. Solo tiene una alternativa y es llamar a la puerta del PP. Guatemala o guatepeor.