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Agresiones sexuales ordenadas por colores

“En Estados Unidos y en otros países capitalistas, las leyes contra la violación fueron originalmente formuladas para proteger a los hombres de las clases altas frente a las agresiones que podían sufrir sus hijas y esposas. Habitualmente, los tribunales han prestado poca atención a lo que pudiera ocurrirles a las mujeres de clase trabajadora, y por consiguiente, el número de hombres blancos procesados por violencia sexual infligida a estas mujeres es extraordinariamente reducido”.

Angela Davis, Mujeres, clase y raza, 1981.

La derecha europea (y hasta estadounidense, si escuchamos a Donald Trump) está usando las agresiones sexuales a mujeres en Alemania para que parezca inevitable y urgente una política antiinmigración. Realmente a la derecha y al machismo le importan tanto las agresiones machistas como de costumbre, es decir, nada. Así lo demuestran cuando ponen el grito en el cielo y crean artículos de opinión en masa por estas agresiones pero jamás cuando se producen agresiones similares en Sanfermines, por ejemplo (como bien señala Brigitte Vasallo en este artículo que les recomiendo leer), agresiones que se perpetran cada año y dentro de las fronteras de –lo que nos quieren vender como– una supercivilizada España (esa España en la que se produce una violación cada ocho horas). Porque en casos así no estamos hablando de “medioorientales” que vienen a quitarles el trabajo y a tocar a sus mujeres, son sólo jóvenes que han bebido demasiado y sólo querían pasar un buen rato.

Que de 31 detenidos, 18 sean demandantes de asilo, que aún no se sepa casi nada más o que haya alemanes entre los detenidos no importa, porque ellos ya tienen formada su opinión desde antes que a ninguno de los agresores se les ocurriera poner una mano encima a nadie: no a la inmigración. Realmente, como decía Angela Davis, no están preocupados por la integridad de las mujeres, sólo están pensando en ellos mismos.

La Gaceta (entre otros medios), además de sus lectores afines, llevan culpando o insultando a las feministas por “mantener silencio” ante estas agresiones desde que se produjeron.

A las que no hemos escrito nos linchan en las redes por “silenciar” el tema, pero es que a las que sí, también las linchan, porque sus opiniones no son las que ellos esperan. ¿Por qué no les valen las opiniones de las feministas? Porque no están basadas en la xenofobia, porque no piden la deportación inmediata de absolutamente todos los inmigrantes, sino que todas señalan la raíz del problema: la cultura de la violación. Pero es que hacer cualquier otra lectura no tiene sentido y, si se hace, es con motivos electorales o ideológicos. Cualquier feminista pondrá el foco en el patriarcado y en su cultura, y lo hará por lógica, no porque queramos “islamizar Europa” como no se cansan de repetirnos.

Para más ironía, estos días, desde el machismo y la derecha, se está acusando a todo el movimiento feminista de medir con un “doble rasero” las agresiones en Alemania por el simple hecho de que “los agresores son medioorientales”. Es decir, señalan directamente al único movimiento que denuncia el problema cada día del año y que no se cansa de pelear contra él, sean españoles en fiestas populares o sean miembros del ISIS.

¿Cómo alguien puede llegar a creer que a una feminista le parece menos grave una agresión sexual dependiendo del agresor? Muy fácil: porque el machismo y la derecha son precisamente los que miran hacia otro lado cuando las agresiones no las cometen “medioorientales”. Piensan que a nosotras nos duelen menos las agresiones dependiendo del agresor porque ellos se sienten agraviados dependiendo de quiénes son las agredidas, es decir, cuando las agredidas son las “suyas”.

El feminismo lleva décadas denunciando la cultura de la violación, venga de quien venga: no denuncia la religión o la nacionalidad del agresor, sino al sistema patriarcal en sí que hace que el hombre, sea sirio o murciano, se crea poseedor del cuerpo femenino. Porque es el patriarcado el que hace que ellos vean una afrenta que vengan de fuera a tocar a “sus mujeres”; el mismo que les hace saltar de sus sillones apoltronados con casos así pero les hace encogerse de hombros cuando son los cascos azules los que violan sistemáticamente a mujeres no europeas. El mismo sistema que hace que estos mismos terminen agrediéndote a ti como feminista (en este caso verbalmente) a través de medios y redes sociales: para demostrar que están en contra a las agresiones sexuales de mujeres en Alemania, te agreden verbalmente y amenazan, porque “no es lo mismo”. Por eso no quieren ir a la raíz del problema, porque ellos viven cómodamente en esas raíces. Prefieren quedarse en lo anecdótico, y sólo si lo anecdótico sirve para seguir enarbolando su bandera xenófoba y machista.

El mundo podría mirar en la dirección correcta ahora que, por fin, hay agresiones sexuales que ocupan un puesto relevante en los medios. Podría, si a la sociedad machista en la que vivimos le importara realmente que se está abusando sistemáticamente de mujeres. Podríamos ahora, por ejemplo, cuestionarnos lo poco que hacen los gobiernos contra el patriarcado y la cultura de la violación, pero en lugar de eso, el tema se ha centrado en que 18 de los detenidos eran refugiados sirios y, por lo tanto, lo que hay que prohibir es la inmigración. Recuerda bastante a cuando hace unos años, en EEUU, un pirado se disfrazó, cogió un arma y convirtió en una masacre el estreno de Batman. ¿La solución que dieron? Prohibir disfraces en cines.

Pues nada, señores, sigamos usando el cuerpo de la mujer para esto también, ya no sólo nos manosean, nos violan, nos acosan y nos matan, ahora también servimos para que ustedes, principales culpables del sistema patriarcal, pidan a voz en grito políticas xenófobas. Claro que sí, así conseguiremos que sólo los españoles agredan a las españolas y los sirios a las sirias. Violaciones sí, pero ordenadas y sin mezclar colores.