Casado no hizo la mili, por eso dispara a todo lo que se mueve o a lo que está quieto. Tampoco hizo la carrera en condiciones, es cierto, por eso su desconocimiento de la legalidad nacional e internacional le rezuma por los poros. Aun así yo no le hubiera dicho nada, más allá, del mal resultado que suele dar atacar todo lo que hace tu oponente puesto que, sin remisión, te priva de razón y de honestidad. Se lo digo con el mismo cariño que se lo he dicho a muchos de los enviados sumisos que tiene en las tertulias: aunque no sea más que por mantener esta apariencia de criterio, de vez en cuando deben elegir algo que el Ejecutivo haga bien. Ni siquiera se trata de que lo alaben. No les pido ese ejercicio de honesto masoquismo. Basta con que se callen cuando no haya un calcañal claro que morder, hasta la serpiente de la Inmaculada lo entendería.
No le hubiera dicho nada, ni a Casado ni a su huestes ni lo he hecho durante todo el tiempo durante el que lo más importante era salvar al máximo de personas posibles. Se lo he ido contando estos días (Es jodido y es angustioso, Tantos a mil y Marlaska a menos cero). Lo que sucede es que esta tropa del PP no tiene límite en su cinismo y han ido estirando la goma de Afganistán hasta merecer que casque y les dé en la cara de rebote.
Casado ha sido errático en su postura. Errático en sus errores, más bien. Primero porque salió a la carga con toda la artillería contra el Gobierno por la operación humanitaria puesta en marcha en un tiempo récord y apoyada mayoritariamente por los españoles (error), después porque recogió velas de mala manera diciendo que apoyaba lo que se hacía pero solo por los militares y funcionarios que lo hacían, como si nadie los mandara (error). Más tarde el problema era la tardanza, luego no haberlo consultado con el Congreso (error), incluso que Estados Unidos nos hubiera ninguneado en sus agradecimientos, como si eso fuera bueno para el país que dicen amar (error) para luego recibir la bofetada de la llamada de Biden. Todo ha sido un solemne despropósito que ha rozado el esperpento con su experta internacional, Valentina Martínez, al decir que “España no ha participado en los esfuerzos de USA para evacuar Afganistán”.
Señor Casado, debe aprender a elegir sus temas de oposición. En este no tenía nada que ganar y sí mucha miseria que descubrir. Solo de la ignorancia o del cinismo puede desprenderse tal cúmulo de disparates, mentiras e ignominias. Se han cubierto de gloria usted, García Egea, Enrique López, Valentina y Maroto y el de la moto.
Verá, señor Casado, algunos son jóvenes pero eso no les exime de su supina ignorancia que les aboca al ridículo. Señor Casado, a Afganistán nos llevó Aznar y la última bandera de una base española se la llevó Soraya Sáez de Santamaría. ¿Se lo digo más claro? Rajoy le legó a Sánchez un destacamento de 24 militares en Kabul. VEINTICUATRO efectivos, Casado.
A Afganistán nos llevó Aznar para participar en la guerra contra el terrorismo de su amigo Bush. Usted mismo se ha retratado al recordarnos que hace 20 años muchos se negaron a apoyar que el ataque a las Torres Gemelas se saldara con una guerra en Afganistán. Esa fue la Operación Libertad Duradera. Ya ve lo duradera que ha sido esa libertad que Aznar suscribió. Por cierto, su partido en el Gobierno llegó a la esquizofrenia de tenernos a la vez en esa guerra y en las fuerzas USAF de pacificación de la OTAN.
Fue un ministro de su partido y un gobierno de los suyos el que decidió que era buena idea abaratar costes trayendo a los esforzados militares españoles en aviones de derribo que los mandos militares ya les habían dicho muchas veces que no eran seguros. Lo digo para cuando alabe el esfuerzo de los militares. De los 102 muertos que nos dejamos en Afganistán, 64 son imputables a la forma pepera de cuidar a los efectivos. A eso añada la ignominia de un ministro de su partido y del Opus, Trillo, que no fue capaz ni de devolver con honor y con respeto los cadáveres a sus viudas y familiares, y los hizo meter como si fueran trozos de casquería de cualquier manera, mezclando los restos, en una macabra operación cuya vergüenza el Ejército Español no olvida.
Señor Casado, fue Rajoy el que nos replegó de Afganistán. En 2013 entregamos la base de Badghis al Ejército afgano y un ministro del PP, Morenés, dejó tirados a los traductores y trabajadores que habían colaborado con España en la misma. En 2015 abandonamos la base de Herat y fue Soraya Sáenz de Santamaría la que recibió la última bandera española y se la trajo a España. Rajoy le prometió al presidente afgano no dejar abandonada la misión y no lo hizo, dejó a 24 militares en Kabul.
¿A qué viene ahora a acusar al Gobierno de Sánchez de no haber tenido prevista la evacuación de las tropas? Oiga, evacuar a 24 personas más un puñado de diplomáticos no es ningún problema operacional.
¿A qué viene hablar del puente aéreo humanitario de rescate no solo para antiguos colaboradores sino para todas aquellas personas amenazadas que el Gobierno ha llegado a conocer y que se ha brindado a sacar de allí “bajo la protección del Gobierno de España” como rezan los salvoconductos?
Dejen de hacer el ridículo. Han sido dos semanas en las que instituciones, funcionarios, organizaciones no gubernamentales, activistas y personas particulares se han volcado para poner a salvo a seres humanos. No me diga si un gobierno del Partido Popular lo hubiera hecho mejor, dígame solamente si lo hubiera hecho. Dígame si hubieran ofrecido centralizar a todos los evacuados en España sin saber aún cuántos acogerán otros países. Dígame si ese es el ADN del Partido Popular en Afganistán después de todo lo que le he recordado anteriormente (digo recordado porque no me gustaría ponerle colorado insinuando que ni siquiera lo ha sabido nunca porque nunca le ha importado un pimiento esta cuestión).
Elija sus temas de oposición, señor Casado. Hágalo con cuidado.
Elija sus batallas, señor Casado y luego procure librarlas con honor, que en su partido tampoco ha sido siempre la norma.
Elija a sus colaboradores, señor Casado. Así se evitará el ridículo de denostar al Gobierno para ensalzar a unas fuerzas armadas a las que su partido sometió al mayor desprecio precisamente en Afganistán.
Me da igual que lo haga con zapatos de Lobb o con alpargatas. Hágalo con algo que le permita darse prisa.